martes, 30 de junio de 2020

EL GRAN PREMIO NERVIÓN EN 1968


Esta foto de una tarjeta postal corresponde a la tercera edición del Gran Premio Nervión que como ya dijimos en este mismo blog tanta importancia tuvo en el resurgir de nuestras regatas.

En ella participó por primera vez la tripulación jarrillera, formada por los mismos componentes que había bogado en La Concha, con Felipe Arlucea de patrón, Avelino Larrea, José Luis Gonzalez (Txeli), Javier Darquistade (Petache), Miguel Tobar, Alfredo Cobos, Iñaki Axpe y Pablo de Val (Proel), Juan Llanos, Lejarreta, Román Murga, Txomin Hermosilla, Echaniz y Javier Antuñano (Pastelitos).

El resultado de la misma fue, 1º Fuenterrabía, 2º Michelín de Lasarte, 3º Pedreña, 4º Astillero, 5º Kaiku, 6º Portugalete, y 7º Luchana.

A pesar de este resultado, la valoración de la temporada que la directiva del club dirigida por Miguel López del Campo hizo fue muy positiva, pues consolidaba un proyecto con su propio pabellón deportivo que décadas después al ser derribado propiciaría unas instalaciones más modernas municipales al proyectar la Casa del Mar, actualmente RIALIA.

Sobre esta temporada dedicamos tres entradas con el título Echando un vistazo 50 años atrás.

 

  

 


lunes, 29 de junio de 2020

TORRE DE LA CALLE SANTA MARIA POR MIKEL TORKA


Mikel Torka sigue incansable con su producción artística y en este caso nos ofrece su recreación de lo que pudo ser la torre de la calle Santa María una de cuyas fachadas da a las escaleras de bajada al muelle Viejo, la travesía Manuel Calvo.

Estamos ante una muestra más del proceso que sufrió la estructura urbana de la Villa durante el siglo XIX de ir perdiendo su aspecto medieval, eliminando los restos de elementos defensivos como murallas o baterías, y trasformando sus torres en edificios de viviendas de vecinos.

En este caso la torre formaría parte de las murallas y no tenía edificación delante hacia la ría, de ahí las ventanas que se conservan y que recogemos junto el plano de la trasformación en casa de vecindad que llevaron a cabo Eustasio de Lejarcegui y su mujer Rita de Murrieta que luego se casaría con un Castet. El catastro la fecha en 1820.


viernes, 26 de junio de 2020

PRIMER CAMPEONATO DE ESPAÑA DE TRAINERAS EN 1944

Al igual que vimos en una entrada sobre las regatas de 1943, este año se había pensado seguir celebrando lo que llamaban Campeonato de Regatas del Cantábrico con la misma normativa y pequeñas diferencias del año anterior, como se especifica en el programa de mano que se editó.

No era fácil conseguir el acuerdo de todos los clubs en esta década en la que se estaban poniendo las bases para futuras ediciones y tras muchas discusiones y problemas se realizó una primera regata el día 23 de setiembre en la que participaron Pedreña, Orio, Kaiku y Fuenterrabía.

El segundo día participando las mismas embarcaciones se consideró como la Primera edición del Campeonato de España de Traineras, que primeramente se había pensado que lo disputaran una embarcación por provincia que previamente hubiera ganado su Campeonato Regional.

La bandera nacional y la Copa del Generalísimo la ganó Pedreña en dura pugna con Orio y tras ellos Kaiku y Fuenterrabia. Los premios se hicieron entrega en la Plaza.

Las fotos inferiores nos muestran cómo la tribuna de salida estaba situada, igual que en la edición de 1943, delante de la capilla de Santo Tomás en el

muelle Nuevo, con diversos momentos de la regata y la tripulación de Kaiku (en el programa de mano figuraba como Caicu).

Antes de la regata se celebró el Campeonato de España Interuniversitario, con embarcaciones de Madrid, Barcelona, Valencia, Valladolid, Sevilla y Zaragoza, ganando los primeros.

Al año siguiente este Campeonato de España se celebraría en San Sebastián, luego en Santander, y nuevamente en 1947 aquí.


 


jueves, 25 de junio de 2020

RECOGIDO DE LA PRENSA: “CLUB PORTUGALETE: EL CENTENARIO”, EN FORMATO PDF ONCE AÑOS DESPUÉS

Del periódico eldesmarque.com y escrito por el periodista Kuitxi Pérez recogemos el siguiente artículo: 

Con el llamativo, extraño, y doloroso retraso de once años, “Club Portugalete: El Centenario”, libro conmemorativo de tan gozosa celebración, ha sido, por fin, editado. Ni la directiva de entonces, presidida por Amable Martín Vidal, ni la de ahora, con Eduardo Rivacoba Zurimendi al frente. ¿Resolución? ¿Firmeza? ¿Iniciativa? ¿Audacia? ¿Valentía?... ¡Inacción!

Ha tenido que entrar en escena la Fundación El Abra, santo y seña del mundo de la cultura jarrillera. Su Colección El Mareómetro, encargada de la publicación de libros, novelas y los exitosos Cuadernos Portugalujos. Y, en última instancia, la Biblioteca Digital Portugaluja, para que la magna obra esté al alcance de los ojos de toda persona que quiera saber hasta dónde llegó el buen hacer de Quiroga y Las Heras, historiador@s portugaluj@s en l@s que Amable Martín depósitó toda su confianza.

Se podrá ver. Pero no habrá dedos para tocar sus hojas, pasar sus páginas, oler el papel. Se trata de un PDF. A descargar entrando en la Biblioteca Digital Portugaluja El Mareómetro, "y pensando que en un futuro pueda ser editado en papel, que es como a la mayoría nos gusta leer nuestra historia". Palabras estas últimas, entrecomilladas, de Rubén Las Hayas, santo y seña de La Fundación El Abra con el que este cronista se ha puesto en contacto para verificar lo que el periodista sospechaba desde aquel 'bis a bis' con el mandatario [Amable Martín Vidal] que, junto a Txutxi Aranguren como 'presidente de Honor', se sentaba en el palco del estadio de La Florida en el 'histórico 2009'.

Kuitxi, a fin de no repetirse, invita a l@s lector@s a rescatar aquel reportaje [30- marzo-2017] en el que, tras reconocer "pereza, desidia y hasta dejadez" por su parte, Amable Martín Vidal prometía que "antes de que acabe 2017 el 'Libro del Centenario' del Club Portugalete verá la luz". Promesa incumplida.

