miércoles, 31 de mayo de 2017

KEPA MAESTRE QUINDÓS (1960-1986)






Ahora que la época veraniega nos empieza a mostrar su presencia anticipada, y vemos ya a nuestros jóvenes dantzaris empezando a actuar, como es el Ikusgarri, Lora Barri o Elai Alai, todos ellos con medio siglo de existencia, queremos echar la mirada atrás y rendir homenaje a toda aquella juventud que en los últimos años y a la salida de la dictadura volcó todo su esfuerzo e ilusiones en recuperar nuestras danzas tradicionales.

Y lo queremos hacer, como el título de esta entrada indica, en la persona de uno de aquellos jóvenes que dejó su vida trabajando por sus ideales.

Kepa Maestre había nacido en 1960 y se incorporó como dantzari al grupo Elai Alai cuando este tras un periodo de crisis recobró nuevamente el vuelo, incorporando un nuevo relevo generacional. Su alma vasca amante en esencia de la cultura y el folklore de nuestra tierra encontró perfecto acomodo con el grupo. Autodidacta y bohemio tenía un espíritu artístico y creativo que puso al servicio también del grupo, como se ve en los diseños y dibujos de carteles, tarjetas de navidad, o lo que sirviera en el desarrollo de la sociedad.

Sin embargo su recuerdo quedó  relacionarlo con el Festival Internacional de Folklore que en 1980 reanudó su andadura con su VI edición tras unos años en blanco. El participaba, además de como dantzari, en su diseño y preparativos así como en el montaje definitivo de los escenarios y fue en 1986 montando el escenario de la XII edición que con toda ilusión había concebido y que iba a incluir hasta una fuente de agua, cuando estaba en los alto del decorado junto con Luciano Afonso, funcionario municipal, surgió la tragedia.

El libro de la Historia de los 50 años del Elai Alai, nos lo relata: “estaban encaramados en lo mas alto del escenario. De repente, sin que nadie hubiera podido advertirlo, el entramado metálico del techo, en el que Kepa y Luciano se apoyaban, perdió consistencia y cedió violentamente, arrojándoles contra el suelo. Ambos murieron”.

Kepa tenía 26 años, y estudiaba para llegar a ser capitán de la marina mercante. Como todo lo que hizo en su vida fue desinteresadamente, sus dibujos y plumillas, además de en los folletos del Elai Alai, y representando a momentos de la vida cotidiana o los más pintorescos rincones de nuestra villa a la que amaba profundamente, se encuentran repartidos entre sus amigos.

Como vemos en la noticia de prensa, era donante de órganos, su corazón voló urgentemente a Pamplona y sus cenizas pasado el tiempo fueron esparcidas por el Gorbea, tierra que el amaba profundamente.




martes, 30 de mayo de 2017

CUADRILLAS PORTUGALUJAS: 1951




Siguiendo la misión de dar a conocer el archivo de la familia Garitaonandia-Adan, recogemos hoy otra foto de una cuadrilla portugaluja sentados en la entrada de la Casa de Chapa en la plaza del Cristo, donde la Caja de Ahorros tenía sus oficinas.

El pie de foto nos indica los siguientes nombres: Tellaeche, Churci, xx, Cotones, Luis Garitaonandia, Aurrekoetxea, Donato Orive, Fausti, Narino Suarez, Orive, Orsi.


lunes, 29 de mayo de 2017

LA FUNDACION MANUEL CALVO Y EL HOTEL






Finalizamos hoy con las puntualizaciones que Tasio Munarriz hace a los recuerdos de Txomin Bereciartua, dado que como investigador tiene mayor conocimiento de la documentación correspondiente a la Fundación Manuel Calvo, y fundamentalmente en lo referente a dos de sus afirmaciones como son que “de las rentas del Hotel había que dar de comer la sopa boba a los pobres de la Villa y se debía atender a las necesidades de la Parroquia” y que "rescaté la Fundación consiguiendo que volviera a ser Privada”.



En el testamento que conseguimos recibir de la notaría de Cádiz, donde se registró, se dice que “Los productos de esta casa (Hotel) como los de la casa de La Habana serán precisamente dedicados al pago de las raciones de holla (sic) y pan que hay en el pueblo la caritativa costumbre de repartir a diario entre los menesterosos”. En ninguna parte del documento se hace a la Parroquia beneficiaria de esas rentas. Manuel Calvo había ayudado con su dinero, no con el de la Fundación, a reconstruir la torre de la Parroquia destruida por los carlistas en su asedio. El testamento es muy posterior, del 21 de marzo de 1904.

Históricamente sabemos que las raciones de olla las repartían en la plaza de la Ranchería las mujeres miembros de las conferencias de San Vicente de Paul y que la cocinera era Amalia Mena “la lechera”, madre de José Velar. Un miembro de cada familia volvía a su domicilio con el puchero humeante, lo cual era humillante. En nuestra época se daba a las familias necesitadas un vale para comprar en las tiendas de ultramarinos.

La Fundación Manuel Calvo siempre fue y será privada. En el testamento se dice que “La administración de las dos casas y de sus productos la llevará una Comisión compuesta del que sea alcalde de la Villa, del que sea su párroco y un concejal que designará el Ayuntamiento, a cuyo Ayuntamiento dará la Comisión cuenta anual de sus gestiones que será dada al pueblo como a los pobres”.

En la época republicana las cuentas se hacían públicas en los periódicos. El párroco Pablo Bengoechea en 1971 escribió al alcalde José Manuel Esparza una carta pidiéndole una reunión para revisar y cerrar las cuentas de 1969 y 1970, publicarlas y analizar los problemas que planteaba la reconstrucción del Hotel. No hubo respuesta. Los curas de la Parroquia leímos y repartimos a los feligreses una hoja en la que afirmábamos el carácter privado de la Fundación con un extracto del testamento.

