Siguiendo a Roberto
Hernández Gallejones, en su Historia de la Policía Municipal de Portugalete en el siglo XIX, el cuerpo de guardias de noche, veladores nocturnos o serenos,
se creó en Portugalete el 26 de Noviembre de 1.877, “…en vista de los sucesos tan desagradables que estaban ocurriendo en las
inmediaciones de esta población…, para conseguir la necesaria tranquilidad y
sosiego para el vecindario”.
En 1.883, se acuerdó aumentar la plantilla de veladores, por
la poca seguridad que hay en la población durante la noche, “y por la gran afluencia de gente que en ella
se cobija…” y en 1886 eran ya siete al mando de un cabo.
Las funciones de estos policías nocturnos (veladores), eran
las mismos que los diurnos, y se diferenciaban mayormente, por el marco horario
de actuación, y su indumentaria.
La descripción de ésta y su equipo eran, un capote, gorra de
piel, cinto y una badana “para resguardar
el pecho del calor de la linterna”, portaban además una lanza, un revólver,
una carraca, dos silbatos (el popular pito del sereno) y un farol inglés, oscilando
su edad entre los 28 a 45 años.
En el Archivo Histórico Municipal se conservan varios
Cuadernos, como el que mostramos arriba, que en aquellos años servían para
anotar “las detenciones practicadas por
faltas a las Ordenanzas municipales”.
Abriendo una página que comienza el 1 de julio de 1885 encontramos
17 personas que pasaron por “la perrera”
todas por el mismo motivo, “escándalo”,
salvo uno al que le encontraron durmiendo en un portal a altas horas de la noche.
Tres de ellos eran de la Villa, Buenaventura Arnaiz, Juan Egusquiaguirre y F.
Escribamo, que sufrieron “arresto menor”,
y el resto, en general “indocumentados”,
procedentes de lugares como Santander, Laredo, Amurrio, Reinosa, Laguardia,
Santa María Hoyos, Lagunza, o Matamoros. Las multas impuestas son de 1 y 2
pesetas.
Donde más noticias encontramos sobre su actuación es en el
barrio de Azeta donde se daban abundantes peleas con arma blanca por parte de
los obreros allí residentes, y trabajadores de los talleres colindantes. En
1890 el alcalde de barrio, exigía su presencia “…en caso de que hubiese alguna riña, como bastante a menudo suele haber
en este barrio”, debiendo estar de guardia por la noche, hasta el cierre de
las tabernas. Estas tenían que cerrar a las 9 ½ pero la mayoría lo hacía a las
10 ½ y 11.
Figuraban también entre sus obligaciones, el arreglo de las
farolas, que le obligaba a coger la escalera e ir a por petróleo, así como vigilar
que pasadas las ocho de la mañana, no se sacudiese ropa en los balcones, o se
barriese hacia la calle. Su servicio normal iba de la 1 ½ de la madrugada hasta
las 5 ½. Desde 1885 que se montó una máquina para sofocar incendios ejercían los
servicios de limpieza del alcantarillado y otras tareas de carácter
extraordinario fuera del horario reglamentario.