Ocho años habían pasado desde que, con el libro "prácticamente enmaquetado", inmerso en los fastos de tan glorioso cumpleaños, Amable demorara la publicación en beneficio de que la "errata y el gazapo no lo sean", "que no haya dislates que desfiguren el tiempo", "que aquel portero lesionado reciba el homenaje de la cita", "que las fotos que no habían llegado entonces puedan ver ahora la luz". Ocho años de retraso en 2017. Once, en 2020.

"¿Merece la pena esperar para, luego, seguir esperando sin ninguna esperanza?". Algo así, si no lo mismo, se preguntaba Ramón Quiroga Aoiz, coautor de un libro denso, inmenso, intenso, que le mantuvo unido durante más de dos años a Mariser Las Heras Postigo, historiadora implicada en esta 'expedición de cien años' a cuyo término no habría de ser agasajada con el premio de ver publicada su obra.

Mariser se quedó en Portugalete, como a la espera. Ramón, en cambio, visto lo que veía, temiéndose lo que sucedería, hizo las maletas y "por circunstancias de la vida", como recoge el 'Mareómetro', "tuvo que emigrar a México". Poco, o nada, se sabía de él, hasta que, "en estas pasadas navidades", relata Las Hayas, "se acercó a Portugalete en lo que habría de ser una corta visita familiar: estar con su ama, principalmente".

Ramón Quiroga convocó a Rubén Las Hayas para "trasladarme su deseo de que el trabajo [ese libro del Centenario durante once años "ninguneado"] fuera conocido por la gente en formato digital dentro de la Biblioteca Digital Portugaluja El Mareómetro. Ya de vuelta en Ensenada, Baja California, desde su hogar, Ramón Quiroga Aoiz habría de escribir "lo que forma parte de la introducción a esta edición digital, reflejo del pensamiento y deseo que desde México le mantenía unido a su Villa y a este libro" que junto a Mariser con tanta pasión había parido allá por 2009, cuando el 'Portu' se convirtió en un 'Club Portugalete' ¡Centenario! Nadie mejor que él, pues, para ayudarnos a entender el por qué de tan trascendente decisión... 

Introducción a esta edición digital

"Siempre han dicho que la distancia hace ver las cosas de otra manera, más objetiva quizás, con lo cual, desde el otro lado del charco, este portugalujo ha comprendido, por fin, que todo tiene solución, aunque esta que he tomado podría no agradar a algunas personas, pero sí ser la más correcta para mí. Tras muchos años de espera desesperada, de promesas incumplidas, hemos decidido que aquel proyecto del libro del Centenario, que empezamos hace muchos años [nos remontamos, aproximadamente, ¡al 2007!] para celebrar el Centenario de nuestro club de 'football' Portugalete 1909-2009, en el que pusimos nuestras ilusiones, ganas y tiempo de forma desinteresada y la colaboración de mucha gente que aportó fotos, noticias... para su elaboración, y en vista de que dicho proyecto se quedó en el olvido, hemos decidido que aquel esfuerzo merece su recompensa.

Y para nosotros, dicha recompensa es algo muy sencillo y simple: que la gente sea partícipe y conozca lo que hicimos...y lo disfrute como lo hicimos nosotros durante su elaboración. Así las cosas, aquel proyecto, ¡por fin!, verá la luz de forma digital gracias a Ruben Las Hayas y 'El Mareómetro' con su 'Biblioteca Digital Portugaluja'.

Para nosotros es un sueño que se hace realidad, después de tanto tiempo, para que los amantes del deporte y esos  otros que no lo son tanto tengan acceso a otro elemento importante de nuestra historia portugaluja como es nuestro equipo de 'football'. Historia con la que muchos portugalujos hemos crecido. Para que no caiga en el olvido la  apasionante historia del Club Portugalete escribimos este libro. Para que en la memoria colectiva de la Villa tenga un espacio privilegiado. Ya se dijo que "aquello que queda escrito perdura para siempre".

Desde Ensenada (Baja California- México)

Marzo de 2020

Ramón Quiroga

 

Post-Scriptum: Tras la publicación del libro en formato digital, Mariser Las Heras Postigo, coautora de la obra, mostraba su desacuerdo: "Ha autorizado algo sin mi consentimiento, y, por supuesto, el del Portu".

 

 


miércoles, 24 de junio de 2020

FOTOS COLOREADAS: EL MONUMENTO A CHAVARRI

 

No es la primera vez que recogemos la obra de Javier García, coloreando fotos antiguas, como lo hicimos con las aldeanas de Eulalia Abaitua en la contraportada del último de los CUADERNOS PORTUGALUJOS, aunque en el tuvimos el error de poner realizado por Javier Martín.

Hoy ofrecemos ésta de 1903 durante la construcción del monumento a Víctor Chávarri en la plaza y que ha sido muy repetida a través de diversas postales, de cuya divulgación fuimos pioneros en Bizkaia con la publicación de la primera edición en 1995 de PORTUGALETE EN LA TARJETA POSTAL.

 

martes, 23 de junio de 2020

AQUEL OTRO VERANO DE 1875


Ahora que estamos ante un verano atípico, tras la principal batalla del coronavirus, con las fiestas en el aire, los bares y el Hotel abriendo nuevamente en espera de que los clientes no les fallen, hemos revisado EL NOTICIERO BILBAINO del mes de agosto de 1875, tras haber dejado atrás el año anterior los episodios más duros de la guerra carlista.

Se anunciaba la playa con sus bañistas, que contaban con la protección, no de mascarillas como ahora, sino de suficientes destacamentos militares en evitación de algún nuevo rebrote carlista. Un barco que llegó a nuestro muelle desembarcó a 800 soldados y otros 200 siguieron hasta Bilbao. (La campa donde comerían el rancho se convirtió con sus pisadas en una plaza de la ranchería).

El Hotel gestionado al parecer por los militares presentaba un lleno total y anunciaba que admitían bañistas para setiembre una vez que se fueran desalojando las comprometidas. Y en el muelle Viejo se había adelantado el Café El Siglo, remodelando su local tras los destrozos de la guerra (como vemos en la foto no estaba en su situación actual) ofreciendo a “la elegante y selecta sociedad que allí concurre” sus inmejorables artículos. En otro anuncio la Compañía Inglesa de Aguas anunciaba que en dicho Café se podrían degustar sus aguas gaseosas tales como limonadas, naranja, champagne, sidra, agua sosa y otras.