Como no queríamos ser protagonistas, en 1975 se formó una comisión de varias sociedades (Asociación de Familias, Sociedad Cultural, los Barbis, el Hospital-Asilo y la Deportiva Náutica) contra la intención del alcalde Pedro Michelena y el gobierno civil de derribar el Hotel para construir un edificio de once alturas (dibujo superior de Echarte) dedicado a viviendas y un pequeño hotel, porque “ya no había pobres a quien socorrer”. La reunión con los tres miembros del Patronato se celebró en el Hotel, no en el Ayuntamiento, para demostrar que su propiedad no era municipal. El representante de la Parroquia aportó datos de todas las parroquias de la Villa para demostrar que había necesidades a las que atender. La representación municipal vio con pocas simpatías las sugerencias de la comisión de mantener el edificio con algunos arreglos.

Por último, el secretario del Patronato no fue durante muchos años el sucesor de Mariano Ciriquiain Gaiztarro, secretario municipal, sino el concejal nombrado por el Ayuntamiento. De todas formas, es de agradecer a Txomin su insistencia en volver a exigir la privacidad de la Fundación y a mí personalmente me resulta desagradable la placa que está a la entrada del bar del Hotel que viene a decir que éste se reconstruyó siendo alcalde Mikel Cabieces.


domingo, 28 de mayo de 2017

LA LIQUIDACION DE LA FUNDACION CASILDA ITURRIZAR






Siguiendo con los comentarios que Tasio Munarriz nos ha enviado relativos a las memorias de Txomin Bereciartua, recogemos hoy lo relativo a la disolución de la Fundación Casilda Iturrizar, ya que considera un equivocación decir que “los Padres Agustinos cedieron a esta Iglesia el dinero procedente de su liquidación", debida probablemente a su desconocimiento de los documentos que atestiguan que los PP. agustinos nunca fueron propietarios de dicha Fundación.



Los PP agustinos solo eran dueños de los jardines y huerta (a la derecha del comienzo de la calle (Almirante Cristóbal Mello), palacetes y antigua capilla del Muelle Nuevo (en total 43.984 m2). El dinero que sacaron con su venta, sobre todo a Gabriel Cotera, se lo llevaron cuando marcharon de la Villa. También llevaron a Salamanca el lienzo “Vizcaya laboriosa y mística” de Waldo Aguiar que les regaló el Ayuntamiento para colocarlo en el hall de
entrada a la nueva capilla del muelle.

El alcalde Mikel Cabieces lo trajo y, después de restaurarlo, lo colocó en el Instituto Juan Antonio Zunzunegui porque Waldo había sido profesor de dibujo de dicho instituto. Debajo hay una placa con otra falsedad: “Obra donada al Excelentísimo Ayuntamiento de Portugalete por los Padres Agustinos”. Regalaron al donante lo que éste les había regalado.

La propietaria de la fundación Casilda Iturrizar era la Villa de Portugalete, representada por un patronato compuesto por el alcalde, el párroco, dos PP agustinos y un representante del obispado. Como en 1979 se constituyó la parroquia de los agustinos en la nueva capilla del muelle, el párroco era otro agustino.

El 2 de diciembre de 1988 los miembros de la junta del patronato acordaron disolver la fundación entregando todos sus bienes al obispado, como exigía la escritura fundacional, de la que extracto estos textos: “Si por cualquier motivo…. la fundación dejase de existir legalmente…, el Sr. Obispo de la Diócesis se hará cargo de todo”

El 4 de marzo de 1988 el patronato comunicó al Departamento de Educación del Gobierno Vasco la disolución de la Fundación y el traspaso de sus bienes al obispado. El Ayuntamiento compró a éste todos los terrenos (12.500 m2) y los edificios (antiguo convento y las escuelas de Casilda Iturrizar) por 150 millones de pesetas. El obispado distribuyó ese dinero entre las cinco parroquias de la Villa para cubrir sus necesidades, Txomin dedicó 5 millones a arreglar la vivienda de los curas de Santa María.

Y aquí destaco la paradoja. No sólo es un error decir que los PP. agustinos cedieron a la Iglesia el dinero procedente de la liquidación sino que la verdad es la contraria: Recibieron del obispado parte del dinero de esa liquidación, como las otras parroquias.


jueves, 25 de mayo de 2017

CUADRILLAS PORTUGALUJAS: 1950 LOS AUSTRIOS


 Entre el rico material fotográfico del archivo de la familia Garitaonandia-Adan recogemos hoy algunas de las fotos de la cuadrilla de amigos que utilizaron el nombre de Los Austrios tanto en las fiestas de San Roque como en los partidos benéficos que a favor del Hospital-Asilo participaron, correspondientes al año 1950.
La foto superior corresponde al día de San Roque y en él se reconoce a Escribano, Orsi, Pedro López, Jesús Egaña, Luis Garitaonandia, Escribano, Gerardo Garitaonandia, al txistulari Cuesta y varios otros de Sestao.
La pancarta dice:

PARA JUERGA Y HUMOR AQUI VENIMOS LO MEJOR.
Mientras San Roque nos ilumine y haya "pitarra" en la Villa que la juerga no se termine hasta llevarnos en angarilla.

En las inferiores,  el día de Santiago, los componentes del equipo que participaron jugando contra Los Húngaros, Manuel Escribano, Jesús Suarez, César Sánchez, Roque Mendieta, Jesús Ruiz, Pedro López, e Iñaki Ortiz, de pie. Agachados, Gerardo y Luis Garitaonandia, Armando Hernando, Valentín Martín, Adrian Heredia y Chelo Oribe.



La última foto tras el partido con también muchas caras conocidas.


miércoles, 24 de mayo de 2017

LAS OBRAS EN LA IGLESIA DE SANTA MARIA CON D.PABLO BENGOECHA DE PARROCO






Al hilo de las entradas con las memorias de Txomin Bereciartua de su paso por la parroquia de Santa María de Portugalete, Tasio Munarriz nos ha enviado unos artículos sobre algunos temas que considera importante recordar y aclarar, ya que él los vivió de primera mano, para evitar equívocos.

Empezamos hoy con las obras que se llevaron a cabo en los años anteriores a Txomin:



Cuando llegó Pablo Bengoechea en 1961, cambió la tarima del suelo sustituyéndola por terrazo y envió los huesos del antiguo cementerio, que estaba en el subsuelo, al osario de Pando, obra realizada por Gaspar Aroma; puso bancos nuevos, los actuales, y entregó las sillas-reclinatorios a sus propietarios; sustituyó la caldera de carbón por otra de gasoil para la calefacción; abrió una puerta a la sacristía por la capilla de la Inmaculada para hacer el acceso más directo al presbiterio, con el fin de que los niños pequeños entrasen si molestaban en el templo y para que los feligreses pudiesen acceder a hacer sus necesidades.

Consiguió que la familia propietaria de la capilla de San Antonio cediese verbalmente su uso, no la propiedad, a la Parroquia. Esta cesión no se constató en ningún documento porque Pablo, entre muchas virtudes ejemplares y admirables, era bastante bohemio y no se preocupaba de cuestiones formales. Pero la familia quitó el candado y conserva el documento de su propiedad. Txomin dice que rompió el candado. Si es verdad, alguien lo volvió a colocar. En los doce años que estuve de cura (1966-1978) en la Parroquia no recuerdo haber visto ningún candado. La única reforma que Pablo hizo fue retirar a la sacristía las águilas que servían de atriles en el presbiterio. Como hubo gente que le criticó por ello, no volvió a tocar nada de los altares y sus compañeros seguimos su consejo preocupándonos de otros temas que nos parecían más importantes.

Para completar la actividad de Pablo, hago pública una anécdota que solo yo conozco como único superviviente de aquella generación de curas. Nos contó que un día cogió una banderita española que rodeaba la base de una Virgen del Pilar que estaba en el altar de la capilla de Santiago y, como le daba corte que la gente lo viese, la escondió detrás de un confesionario. Nadie la echó en falta. Los que hicieron la reforma de 1991 la encontrarían sin conocer su origen.



En mi época no hubo ninguna desidia para conservar la basílica. En 1969 y 1977 se arregló el tejado con los correspondientes presupuestos de 261.240 y 400.000 pesetas. En 1972 se colocaron nuevas protecciones metálicas en las vidrieras. (Fotografía inferior de la revista El Abra). En 1976 se reformó el sistema de calefacción a cargo de la empresa Clima Norte por valor de 300.000 pesetas, reforma dirigida por Jesús Zaballa, yerno de “Angeles la lechera”. Se pidió un préstamo personal a la C.A.V. con los bonos de 1000 o 500 pesetas de 27 personas en 1979. Uno de estos ejemplares recogemos también.

El responsable de los dineros de la Parroquia era el seglar Antonio Gaztañaga, miembro del Consejo de Pastoral, vecino de Miramar. Para cubrir estos gastos nos arreglamos con las aportaciones de los feligreses, no del Ayuntamiento ni de la Diputación ni del Gobierno, que nos consideraban sus enemigos. Ni se nos ocurrió pedir una subvención. Fuimos también de los pocos en el Estado que rechazamos la paga estatal y no se cobraba por los funerales, bodas y bautismos. Tampoco se pasaba la cesta en ninguna misa ni se cobraba el estipendio por encargo de misas. Actualmente se pasa una bolsa.

La única intervención económica que tuvo el Ayuntamiento a favor de la Parroquia fue regalar las persianas de la Casa parroquial en 1967.

En julio de 1972 aparecieron pintados los muros de templo con estos letreros: TRADICION, VIVA ESPAÑA, 18 DE JULIO, DIOS PATRIA REY. Los carlistas escribieron en la revista “Márgenes” que ellos no habían sido. .El consejo pastoral parroquial decidió borrarlos. Pero en noviembre de 1972 en una noche en la que el Ayuntamiento apagó las luces del Campo de la Iglesia, según cuentan los vecinos, aparecieron otras del mismo tono. Y con los colores rojo y gualda. El consejo decidió no borrarlas para vergüenza de sus autores.

El 19 de febrero de 1974, un año y medio después, el alcalde Esparza nos envió un oficio obligando a la limpieza de las fachadas, amenazando a la Parroquia con pasarnos el cargo correspondiente si las limpiaba el Ayuntamiento. Como no le hicimos caso porque el responsable de permitir las pintadas era él, las borraron dejando durante varios años estos letreros en el paso a Las Canteras: ABAJO LOS CURAS QUE NO CREEN O AMAN A DIOS. CURAS ROJOS AL PAREDON. Peor hubiese sido que nos llamasen “colorados”. Esto no fue una ayuda municipal sino una reparación. Las fotografías de las segundas pintadas se publicaron en el periódico bisemanal “Márgenes” (22 de diciembre 1972–5 de enero de 1973), dirigido por Carmen Torres Ripa. Las de las primeras las realizó Foto Cortés y las llevé al Archivo Municipal.




martes, 23 de mayo de 2017

ANA Mª PALACIOS CASTELLANOS. PORTUGALUJA EN LA COLONIZACION DE LA PATAGONIA




El último número del periódico enportugalete.com nos ofrece la ficha de esta portugaluja del siglo XVIII, Ana Mª Palacios Castellanos.
Las escuetas noticias de su vida en aquellas tierras nos las dio a conocer la escritora Virginia Haurie, en su obra Mujeres en tierra de hombres. Historia de las primeras colonizadoras de la Patagonia.

Trascribimos el capítulo titulado ANA Y EL HERRERO:

Fuerte del Carmen, 1780

El amor que sentía Ana María Castellanos por el herrero era tan ciego que no veía lo que pasaba a su alrededor. También la volvió imprudente, haciéndole olvidar que en el Fuerte del Carmen la mayor distracción de los soldados era espiar a las mujeres. Ana María tenía veintidós años y un ardor que se le escapaba por el brillo de la mirada y el andar de las caderas. —¡Mucha mujer para ese borracho! —era el comentario de los hombres que la miraban pasar con ojos de orgasmo. Ana María tenía algo raro en esos tiempos: sabía leer y escribir. Pero no era libre, estaba casada con el labrador Matías Lagarreta, a quien más que trabajar la tierra le gustaban las borracheras. Tenía también un pequeño hijo llamado Josef que había heredado sus mismos ojos oscuros y fogosos. La Castellanos no se había enamorado de los músculos de Juan, el herrero, como pensaban las mujeres. Una noche plagada de estrellas, Ana escuchó el rasgueado de una guitarra que le desató la nostalgia. Como animal hambriento siguió su rastro hasta un vivac donde la música se mezclaba con la risa y las voces de hombres distendidos. Agazapada, desde lejos, apenas iluminadas por el fuego, vio una guitarra y unas manos enormes. Las mismas que muchas veces había visto domesticando el hierro. Allí, oculta entre las matas se quedó, hasta que el canto de los pájaros reemplazó el monótono croar de las ranas. Desde esa noche no hubo una en que no soñara dormida o despierta que era una guitarra. Y como cuando la mujer quiere no hay hombre que no quiera, empezaron los amores. No pasó mucho tiempo hasta que todos, por lo bajo, no hicieran otra cosa que hablar de Ana y el herrero.