Otro anuncio arrendaba una buena habitación para dicha temporada, situada en la zona del muelle viejo, señalando que “tenía agua para beber y lavar en la huerta de la misma casa”. Razón, el Café del Siglo.

Entre los anuncios o gacetillas también curiosas que encontramos está el que ante un verano de sequía de nuestros manantiales, había llegado un “explorador de manantiales, D. Pedro Busquet, antiguo y acreditado fontanero francés, quien por un precio módico se compromete a hacer toda clase de descubrimientos y aprovechamientos de manantiales, así dentro de la población como fuera de ella; advirtiendo al público que siempre que sus trabajos no los haga a satisfacción de los interesados no cobrará retribución alguna”. Se hospedaba en el nº 21 de la calle del Medio.

No había que olvidar a los niños y niñas necesitados de ayuda en sus estudios en épocas tan señaladas y se ofrecían clases particulares en el 2º piso del nº 27 de la calle del Medio. Preguntar por Rafael C.L.

Recogemos bajo estas líneas algunos de dichos anuncios así como otro vendiendo carbón de roble y encina en el nº 38 de la calle del Medio.



lunes, 22 de junio de 2020

LA PLAZA DE LA RANCHE POSTCOVIC


Este fin de semana nos hemos encontrado con esta estampa de la plaza de La Ranche, que empieza a ser habitual tras los meses pasados de confinamiento.

Esto nos lleva a recoger en estas líneas un breve recuerdo a la historia de esta plaza, en los últimos años tan olvidada.

Su existencia podemos decir que se remonta a hace un siglo y medio. El camino que iba desde la plaza de El Cristo al convento de las Monjas de Santa Clara, empezaba por un estrecho pasaje existente entre los edificios del Caserón, que hacía esquina con la calle General Castaños y el situado más abajo esquina con la entrada a Coscojales y paralelo a lo que antiguamente fue una parte de las murallas, que atravesaba las Atarazanas junto a un terreno que entonces pertenecía al Hospital Asilo.

Tras la guerra carlista la Villa acoge a cientos de soldados que tienen como principal alojamiento el edificio del Caserón que se acabó llamando el Cuartelón y en cuya parte trasera se servía el rancho a la tropa, lo que acabó dando el nombre a esa zona como La Ranchería.

Hacia 1880 los planos del Archivo Histórico nos muestran ya esta zona configurada como PLAZUELA, que limitaba con un pequeño murete con la calle Coscojales que a un nivel inferior llegaba hasta la calle del Medio.

El dibujo adjunto nos muestra la entrada a la plaza por el pasaje del Cristo y a la izquierda el pequeño murete con una pequeña verja de

hierro separándole de la calle Coscojales.

A final del siglo XIX se trasladó aquí el mercado de ganado que tenía lugar en El Cristo, por lo que se la conoció durante años como Plaza de los cerdos y a principios del siglo XX, sobre todo en los veranos, se celebraban las famosas “capeas” que tan gran aceptación tenían entre la juventud, donde la banda de música tocaba desde un tablado que se construía al efecto.

Tras la guerra civil la plaza se remodeló al derribar los dos edificios que la separaban del Cristo y construir el actual, con lo que al desaparecer el "pasaje" se amplió la entrada desde la calle del medio, ganando además la plaza la zona alta de Coscojales que se quedó separada por unas empinadas escaleras.

La actividad de la plaza con sus comercios de Atarazanas y el popular bar El Metro, se completó en 1949 con la construcción del Cine Mar, con lo que vivió años de esplendor llegándose a recuperar en ella la tradicional fiesta de La Cruz.

La desaparición del Cine Mar y El Metro dieron paso a unos años en que la plaza ha vivido totalmente desaprovechada. Representará esta nueva etapa postcovic 19 su resurrección?



viernes, 19 de junio de 2020

COMPARANDO PORTUGALETE A TRAVÉS DE LA FOTOGRAFÍA


Días pasados Txomin Hermosilla a través de su facebook CARTELERA PORTUGALUJA, comparaba la fotografía que nosotros utilizábamos para nuestra entrada de la Fonda de los Vapores, con la que nos ha ofrecido Borja Fernández en el suyo.

Como nos ha parecido una buena idea superponemos la foto de Borja (perdón por haber recortado un poco el cielo y el agua) con la que sacó el fotógrafo Jean Laurent en 1868.

Las comparaciones son odiosas pero reales.



jueves, 18 de junio de 2020

GREGORIO MAYORAL, EL VERDUGO BURGALES MAS FAMOSO DE ESPAÑA Y PORTUGALETE


La pena de muerte en la horca se abolió en 1832 para ser sustituida por la muerte mediante el garrote. Este mecanismo simple y sencillo consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola, que al girarlo causaba a la víctima la rotura del cuello. Pero ello dependía de la fuerza física del verdugo y de la resistencia del cuello del condenado. La experiencia demostró que no siempre sucedía así y la muerte solía sobrevenir por estrangulamiento que en algunos casos prolongaba la agonía del reo.

Este tema no es desconocido en la Villa y ya lo hemos recogido en otras ocasiones al recordar las ejecuciones en el fuerte de San Roque en 1940.

Iñaki Unzueta a quien seguimos en dicho relato decía que el verdugo era el burgalés Gregorio Mayoral, quien llegó con su pesada maleta de madera con la pieza de hierro necesaria para accionar la máquina de matar y que todo el mundo conocía como “Garrote”.

En Wikipedia encontramos que el verdugo más famoso de la historia fue Gregorio Mayoral Sendino nacido en Cavia (Burgos) en 1861, que empezó siendo pastor, zapatero, peón de albañil y soldado antes de ganar la plaza de verdugo en 1890, desempeñandolo durante 38 años, hasta su muerte en 1928. Así que no pudo ser el mismo.

Sin embargo revisando viejos ejemplares del Noticiero Bilbaino si encontramos que éste estuvo en la Villa. El 29 de noviembre de 1894 se había producido un crimen machista en Bilbao protagonizado por un joven de 32 años, Baldomero Ibañez, quien mató a su mujer y la arrojó a la ría. Dos años después a finales de año, tras el juicio en que fue condenado a muerte y a pesar de las numerosas peticiones de indulto (una de ellas era de Víctor Chávarri), Bilbao, donde llevaban 55 años sin presenciar una ejecución pública, vivió días de expectación, con la llegada desde Burgos del citado verdugo, a quien el diario lo cita como Juan Mayoral de 34 años.

Llegó en el tren, custodiado por una pareja de la guardia civil con su caja de herramientas y tras dejarla en la cárcel donde no quiso quedarse se hospedó en una casa de Zabalbide.

Al día siguiente 30 de diciembre de 1896, mientras en la planta baja de la cárcel se construía un patíbulo de madera con sillas para los asistentes, nuestro hombre se vino a conocer Portugalete que había estrenado su monumental Puente Transbordador, acompañado de la pareja de la Guardia Civil.

“Era bajo de estatura, regordete y con barba larga y poblada, vistiendo pantalón blanco y blusa negra y gorrilla del mismo color” y tras pasar el puente desde Las Arenas su presencia no pasó desapercibida.

La prensa no da detalles de su visita salvo uno muy significativo, al señalar que “cuando entró a almorzar en una casa de comidas de Portugalete, se negaron a servirle y le sucedió igual en cuantos establecimientos probó suerte” y es que su figura representaba la peor y más cruel de las profesiones y tal era el desprecio que en alguna ocasión fue abucheado y apedreado por el vecindario tras dar garrote a algún ajusticiado.

Un su biografía leemos que tenía “manos de artista” y que se dedicó a perfeccionar el instrumental para evitar infligir un tormento adicional al condenado, después de que su primera ejecución resultara muy costosa y con enormes sufrimientos. Según sus palabras, se sentía orgulloso de haber conseguido “humanizar” el “garrote”.

Su ajusticiado más famoso fue el anarquista que asesinó a Cánovas del Castillo.


 


miércoles, 17 de junio de 2020

CUANDO FRANCO VINO A PRESENCIAR LAS REGATAS EN 1939


Esta pequeña historia no es muy conocida entre nosotros. Hacía pocos meses que Franco, el día 1 de abril, había declarado terminada la guerra y volvía a Bizkaia a celebrar el segundo aniversario de la entrada de sus tropas en Bilbao y en los pueblos de ambas márgenes de la Ría.

Queriendo dar la sensación de que todo había vuelto a la normalidad, en las fiestas 

organizaban los espectáculos que siempre habían tenido gran aceptación, como eran las regatas, por lo que se programaron dos en la Ría para los días 17 de junio y 20 de junio, martes.

El campo de regatas como se ve en el croquis inferior se situaba entre la Dársena y la mitad del muelle de Hierro, con salida y llegada frente a los restos del destruido Puente Colgante, y la enfilación estaba marcada por dos postes situados en las terrazas de las casetas del Puente, donde se amarró un cable con las estachas de las embarcaciones.

La única condición para participar era que la embarcación tuviera una eslora inferior a 12,15 m. y ser tripuladas por 13 remeros y el patrón y solo una por cada puerto, pensando además en una primera regata eliminatoria.

Finalmente los participantes fueron Santurce, Orio, Ondarroa y Sestao.

El segundo día contó con la presencia de Franco, y como se ve en las fotos las tripulaciones en la salida puestos en pie le tuvieron que saludar brazo en alto.

En ambas regatas el triunfador resultó Orio por delante de Santurce, Sestao y Ondarroa.

La entrega de premios la realizó Franco a bordo del crucero Canarias y ante el interés que mostró el Almirante por las regatas, los ayuntamientos de Portugalete, Santurce y Getxo regalaron a la Escuadra Nacional dos traineras.


 


martes, 16 de junio de 2020

GUILLERMO FERNÁNDEZ RUIZ, (1940-2011), ENPORTUGALRTE.COM


La ficha de este portugalujo aparece en la edición de este mes del periódico enportugalete.com.

Pertenece a una saga cuya abuela Marta Beobide aparece ya en el diccionario biográfico portugalujo, como cocinera y referente en la historia de la gastronomía portugaluja, y su padre Luis Fernández, director de la Banda municipal de música sigue siendo todavía muy recordado en la Villa.

Esta ficha nos recoge escuetamente el perfil biográfico de él y de su hermano José Luis “Txelu” que dejó una gran huella en la natación portugaluja.

Aunque sus primeros estudios fueron los de Náutica, su vida profesional se dirigió al mundo de la radio donde alcanzaría gran prestigio en Radio Bilbao, y tras aprobar las oposiciones pasó a TVE convirtiéndose en uno de los precursores de la televisión en el País Vasco.

Como locutor deportivo destacó en la retransmisión de los partidos del Athletic, primero para la radio, siendo seguidor y rival de su hermano Txelu que lo hacía para Radio Nacional, y después para la televisión. Aquí sería especialmente recordado por sus apasionadas narraciones y cubriendo la Exposición Mundial de Montreal de 1967 o el Mundial de Fútbol de Alemania en 1974.

También trabajó como periodista para La Gaceta del Norte, y El Correo, siendo pionero en comunicación municipal al incorporarse al Ayuntamiento de Bilbao en 1968, durante el mandato de Javier Ibarra, poniendo en marcha el departamento de Relaciones Públicas. Fue asesor de protocolo, y dirigió el periódico Bilbao, volcado en transmitir una buena imagen de la ciudad, con nueve alcaldes distintos hasta que con Azkuna, se jubiló en el año 2000.

En su trayectoria profesional fue reconocido con galardones como la Medalla de la Villa de Portugalete, Premio Nacional de TVE, Medalla al Mérito en el Trabajo o la Medalla de Plata al Mérito Deportivo, concedida por la Unión de Periodistas.

Por su parte su hermano mayor José Luis “Txelu” (1934-2016) doctor en Derecho, catedrático de la Facultad de  Económicas, director de RNE en Bilbao y autor de numerosos artículos periodísticos, fue aficionado a la natación, siendo entrenador y presidente durante muchos años de la Deportiva Náutica, alcanzando esta durante su gestión la Medalla al Merito Deportivo. Las fotos inferiores recogen algunos momentos de su trayectoria.


 

 

 

lunes, 15 de junio de 2020

LA MEMORIA HISTÓRICA: LOS NIÑOS DE LA GUERRA. EL RECUERDO DE UN PORTUGALUJO: JESÚS URBINA

Ya hace 8 años con motivo del 75 aniversario de los bombardeos de Portugalete, Tasio Munarriz nos habló de una consecuencia de los mismos como fueron los evacuados y especialmente los niños de la guerra.

Ahora que en el Centro Cultural Santa Clara, Oroituz presenta una exposición sobre esta faceta de nuestra guerra, traemos los recuerdos de uno de aquellos niños Jesús Urbina Santamaría, que se recogieron en el libro Corazón de cartón, de Domingo Eizaguirre (1999).