—Mujer liviana —decían las mujeres.

—Hombre de suerte —respondían los hombres.

—Mala yerba —dijo el Superintendente Francisco de Viedma, que pretendía pobladores decentes en su ciudad. Como suele suceder, el marido fue el último en enterarse y como hacían algunos hombres en ese tiempo con las esposas infieles, le puso grillos en los pies. Pero esto no detuvo a la Castellanos ni al herrero, para quien romper un par de grillos era más fácil que cascar huevos. Un día empezaron las desgracias. Ocurrió una pelea en la que el herrero dio muerte a un indio conocido como el capitán Chiquito y fue llevado preso al bergantín Nuestra Señora del Carmen y Ánimas. Los indios reclamaron su muerte en venganza: el herrero sería ahorcado. Ana María creyó enloquecer. Sin paz ni consuelo pensó en arrojarse al río.

Bernardo Patruller, soldado del cuerpo de Artillería, quería desertar. Llevaba meses planeando la partida, buscando descontentos. Lo hacía con el mayor sigilo. En el fuerte no había peor falta que la deserción. Huir por tierra era empresa endiablada. Sin embargo confiaba en la destreza de la caballada que le había prometido Aguirre. Pero necesitaba dinero y lo más escaso en El Carmen eran los pesos. Esas circunstancias reunieron a la Castellanos con el soldado. Él se llevó los pesos y ella se quedó con la esperanza de la huida, prevista para la noche siguiente.

—Le encargo silencio, si se llegara a descubrir nos perdemos todos.

—Mi barriga está llena y quiero parir con mi hombre —dijo Ana María decidida.

Y escribió al herrero sobre los planes de fuga: el marinero Josef de Castro lo ayudaría a salir del bergantín y en lo de Aguirre se encontrarían con la caballada. Y como era mujer, también le escribió de su amor, de los dolores que sufría con su ausencia y del hijo que quería parir junto a él. Su marido le enredó los planes. Matías, despechado por tantos lloros por un ajeno y con el herrero preso, sintiendo a salvo su integridad, pensó que era tiempo de un escarmiento; de paso podría ganarse la gracia del Superintendente, que sabía que lo tenía mal visto.

—Mi mujer se ocupa de conmover para la fuga a las gentes de la población —dijo, y se fue dejando el aire sucio de traición y alcohol. Don Francisco de Viedma, para darse tiempo de encontrar a los cómplices, hizo detener a Ana María, con una excusa, en la casa de la mujer. Ella se inquietó pero confió: el herrero no la abandonaría. Y se las arregló para enviar las cartas. Cuando horas más tarde llegó el habilitado Vicente Vázquez y Salgado con las mujeres Pascuala del Campo y Francisca Longueras, Ana María supo que había sido traicionada. Desnuda frente a las mujeres que registraban sus ropas, más que humillada se sintió quebrada. No encontraron más cartas, sólo un cuerpo inanimado que insinuaba un hijo. Sobre la cruz, todos los implicados declararon que ella con sus malas artes los había instigado para la fuga y fueron puestos en libertad. Pero el fiscal consideró a la Castellanos culpable y fue condenada a dos años de prisión en el Uruguay. Su marido fue echado del Carmen y, obligado a realizar trabajos públicos donde no pudiera embriagarse. En la ciudad que soñaba Viedma no había lugar para vagos ni para mujeres que no supieran comportarse. Cuentan que las gentes del Carmen nunca supieron si a la mujer la castigaron por rebeldía o por liviandad. Y que, en cambio, sospecharon de la razón que salvó al herrero de la horca.

Una de las carta de Ana María al herrero hallada en el Archivo Nacional de Historia:

"Querido mío de mi corazón tú sabes lo que me pasa con este borracho que el fue a decir que me quería ir contigo y me han puesto en el cepo y así no puedo descansar este corazón de suspirar y aunque no te puedo ver no hay consuelo para mí que estoy suspirando todos los días aunque no hay consuelo para mí qué haré sin ti yo que estoy loca porque me falta la prenda en que yo me miro y prenda de mi corazón qué haré sin ti yo que me muero sin remedio porque ya no hay mundo para mí en qué espejo me miraré yo si me falta la prenda de mi alma que estimo yo y yo miro por la sangre que tengo contigo no te vayas que quiero ir contigo que si puedes salir para la caballada ahí está el paisano que dice que te ha de esconder que venga sin recelo hasta que se (...) a que nos (...) por tierra bastante gente que esto te lo pido por amor de Dios que si no estás perdido que tienen el precio mal parado porque dicen que te van a ahorcar por Dios te pido que no me dejes que quiero morir contigo que no hay consuelo para mí hasta que no te vea en mis brazos que estoy rogando a Dios para cogerte en mis brazos que no puedo descansar sin ti caigito de mi alma espero que me has de hacer este gusto que te pido por amor a Dios que estando la gente durmiendo te puedes escapar para afuera que es lo que puedes decir a Pepe acompañarte para que te puedas escapar por la guitarra no te la envío porque la vamos a llevar con nosotros por tierra quiere tres pero esta (...) en lo demás no hay consuelo para mí y así escribime y dame ese consuelo por amor de Dios que bien ves como estoy la barriga llena que quiero ir a parir contigo y así no te canso más hasta que vea conmigo quien de corazón estima y verte desea es tu querida.

Ana María de Palacios".




lunes, 22 de mayo de 2017

MAESTROS DE OBRAS PORTUGALUJOS: FRANCISCO BERRIOZABAL






Seguimos con los maestros de obras del siglo XIX, que fueron los artífices en parte del cambio urbanístico que sufrió la Villa, apoyándonos en las investigaciones de Roberto Hernandez Gallejones, que dada su admiración por el personaje que hoy recogemos, consiguió que se le dedicara una calle.