El extracto de su salida en el Habana y su regreso en 1940 es el siguiente: 

La primera idea que tuve yo de Inglaterra me la dio Laurita Astondoa, hija de aquel famoso calafate de Portugalete. Me dijo que era como un plato lleno de mantequilla. Yo no creía que eso fuera verdad, sobre todo en aquellos días en que faltaba de todo. Arroz había, eso sí, y mi madre lo ponía hasta con puerros. (…)

 Era en la primavera del 37 y todo era hambre, miseria y miedo. Miedo sobre todo a los bombardeos constantes de la aviación franquista, aquellos terribles Junkers alemanes de chapa abarquillada. Aún me parece que los veo acercarse tres o cuatro a un tiempo y el ruido que hacían era algo que no se puede olvidar. La sirena de Altos Hornos nos avisaba de su llegada, a veces tarde cuando ya oíamos el ruido. El desconcierto y el pánico eran inenarrables.

Nuestra escuela de Abatxolo servía de cuartel a un batallón de soldados de la República. Los sótanos se habían habilitado como refugio antiaéreo y la gente corría despavorida hacia ellos cada vez que sonaba la sirena. Resulto ser una ratonera porque los aviones fascistas llegaron a saber que allí había tropas.

Mi amigo Municha y yo preferíamos escondernos entre los matorrales de la colina que llamábamos Campa de Vizcaya. Desde allí, agazapados, los veíamos llegar, casi siempre en dirección Mungia-Leioa. El aeródromo militar republicano estaba en Lamiako. Era un campo tan pequeño que aun hoy, viéndolo tan deteriorado, no puedo explicarme cómo podían operar desde allí los tres o cuatro ratas o chatos, rusos creo, siempre dispuestos a presentar combate a los bombarderos alemanes.

Aquellos combates aéreos nos producían una emoción indescriptible. ¡Ver en acción a la aviadora rusa y, sobre todo, al capitán del Río, el héroe de todos los chavales vascos, que a la tercera o cuarta pirueta, acompañada siempre por el tableteo de las ametralladoras, ponía en fuga a la aviación enemiga! (…)

Menos espectacular, pero más seguro como refugio, era el túnel del ferrocarril en Portugalete. Un día de Abril, bajando a toda prisa las escaleras de La Canilla hacia el túnel, tratando de llegar antes de que los aviones estuvieran encima, me caí y me hice una brecha en la frente.

Tuvieron que darme siete puntos de sutura en el hospital que se había improvisado en una casa del Muelle Nuevo.

Era mayo cuando nuestro padre nos dio la noticia sorprendente: mi hermana Anita y yo íbamos a embarcar en Santurce hacia Inglaterra, ¡hacia la tierra de la mantequilla! Mi madre y mi abuela nos hicieron dos petates de lona blanca. Mi padre les puso las etiquetas. Jesús …, Ana ….

Una tarde nos despedimos de nuestra madre y de la abuela. Relimpios, como dos gatos mojados, salimos andando hacia el muelle. Mi padre nos acompañaba. Cada vez que yo me distraía y rezagaba, él me empujaba suavemente con su paraguas. Supongo que sólo quería vernos libres de tantas penurias, asegurarse de que llegábamos al puerto a tiempo. Pensaría también en sus otros siete hijos, tres en el frente. Recuerdo vagamente el embarque en Santurce, lleno de gritos, casi todos llamando a la madre. Yo tenía nueve años, mi hermana doce.

 Encontrarme de pronto en un barco inmenso, lleno de críos como yo, fue para mí el comienzo de una gran aventura, de otra vida. En cuanto el “Habana” soltó amarras del puerto de Santurce, mi hermana empezó a notar los efectos del mareo y ya no quiso salir más del camarote, donde permanecía echada diciendo que quería volver a casa, que se moría. El barco era una sinfonía de voces lastimeras, ayes y gritos. Yo iba a lo mío, hacer viajes a la cocina y regresar con bocadillos, huevos cocidos y pastel de bizcocho, ¡Jauja…,! mucho de lo cual quedaba intacto en una balda del camarote porque, a pesar de mi insistencia, mi hermana no quería ni olerlo. El caso es que al segundo día de viaje la balda empezó a vaciarse. Mi hermana se recuperaba. La cara del cocinero fue para mí durante muchos años la de Cristo; ¡cómo olvidar a un señor que te entrega los más ricos manjares sin pedir nada a cambio? Treinta y tantos años después volví a verle de portero en una casa de Portugalete.

Al llegar nuestro turno, Ana y yo desembarcamos con nuestros hatillos al hombro. La Inspección de Sanidad inglesa, doctores y enfermeras, nos iba auscultando minuciosamente a medida que bajábamos y nos prendían en la ropa una cinta blanca si nos veían sanos o una roja si creían ver algún amago de enfermedad. A mí me pusieron una cinta blanca. (…)     

 Nuestra partida fue confusa. Chicos con chicos, chicas con chicas, me separaron de mi hermana. Pero en medio de aquel guirigay de gente volví a encontrarla y ya no me solté de ella. Vimos entre aquella masa en movimiento un flamante autobús y, esperando a tomarlo, a la cabeza de una fila de niños a una maestra de Portugalete  que conocíamos. Sin dudarlo nos unimos a su fila. Aquel autobús iba nada menos que a Londres, a la capital de Inglaterra, como nos habían enseñado en Abatxolo. (…)

A mediados de 1939 se repatrió bastante gente de la colonia a España. Yo me fui definitivamente a Londres a vivir con Mrs. Swinden y a mi hermana Anita la enviaron a trabajar en un hotelito de Blackwater que se llamaba “The Old Manor”. También ella tuvo un padrino que le brindó su casa, Mr. Osbome, de Silverdene, Famborough. Mi hermana conservó siempre muy buenos recuerdos de aquella familia.

Aquel mismo año comenzó la segunda guerra mundial y supe que el campo grande de la colonia se había habilitado con barracones del ejército inglés y con cañones antiaéreos. Londres se protegía con la famosa barrera de globos contra la aviación alemana (…)

En enero de 1940 mi padre nos reclamó desde Francia. Me dolió en el alma tener que despedirme de Mrs. Swinden, que había sido para mí una auténtica madre. Cruzamos el Canal en ferry y nos llevaron a París y de allí a Bayona. Mi padre nos acomodó unos días a pensión completa en un bar fonda. No se quién pagaría aquello, posiblemente el Gobierno Vasco en el exilio. Nos trasladamos después a una gran mansión habilitada para refugiados vascos en el distrito de Saint-Etienne: “Le Vigneau”. Viviendo allí mi hermana y yo fue cuando se produjo la invasión alemana de Francia. Mi padre, que trabajaba en Gers, lo dejó todo y se vino más de doscientos kilómetros en bicicleta a buscarnos.

Cruzamos a la buena de Dios la frontera de Irún los tres juntos. Fue el 24 de agosto de 1940. Volvíamos a casa después de tres años de peripecias. Encontré mi casa muy pequeña. Allí nos esperaba nuestra madre y allí había sufrido lo suyo, con sus hijos en el frente o desperdigados por el mundo.

La primera cena que nos dio nuestra madre al volver fue un guisado de carne con patatas como solo ella sabía hacer y de postre ciruelas claudias. Sabe Dios dónde pudo encontrar aquella carne.

De las miserias que se vivieron después sabe, o debería saber, todo el mundo. De aquella época negra, de la posguerra interminable, se podría hablar eternamente. Prefiero acabar


recordando con gratitud a aquella Inglaterra y a su gente que supieron acogernos en un momento tan difícil, que supieron tratarnos como lo que éramos, como a seres humanos, en su tierra de la mantequilla. 

El relato completo, con su estancia en Inglaterra se puede consultar en la Biblioteca Digital Portugaluja, bajo el título DIARIO DEL PORTUGALUJO JESÚS URBINA.



viernes, 12 de junio de 2020

PRIMER CAMPEONATO DEL CANTÁBRICO DE TRAINERAS EN 1943

Esta regata fue muy recordada durante mucho tiempo en la Villa y quedó inmortalizada por las fotografías que recogemos del gran fotógrafo Zorraquin. La prensa llegó a calcular una asistencia de 100.000 personas.

El remo se empezaba a adaptar a las nuevas condiciones de la posguerra y en aquella temporada tras establecerse un primer campeonato del Cantábrico de traineras y haberse celebrado regatas en Santander y San Sebastián el espectáculo llegaba el 25 y 26 de setiembre a aguas de la Ría de la mano de las tripulaciones de Fuenterrabía, Pedreña, Orio, Loyolatarra y Santurce.

Del programa que se publicó entresacamos algunas noticias de la misma.

Serían dos pruebas de 4.630 m. con tres ciabogas, con la salida frente a la escala saliente del Muelle Nuevo frente a la capilla de Santo Tomás donde se situaba la tribuna del jurado.

En la línea de salida existía un cable colgado entre dos postes atravesando la ría con 5 estachas con banderas correspondientes a los colores de las camisetas de las tripulaciones y las balizas en la Dársena y en la Punta del Muelle de Hierro. Las estachas servían para agarrarse los patrones en la salida y como balizas de llegada.

Una vez corrida la primera prueba, no se permitía dar plombagina a las traineras para la segunda prueba, ni hacer modificación alguna en las mismas. Estas tenían fijadas unas determinadas dimensiones en cuanto a eslora máxima (12 m.), manga y dimensiones del puntal y las tripulaciones las componían 13 remeros y el patrón y tres suplentes, que podían tener cualquier profesión u oficio, aunque debían residir en cada localidad o alrededores, Club Deportico, u organización sindical.

Ganó Orio (amarillo) a Fuenterrabía (verde) y por detrás Pedreña (cuero) cerrando la regata Santurce (morado) y Loyolatarra (azul).



jueves, 11 de junio de 2020

LOS PASADIZOS DEL CAMPO DE LA IGLESIA VISITADOS POR JOSE LUIS LANDALUZE


Empezamos esta entrada, antes de pasar a recoger el relato que anunciamos de la existencia de unos pasadizos y cámaras en el Campo de la Iglesia cuya antigüedad se remonta a la Edad Media, recordando que hoy 11 de junio de 2020 faltan dos años exactamente para que la VILLA DE PORTUGALETE celebre sus 700 años de existencia.

José Luis Landaluze, que entonces era dueño de la lonja de la casa nº 26 de la calle Santa María, frente al Campo de la Iglesia, nos narra cómo en Marzo de 1984 al realizar obras de acondicionamiento de dicho local con una entrada por el cantón de la Iglesia y otra por el portal, debió realizar una zapata para afirmar una columna cuya base se encontraba podrida, que soportaba un altillo sobre el que  en su día existieron tres viviendas. Dicho local es hoy en día tienda de repuestos de electrodomésticos RELSA.

Al cavar, el suelo se hundió, dejando a la vista un pasadizo. Con una sencilla linterna bajó al mismo, apreciando que era el inicio de un pasadizo que pasaba bajo la ventana de la fachada que da a la calle Santa María dirigiéndose, más o menos, hacia la torre de la iglesia de Santa María. (Nos realiza un croquis que situándolo sobre la vista aérea de Google, encabeza esta entrada).

El techo del pasadizo estaría, más o menos, a un metro de profundidad del suelo de la lonja y a 1,30 m del suelo del cantón. Estaba revestido totalmente de piedra labrada sirviendo el muro-zapata de la fachada al cantón como muro derecho del mismo, siendo su techo abovedado con unas medidas aproximadas de 1,00 a 1,50 m de ancho y unos 2,50 m de alto.

Recorrió el pasadizo, que entonces (mes de marzo) estaba seco, hallando al de pocos metros una primera sala, también abovedada, con unas dimensiones de 4x4 ó 5x5 m., teniendo a derecha e izquierda unos nichos mortuorios embutidos en las paredes laterales de forma paralela al eje del pasadizo. Este tipo de enterramientos ya se realizaban en Roma en los primeros siglos de la cristiandad en las llamadas catacumbas.

No recuerda, han pasado 36 años, cuantas filas de sarcófagos había, pero cree que al menos dos y que algunos de ellos tenían inscripciones, tal vez góticas, en latín o castellano antiguo.

Continuó el recorrido, llegando a una segunda sala de las mismas características constructivas, pero con dimensiones mayores (7x10 m.), también con nichos en sus muros laterales e igualmente en sentido paralelo al eje de la sala.

Una vez salido de la sala, el pasadizo se bifurcaba. Un brazo seguía, más o menos, hacia la derecha de la torre de la iglesia (hay que comprender la indefinición teniendo en cuenta los medios del informante). Este primer tramo desde la tienda hasta la torre medirá unos 75 m.

Otro pasadizo, giraba más o menos en ángulo recto bajando en dirección hacia la ría y antes de llegar a la altura de la Torre de Salazar halló una nueva sala de las mismas dimensiones y características que la primera, también con sus nichos.