Francisco Xavier de Berriozabal y Garmendia, nació el 6 de febrero de 1848. Su padre que era maestro de obra en la Villa, y que también fue concejal, murió cuando él tenía 3 años por lo que tuvo como tutor a su abuelo Francisco Berriozabal Berrio, también maestro de obra al igual que lo era su abuelo materno Juan Ignacio Garmendia.

Condicionado por esta tradición familiar estudió la carrera de Maestro de Obras, en la Academia de Bellas Artes de Valladolid obteniendo el título en 1868. Se casó en Bilbao en 1871, y en 1873 proyectó su primer edificio de viviendas en la Villa, donde tendría una enorme actividad con numerosísimos proyectos, tanto en el ámbito privado como en el municipal, siendo el profesional más prolífico de todos los que trabajaron en la Villa en el último cuarto del siglo XIX ya que hasta que se nombró arquitecto municipal a Emiliano Pagazaurtundua en 1903, todas las funciones propias de este cargo recayeron en él actuando en la práctica como un verdadero arquitecto municipal.

De los 57  proyectos que en esos años se presentaron al ayuntamiento realizados por maestros de obras, 50 llevan su firma. Así que sería muy prolijo citar sus edificaciones tanto de inmuebles de viviendas o chalets y palacetes urbanos.

Para el ayuntamiento realizó todo tipo de informes, peritajes, proyectos de planificación urbana, enjuiciando incluso lo proyectos de importantes arquitectos que realizaron obras en la Villa, con los que en general mantuvo una pacífica convivencia.

Junto con Anduiza participó en la reforma del edificio de Escuelas públicas, proyectó los lavaderos de San Roque y Azeta (1889) y el matadero municipal (1890), y la primera la Casa-cuartel para la Guardia Civil (1892), o el barracón para soldados en el fuerte de San Roque.

Como miembro de la Junta de Caridad del Hospital Asilo firmó el primer proyecto de nuevo edificio en 1895, que finalmente se llevaría a cabo en su actual ubicación, llevando también la dirección de obra. Una denuncia de la Asociación e Arquitectos de Vizcaya en 1902, hizo que tuviera que intervenir Leonardo Rucabado, recién acabada la carrera, quien lo firmó en 1901 tras realizar algunos retoques en la fachada y distribución interna.

También actuó en el ámbito eclesiástico siendo designado por Sotera de la Mier para el proyecto del Colegio del Carmen, que tras un incendió fue reedificado por Julio de Saracibar en 1891, se le encargó la reconstrucción de la torre de la Parroquia tras la guerra carlista, o en 1892 en el convento de Santa Clara realizó el acceso principal, la espadaña o el edificio anexo de viviendas.

Fue además concejal y primer síndico en 1877 a 1881, director del cuerpo de bomberos, y miembro de la Junta de Sanidad.


domingo, 21 de mayo de 2017

MAESTROS DE OBRAS PORTUGALUJOS: MANUEL DE OTADUY




Como ya tenemos que pensar en el próximo libro de la Colección El Mareómetro que recoja los años que nos faltan del siglo XIX en la Villa, nos encontramos hoy con una profesión que tuvo gran importancia en su último cuarto de siglo como fue la de Maestro de obras.

El papel fundamental de estos era la conformación y remodelación de los espacios urbanos, y aunque sus limitaciones teóricas eran limitadas coparon las tareas y cargos propios de los arquitectos, siendo también encargados de emitir informes sobre los proyectos que llegaban al ayuntamiento, lo que ocasionó numerosos choques, ya que los trabajos que realizaban eran prácticamente idénticos. Esta titulación regulada por primera vez en 1757 se suprimió en 1871y se obtenía en Madrid o Valladolid.

Si en la Villa dejaron su huella muchos de estos técnicos la figura fundamental fue Francisco Berriozabal y en menor manera otro portugalujo como fue Manuel de Otaduy.

Vamos a hacer una escueta biografía de ambos empezando por el segundo, que era hijo de un matrimonio guipuzcoano que llegó a la villa en la primera mitad del siglo y donde completarían su prole con siete hijos.

Manuel de Otaduy Mendiguren nació en 1850 y realizó los estudios de Maestro de Obra, obteniendo el título en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Uno de sus hermanos, José Eustaquio (1845-1914), emigró de joven a Cuba donde trabajó en una ferretería y a su regreso fue concejal en Bilbao, y otro, Pedro, (1859-1936) a Inglaterra donde tuvo una fábrica de porcelanas.

El fue después de Berriozabal el maestro de obras más prolífico de los que trabajaron en la Villa ya que en el último cuarto del siglo XIX firmó por lo menos 16 proyectos de nueva planta y 22 reformas, aunque su proyecto más significativo de Portugalete es el plano topográfico de 1878, que recogemos retocado para mejor comprensión en esta entrada del blog.

Contó con una extensa clientela entre los vecinos más importantes de la Villa, como Benigno Salazar a quien le proyectó el palacete urbano del muelle viejo bajo su torre en 1881, donde actualmente está el bar Siglo XX, Fernando de Carranza que le encargó el proyecto de nueva planta de su casa en la calle Salcedo que daba a la Plaza (1876), o los Chavarri a los que reformó su casa de la calle del Medio. (1886) donde nació Víctor Chavarri.

En el cementerio de Pando también encontramos trabajos suyos como el panteón para la familia Juaristi de estilo neorománico (1882) o una artística sepultura para Brigida Calvo.

Fue elegido concejal en 1873 y en 1878 figura como miembro de la Cofradía de Mareantes.

jueves, 18 de mayo de 2017

LA HUELLA DE UN PORTUGALUJO EN MEXICO: FRAY JUAN BAUTISTA DE MOLLINEDO




En 1957 un artículo del marqués de Lede, descubrió que el agustino José Gabriel de Lasurtegui “muerto en olor de santidad” en Sevilla en 1862, tras hacer una notoria labor en Peru, había nacido en Portugalete. El ayuntamiento aprovechó entonces para poner su nombre a una nueva calle.

Si hubiera sido hoy, en la época de internet, quizás se lo hubieran puesto a este otro fraile portugalujo que comentamos y del que se puede encontrar amplia información en la red, pues como se ve ilustrando esta entrada tres pueblos mexicanos tienen en sus calles esculturas en su recuerdo como fundador de los mismos.

Juan Bautista de Mollinedo (1557-1628) que participó en el descubrimiento y colonización de amplios territorios del país azteca, se embarcó de muy joven a América, y allí atraído por la labor de los frailes franciscanos ingresó en su convento de Acambaro (México) llegando a ocupar un alto cargo en dicha congregación. Interesado por la vida de los indígenas aprendió sus lenguas y preparó un proyecto misionero y de colonización de los mismos.

Vino a España para darlo a conocer y en 1601 regresó con un grupo de franciscanos dispuesto a llevarlo a cabo. En 1607 fue el primer europeo en adentrarse en tierras aztecas tomando contacto con los originarios pobladores y levantando las primeras iglesias que se construyeron en aquellas tierras para los indígenas mayas.

En 1612 una cedula real le permitió fundar misiones en esta región con el cargo de Comisario. Entre ellas destacan en 1617, los pueblos de Rioverde, Valle del Maíz, Tula, y Jaumave, en donde hoy se levantan esculturas públicas en su memoria.

Durante la década siguiente junto con otros miembros de su congregación recorrió buena parte de esta zona de México, catequizando a diversas tribus indias y fundando congregaciones de su orden.

Como responsable franciscano de la estas nuevas tierras viajó a España para tratar la controversia entre el Arzobispado de México y las órdenes religiosas de agustinos, dominicos y franciscanos y aquí cayó enfermo muriendo en el convento de Madrid en 1628.

Hoy la historia de aquellos pueblos le recuerda y reconocen su labor con las citadas esculturas, pinturas murales o un colegio que lleva su nombre.












miércoles, 17 de mayo de 2017

CUANDO EL MUELLE DE HIERRO ERA ZONA DE BAÑOS: ESCALERAS DE CHICOS Y ESCALERAS DE CHICAS (3)




Seguimos hoy recordando los baños de la Punta en las escaleras de los chicos y de las chicas, que recogemos en las dos fotos que encabezan esta entrada. A la derecha, de 1950, con los hombres y la de la izquierda de unos años antes de mujeres, con Mertxe Adán a la derecha sobre las rocas con un traje de baño blanco hecho de un vestido que se le inflaba en el agua según nos confiesa. Al final tras el texto la foto de los chicos entera.

Aquellos baños veraniegos, separados por sexos, dejaban bien a las claras lo brutos que éramos siempre que acudíamos en busca de las chicas para “dejarnos ver”.

Recordando con Juanjo del Horno “Trole”, Josetxu Fdez. Larrondo, Paco Martín, Javitxa Martínez, Josemi Palacios, Javi López Isla y otros bañistas de distintas épocas, todos coincidimos en la relación amistosa y la protección, que a pesar de la distancia (110 m), les proporcionábamos. ¡Hay amores que matan!

De vez en cuando, los chicos hacíamos un “safari acuático” en fila india desde nuestras escaleras hasta las de las chicas, la mayoría de las veces con el “trajebaño” tipo Meyba en la cabeza. Ya no estaba “Tin-tán” con su silbo. Al son de ¡Obenuno!, íbamos nadando y una vez allí, o bien las invitábamos a bañarse con un “de aquí para abajo, todas al agua” o las salpicábamos con técnica depurada. ¡Vaya forma de ligar!

Según otro informante, había otra excursión en forma de “entierro”. Primero iban los monaguillos, luego el cadáver, flotando haciendo el muerto entre cuatro porteadores y luego toda la gente llorando pero al “motrollón”. Si venía el “chiva” a la escalera y preguntaba de quién era determinada ropa, para coger al culpable, entonces cualquiera de los que no había ido al “entierro” decía que era suya. Mientras tanto la procesión, ya disuelta, nadaba hasta la rampa de Santurtzi, donde se esperaba pacientemente a que pasara la tormenta para regresar en pequeños grupos.

Otro de los numeritos era hacer en pelotas “la pluma y el tintero”. Os podéis imaginar  que era la pluma y que el tintero. Cuando las chavalas se iban al morro, los “safaris” tenían el recorrido más largo, pero merecía la pena.

Pero, en las escaleras de los chicos la cosa ya era otro cantar. “Trole” ejercía de capo y junto a otros veteranos (“Tinín”, los Madariaga, Cobos…) que habían sufrido en su día con los de la generación anterior, nos hacían mil perrerías. La más famosa era “el paseíllo”, que consistía en coger entre cuatro por las muñecas y tobillos a la víctima elegida y desde las escaleras lanzarle al agua con el consiguiente espaldarazo o tripada. A veces, un empujón a los abusones les hacía caer junto a su víctima. A los de Sestao se les distinguía enseguida por su extraña forma de nadar de costado “a lo chica” y solían ser los “elegidos”. Qué decir de los “txunbos” que los finolis llamaban aguadillas o las guerras con fango desde el agua. Aquel fango debía tener propiedades dermatológicas, porque de vez en cuando nos embadurnábamos el cuerpo con él y colgándonos del suelo de los pasos “hacíamos el higo”, descolgándonos por el cansancio al grito de ¡estooooymaduuuuuuro!. Desde ese mismo lugar, nos lanzábamos al agua realizando numeritos, como “la carpa”. ¡Y no nos ha pasado nada!. Las chicas desde sus escaleras presenciaban de reojo los saltos y gansadas.

Otra costumbre que tuvo arraigo en diferentes épocas, fue el ir con unas monedas en el bolsillo oculto que tenían los Meybas, hasta Santurtzi (400 m) o hasta la playa de Las Arenas (700 m), para una vez allí, tomarnos un blanquito reparador. Alguno tenía allí la novia y animaba a realizar la travesía. Previamente habíamos calculado la corriente y el punto desde el que salir para poder doblar sin problemas la Mojijonera.

Me han contado, como una vez en Las Arenas, una cuadrilla se vio sorprendida por una galerna y debieron volver andando hasta el Puente y pasar la Ría. Cómo el espectáculo llamaba la atención, a uno de ellos se le ocurrió decir en voz alta: ¡Ya os decía yo que dejar la ropa al cuidado de aquella vieja no me parecía seguro y mira como hemos acabado! .La cosa acabó con una caminata desde el Puente hasta la Punta y además con galerna.