Una vez fuera de la sala, un pasadizo se dirigía hacia la torre de Salazar sin poder precisar si iba hacia el interior o hacia la fachada SO de la torre. Estos dos tramos desde el pasadizo principal medirán 40 m. aproximadamente.

A partir de ahí y coincidiendo más o menos con el muro de contención que soporta las tierras sobre la escaleras que suben de la Puerta de Salazar al Campo de la Iglesia, comenzaba otro túnel descendente tallado en la roca y sin revestir de piedra como los anteriormente citados, por el que bajaba una escalera sin descansillos hasta llegar a un gran charco. Por encima del túnel estarían los “caminillos” que comunicaban el Muelle Viejo con la Puerta de Salazar y el Campo de la Iglesia, hoy en día ocupados por el edificio de la Biblioteca Municipal y el Archivo Histórico. No puede precisar si el agua sería de filtraciones de agua dulce o salada. Estas escaleras medirán unos 25 metros.

Dada la amistad que tenía con la difunta Karmele Goñi, Directora del Museo Vasco de Bilbao, le comentó el hallazgo pero pronto se dio cuenta de que las investigaciones arqueológicas le retrasarían la puesta en marcha del negocio, así que tapó el agujero y realizó en hormigón la zapata y base del pilar.  

El Museo analizó tres catas de distintas vigas de la lonja y según informa, dieron como resultado que databan aproximadamente de 1364.



miércoles, 10 de junio de 2020

LA VIEJA TRADICIÓN ORAL DE LA EXISTENCIA DE PASADIZOS ENTRE LA TORRE DE SALAZAR Y LA IGLESIA

Uno de los grandes misterios que ha tenido la historia de nuestra Villa, ha sido el de la existencia de pasadizos subterráneos que construidos en la Edad Media por la familia Salazar unían su torre con el interior de la iglesia o con el Muelle Viejo.

Tras la destrucción de la torre durante la revolución de octubre de 1934, fueron muchos los niños portugalujos, como se ve en la foto superior, que se adentraron entre sus muros y constataron que existía un agujero por el que los más atrevidos se metían unos cuantos metros. Nuestro difunto amigo Gaizka Arostegui recordaba como en los años 40 había jugado con sus amigos entre los derruidos muros de la torre y cómo desde el interior de la misma bajaban por un túnel o pasadizo estrechísimo hasta el jardín de la 2ª torre de Salazar ocupado hoy por la terraza de un bar.

Este tipo de recuerdos todavía lo tienen algunos portugalujos actuales que relatan como siendo chavales se metían por un agujero que se había desplomado pegante a la pared de la torre y que, según se decía, pertenecía a los pasadizos.

Pero quizás estas leyendas donde mejor reflejadas quedaron fue en la novela “Las cenizas del esplendor. Memorias de la marquesa de Avendaño” (1987) de Antonio Menchaca, persona muy relacionada por parentesco con la familia Salazar e íntimo amigo del portugalujo José Mª de Areilza, que le animó a escribir el libro. En él la protagonista recuerda cómo: “aprovechábamos para jugar al escondite en el sótano, que tenía dos pasadizos subterráneos, uno derecho a casa del cura y Santa María, el otro hacia el río, por el que nos daba miedo bajar más de unos primeros pasos.

Los tíos contaban que lo habían explorado con candiles antes de que se derrumbara la bóveda, encontrando dos salidas, una a este lado de la ría, la otra en la margen derecha; antiguamente bajaban por allí a sus puestos los servidores encargados de echar la cadena sobre las aguas para impedir el paso a los navíos que se resistían a pagarnos el tributo. Eso sí sería emocionante, pensábamos, sin atrevernos a perforar la oscuridad.”. 

En la actualidad disponemos también de la declaración de un portugalujo que describe con todo tipo de detalles el recorrido que hizo por dichos pasadizos en 1984 y que mañana recogeremos aquí.

 

 

 


martes, 9 de junio de 2020

UN PORTUGALUJO, VALENTIN LLANOS, EN LA ODISEA DEL LEGENDARIO WINNIPEG, "EL BARCO DE LA ESPERANZA", DE PABLO NERUDA


En setiembre del año pasado en Chile celebraron, con la presencia de la ministra española de justicia, el 80 aniversario de la famosa odisea del legendario WINNIPEG, el Barco de la Esperanza, que trasladó a dicho país a más de 2000 refugiados republicanos españoles, el mayor contingente de pasajeros de toda la historia del exilio tras la guerra. Su aventura ha sido recordada en numerosas publicaciones, películas o libros de autores tan conocidos como Isabel Allende (Largo pétalo de mar), sin olvidar los recuerdos del mismo de su promotor el poeta Pablo Neruda.

Karla Llanos nos ha recordado que en dicha odisea participó un portugalujo, su tío Valentín Llanos Sierra, cuya historia es la siguiente:

En febrero de 1939, se abrieron negociaciones dirigidas por el poeta Pablo Neruda cónsul chileno en Francia para trasladar a Chile, donde se les concedería asilo político, a miles de españoles refugiados en campos de concentración del sur de Francia en condiciones de hacinamiento. Pasó previamente por Buenos Aires, Rosario y Montevideo, conde consiguió que organismos solidarios argentinos y uruguayos participaran en el financiamiento de esta empresa migratoria.

La misión era muy complicada pues se trataba de organizar el viaje en el menor tiempo posible, puesto que ya se vislumbraba en el horizonte el fantasma de la II Guerra Mundial

El traslado se efectuaría en el barco WINNIPEG, un viejo carguero de bandera francesa de alrededor 5.000 toneladas que transportaba mercancías desde África a Francia. No solía llevar a más de 70 personas, por lo que tuvieron que acondicionar sus bodegas para poder dar cobijo a los 2.078 refugiados.

El grupo más numeroso estaba formado por unos 500 catalanes, seguido por unos 200 vascos, la mayoría de estos últimos provenientes del campo de concentración de Gurs. Neruda seleccionó los pasajeros y respetó la petición del gobierno de llevar campesinos,  trabajadores cualificados y profesionales, además de intelectuales, que aportaran a este país en crecimiento, el cual había sufrido uno de los mayores terremotos de su historia unos meses antes.