Las escaleras y las rocas estaban plagadas de zapateros, escaramujos, mojijones y ostrones, y con uno de ellos me corté el pie días antes de tener que bailar en Vitoria (1966). Tuve que ir a la pata coja y sangrando, hasta el consultorio de Felipe Llorca, encima del Metro, para que me hiciera un zurcido en frío. ¡Qué daño!.

De vez en cuando, los invadidos éramos los chicos, pero por las chavalas de Santurtzi que solían venir en bote desde su puerto. La mayoría de las veces (seguro que les gustaba) balanceábamos el bote entre sus gritos de pánico. ¡Nunca les pasó nada!.

Entre los habituales había muy buenos nadadores que formaban parte o pasaron a engrosar las filas de la Deportiva Náutica de Portugalete. La piscina municipal que se había abierto en 1959, con agua salada de la ría, fue restando efectivos poco a poco a las cuadrillas de la Punta y al final fuimos pasando por el aro. “Trole” seguía haciendo de las suyas desde el trampolín, admirando a propios y extraños con su famoso y temerario “avión”.

Cuando el tiempo no invitaba al baño, el recurso para pasarlo bien era coger los kiskillerosque había en casi todas las casas y una vez pasados por el mercado a por carnada, dedicábamos la mañana o la tarde, según la marea, a karramarros o kiskillas, sin olvidar a los “velludos” (eskarrak) de los que se contaban historias truculentas, como la de aquel al que un velludo le había cortado el dedo de un mordisco. Había que pescarlas en la plataforma del morro en los agujeros que tenían los bloques, con una varilla con un gancho en la punta. ¡Cómo costaba sacarlas!.

Bueno, estas son algunas batallitas que os mencionaba. ¡Espero que os hayan traído buenos recuerdos  y lo hayáis disfrutado!.



JOSE LUIS GARAIZABAL


martes, 16 de mayo de 2017

CUANDO EL MUELLE DE HIERRO ERA ZONA DE BAÑOS: ESCALERAS DE CHICOS Y ESCALERAS DE CHICAS (2)  




Estas dos escaleras que hemos visto en la entrada anterior estaban destinadas a cada sexo y un guardia municipal, que no conocí, al que apodaban “Tin-tán” controlaba desde el muelle con su traje blanco y casco del mismo color que nadie pasase de una zona a la otra. Su silbo sonaba con cada infracción.

Conocemos la existencia de tres bandos de diferentes alcaldes (1935, 1936 y 1941) en los que se muestra la moral de la época:“no se consentirá en modo alguno que se utilice para bañarse el Muelle de Hierro, en ninguno de sus dos paseos (arriba y abajo), ni permanecer ni transitar por ellos vestido con traje de baño”, “ni el uso de prendas de baño que no cubran el cuerpo de forma decorosa, ni llevarlos recogidos a la cintura, a pretexto de baños de sol, por medida no solo de moral sino de buen gusto”, incurriendo en delito de “gamberrismo”. (E. Retuerto-1935). “No se consentirá a nadie que se bañe desde el Muelle o sus escalas. Se habilitará para el baño la playa, el dique y el último espigón del Muelle de Hierro”, “los mayores de 12 años, en la playa, deberán usar, para vestirse o desnudarse, las casetas de baño, a no ser que vayan vestidos desde sus domicilios y cubiertos de un albornoz”. (C. Busteros - 1936). Valeriano Martín recordaba en 1941 las citadas prohibiciones y recomendaciones. Lo más gordo era que incurrirían en “gamberrismo”, quienes “circulen por los paseos públicos sin chaqueta o vestidos de forma inadecuada para la población”.

Los portugalujos fueron poco a poco sorteando estas prohibiciones o las autoridades fueron relajando su puritanismo.

En las fotografías superiores, en los años 40, de Mertxe Adán la vemos sobre las rocas junto a sus amigas de cuadrilla: Josefina Olano, Cipri Solaetxe (mostrando la pantorrilla), Amali R. Madariaga, Ortiz, Emili ... Como dato curioso, me apunta Mertxe, que en fiestas se solían bañar por la noche, previa inspección de que no hubiese parejas “amorosas” en el paseo inferior, en las cercanías de la escalera. Luego era ella el volver con el “trajebaño” mojado.

El bote de la imagen era portugalujo, pero no recuerda la propietaria.

Cómo las “escaleras de las chicas” no tenían “solárium”, salvo las rocas y la pasarela, éstas se desplazaban también hasta el faro para poner las toallas en los adoquines del paseo, bajando a bañarse a la planchada que rodeaba el morro, fundamentalmente en la parte que daba a Santurtzi.  

La creciente contaminación de la Ría nos fue expulsando de estos lugares de baño, en los que habíamos aprendido a nadar, fundamentalmente del “dique”, ya que entre la sangre y tripas del matadero, el petróleo de los desguaces de la Benedicta, el lavado de mineral y la contaminación industrial y humana, el baño allí se había convertido en una tortura, pero principalmente nos desplazamos al ir en cuadrilla muchos de los miembros del Elai Alai.

Pero bueno, el paso a la Punta era como un rito de mayoría de edad. Si te bañabas allí… ya eras un hombre.

Seguiremos mañana recordando estas “batallitas”…



José Luis Garaizabal

lunes, 15 de mayo de 2017

CUANDO EL MUELLE DE HIERRO ERA ZONA DE BAÑOS: ESCALERAS DE CHICOS Y ESCALERAS DE CHICAS (1)




Al figurar entre los fondos que nos ha facilitado la familia Garitaonandia-Adán, una serie de fotografías inéditas de las escaleras de las chicas, me he animado a refrescar recuerdos de aquellos baños veraniegos en la Punta. Y digo la Punta, porque nosotros siempre la hemos llamado así, ya que el carácter “de hierro” lo había perdido tras el hormigonado, realizado en 1933-34, de la plataforma superior y de las columnas de hierro que permitieron su construcción.

Empezamos hoy repasando nuestro archivo fotográfico, en el que vemos que en un principio no existía ninguna de las dos escaleras en las que se han bañado miles de portugalujos y vecinos de los pueblos limítrofes. La primera que se construyó fue “la de los chicos”, también conocida como “el Sporting”, dado que la barcaza del Club permanecía fondeada junto al espigón que se construyó seguramente para dar servicio al Club. Era un espigón que abrigaba un pequeño embarcadero con una escala, al que se añadió años más tarde otro tramo con unas escaleras de hormigón que fueron nuestro territorio de baños y gansadas. Sobre él, una artística farola que desgraciadamente no fue rehabilitada de fuste en 2012, ya que le faltan las lámparas y los globos protectores.

En la foto superior, sobre la vista aérea con las dos escaleras hemos colocado dos fotos con el muelle sin “las escaleras de las chicas”.

Junto al espigón se abrió inicialmente (h. 1920) un solo paso, que pasaron a ser dos al hormigonar el muelle, facilitando la circulación de las aguas y una comunicación más corta desde o hacia el puerto de Santurtzi.

Tras el hormigonado del muelle, se creó otro embarcadero, las “escaleras de las chicas”, a las que se accedía desde la parte baja del muelle tras bajar las escaleras que construyeron por la banda de la ría. También se construyeron otras dos escaleras a ambos lados del muelle, una junto al mareómetro y otra enfrente del tercer espigón de amarre, por la parte de la antigua playa.

Estos “pasos” fueron después un buen trampolín desde el que los más osados nos lanzábamos al agua, emulando los saltos que en los años veinte realizaban los socios de Sporting desde su sede flotante, como recoge la foto de Cesar Estornés en su blog. En sus rocas se pescaban mojijones buceando, aunque se corría el riesgo de una buena cagalera.

Bajo estas líneas con una foto cedida por Marinita Pérez del año 1957. 

José Luis Garaizabal


domingo, 14 de mayo de 2017

TRAS EL HOMENAJE AL OCHOTE DANOK BAT


Tras el acto de la semana pasada reconociendo la trayectoria del ochote Danok Bat, en las personas de tres de sus mas veteranos miembros, y ya que ellos nos han trasmitido su satisfacción y agradecimiento, recogemos hoy dos de las fotos que se mostraron allí, aprovechando para decir que el agradecimiento es por nuestra parte y por todo el Pueblo de Portugalete por sus tantos años de dedicación a la música y por llevar el nombre de nuestra Villa por todo el mundo.

Si la foto superior nos los muestra en Madrid, dejando bien patente su procedencia, la inferior nos recuerda que además de los que habitualmente han cantado en las actuaciones, hubo otros muchos portugalujos involucrados en el proyecto y que intervenían en ocasiones, como se puede apreciar en una actuación en el “Teatrillo”, que recogemos en recuerdo de nuestro compañero “del mareómetro”, Gaizka Arostegui.


jueves, 11 de mayo de 2017

IKUSGARRI, 50 AÑOS DE DEVOCIÓN POR LA DANZA




Este año cumple medio siglo de existencia el Ikusgarri Dantzari Taldea, de REPELEGA.

Para festejar este cumpleaños, sus integrantes han preparado una serie de actividades, que ya se están desarrollando desde el inicio del año. Mañana día 12 y hasta el día 25, presentan en el Convento Santa Clara una exposición de indumentaria, instrumentos musicales y fotografías, el próximo mes tendrá lugar el festival anual por fiestas de San Cristóbal en Repélega que será otro de los puntos álgidos del programa, y todo culminará el 28 de octubre con una espectacular representación.


Emilio Xabier Dueñas, ex componente de Ikusgarri y Presidente de Zatak Herri Ondarea, nos recuerda estos 50 años del grupo:

Desde 1967 y durante varias generaciones, la danza y la música del país han sido los elementos transmisores de un colectivo afincado en Repélega: Ikusgarri Dantzari Taldea.

Pero Ikusgarri no es únicamente un grupo de danzas. Son las personas que han ido pasando por su seno y las que continúan, las que han impregnado su filosofía, cambiante por los avatares sociales, marcando el devenir mediante fases y pasos, algunos de ellos perfectamente estructurados.

Ikusgarri es un agente cultural con evidente signo dinamizador del barrio y divulgador del fundamento autóctono, el cual ha sabido potenciar estas facetas con una seriedad y rigurosidad como pocas. Danzas y melodías de los 7 territorios de Euskal Herria se dan cita en su más que extenso repertorio: desde la más que cercana “ezpatadantza” de Durangaldea, hasta las Kabalkadakde Luzaide; desde una sencilla “sagardantza” de Baztan, hasta la complejidad de pasos de las danzas de las Maskaradak de Zuberoa; o desde las danzas de la Rioja alavesa, hasta los “ttunttunak” del Valle de Erronkari.

Su salidas al extranjero llevando por bandera física la ikurriña y por simbólica la de Portugalete, han servido para catapultar la localidad, de la que se sienten cuerpo y espíritu de ella. Países como Hungría, Rumanía, Inglaterra, Italia, Portugal, Francia o Suiza, han visto pasear la imagen alegre de una juventud o de unos adultos que, a pesar de la edad, no han perdido el buen humor y el saber hacer en diferentes escenarios.

Sin embargo, esa difusión exterior, sobre todo realizada en los últimos años, no nos debe cegar de lo ininterrumpidamente ofrecido en Portugalete: la organización de las fiestas de San Cristóbal, desde el inicio de su fundación como asociación; la participación en la “bajada” de San Roque o en la Virgen de la Guía; la salida con Olentzero el 24 de diciembre; la enseñanza de danza a gente mayor: o la entonación de la canción de Santa Águeda. Estos, son solo algunos de los ejemplos de lo variado que puede resultar el tocar diferentes campos de la cultura… y eso sin contar las incursiones en el deporte o en la fotografía.

Quién iba a decir a aquéllos/as primeros/as componentes que, con esfuerzo y humildad y sin dinero lograron montar un grupo de danzas vascas ensayando en el antiguo poblado de BabcockWilcox por falta de un espacio cubierto, a lo largo de 50 años, el Patrimonio Material y el Intangible acumulado iba a ser tan importante como para repensarse en seguir otros, al menos, 50 más brincando y marcando pasos de danza por todas las esquinas del país.