En sus memorias “Confieso que he vivido” Neruda lo recordaba como “Misión de amor”, su mejor poema:

De más lejos, de campos de prisiones, al navío en el mar,

a la esperanza acudieron llamados uno a uno por mí, desde sus cárceles,

de Francia tambaleante por mi boca llamados acudieron,

se iba poblando el barco que partía a mi patria…

Zarpó del puerto fluvial de Pauillac el 4 de agosto de 1939. El viaje duró 30 días, y los últimos días de navegación los hizo cerca de la costa y a oscuras, por temor a sufrir atentados de submarinos alemanes.

Durante esos 30 días de travesía, los refugiados se organizaron para ayudar a la tripulación del barco a preparar las comidas, limpiar los baños o encargarse de la enfermería, espacio que fue testigo del nacimiento de dos criaturas. Por su parte los vascos como se ve en una fotografía crearon su coro para animar la travesía.

El día 26 de agosto el barco atracó en Arica, en donde descendieron un grupo de pasajeros que se instalaron en dicha ciudad del norte de Chile y el 2 de septiembre, lo hizo en el puerto de Valparaíso para desembarcar a la mañana siguiente recibidos por autoridades civiles como el entonces ministro de salud Salvador Allende, y Pablo Neruda, militares, dirigentes políticos, de sindicatos, estudiantiles, y numeroso público, que entonaban canciones republicanas para recibirlos.

De este contingente, un grupo subió a un tren directamente para la Argentina, otro grupo mayoritario viajó en tren a Santiago y alrededor de 600 se quedaron en la ciudad de Valparaíso, sobre todo aquellos con oficios relacionados con el mar, como pescadores, marinos, patrones de cabotaje, etc.

Valentín fue uno de los que se quedaron en Valparaíso, la misma ciudad en cuya bahía falleció el 12 de junio de 1942 a causa de una “contusión cerebral seguida de asfixia por inmersión” como consta en el documento Autorización de sepultación, seguramente mientras se encontraba sumergido a causa de algún trabajo que realizaba como buzo en el puerto de Valparaíso.

La muerte le sobrevino cuando todavía ni siquiera se habían cumplido 3 años desde que llegó a Chile. Fue sepultado el día 13 de junio de 1942 en el Mausoleo de la Sociedad Española de Beneficencia del Cementerio nº 2 de Playa Ancha (Valparaíso).

 


 


lunes, 8 de junio de 2020

JORGE SAVIN FERNÁNDEZ (1914-1973). EMINENTE MÉDICO GINECÓLOGO


Estamos ante un médico que destacó en el campo de la cirugía ginecológica, y si muchos portugalujos le recuerdan por su clínica del Ojillo, compañeros que trabajaron con él tanto en la sanidad pública, en Portugalete como el Dr. Ángel Alday o los que lo hicieron en Libia, le consideraron una verdadera eminencia en el quirófano.

Había nacido en Gallarta y como muchos otros portugalujos “bajaron del monte” para establecerse en la Villa. Su abuelo, un ingeniero de minas italiano, Antoni Savinni, había venido a trabajar aquí donde casado con una joven vascofrancesa, creó la familia Savin o Sabin, según el gusto de cada descendiente. Y su padre Federico Savin Echevarne (1885-1968) casado con Ángeles Fernández García (1888-1979) nacida en Santurce, se preocupó de que su hijo pudiera seguir su vocación por la medicina enviándole a estudiar a Valladolid.

Jorge destacó ya en sus estudios de medicina con notas muy brillantes y fue allí donde le sorprendió el estallido de la guerra civil, siendo incorporado a los servicios médicos de batallón de requetés Tercio de Begoña donde fue herido en el pecho por la metralla de una bomba.

Quizás al ser hospitalizado en el Hospital de San Juan Bautista conoció a la que luego sería su mujer Guadalupe Barroso González de Durana (1917-1995) que prestaba servicios de enfermera. Hija de Rodrigo Barroso Tuduri con tienda de zapatos en la calle del Medio y luego otras de tejidos, había nacido en La Arboleda poco antes de que la familia se trasladase a la Villa. En el recuerdo familiar quedó el hecho de que en los primeros años del siglo Dolores Ibarruri “La Pasionaria” estuviera sirviendo en su casa.

Tras casarse, ya con el título de médico, estableció en 1942 su consulta de MEDICO TOCOLOGO, en su domicilio de la calle San Roque nº2.

En estos años 40, teniendo como comadrona a la popular Josefa Arostegui, ayudó también a venir al mundo a muchos portugalujos. Al margen de sus fuertes convicciones religiosas, ayudando a muchos de sus pacientes que no disponían de medios, pronto destacó por ser un gran profesional.

Tras los primeros años de consulta en su citado domicilio, la trasladó al muelle Nuevo, a la casa que tenía su compañero José Mª de Iturriaga que ejerciendo en Sestao vivía en el chalet Villa San José del Ojillo con su madre, y quien a finales de 1949 al jubilarse quiso volver a vivir al Muelle, pasando Savin al Ojillo donde viviría con su familia y establecería su Clínica de Maternidad.

En 1950 obtuvo por concurso la plaza de facultativo especialista del Seguro Obligatorio de Enfermedad en la especialidad de ginecología y al inaugurarse el Hospital de Cruces prestaría allí sus servicios. Igualmente fue jefe del hospital de maternidad de Castro.

Su vocación de ayuda a todo el mundo, sobre todo a los más necesitados, hizo que junto con su amigo Angel Alday y el pediatra Zubimendi, promovieran la creación en Ortuella de lo que empezó siendo Dispensario antituberculoso, el primer centro de salud de la localidad. Allí se volcaron de manera altruista, sin cobrar nada a cambio, en atender a la gente más humilde de la zona minera.

Tras su etapa en la Clínica del Ojillo, cuyo último parto que asistió fue en 1964 con Mª Carmen Mendizabal esposa de su compañero Angel Alday, su vida dio un cambio total dedicando su experiencia a salvar vidas en uno de los países africanos con el sistema de salud más atrasado como fue el entonces reino de Libia, donde no tenían ni un solo médico de origen libio.

Allí luchando contra una cultura atrasada y en ocasiones inhumana, comenzó en la Clínica INAS realizando un trabajo serio. Enseguida destacó en su entorno profesional siendo nombrado director del Hospital Central de Tripoli, teniendo a su cargo médicos egipcios, yugoslavos y españoles.

En aquel cargo, con su prestigio profesional, sus conocimientos de idiomas, árabe, inglés e italiano y su personalidad humana, se relacionó con las primeras autoridades del país (en una carta a su hija les hablaba del rey como muy amable aunque enfermo), que le concedieron la nacionalidad libia obligándole a profesar el islam, un verdadero castigo para un hombre católico como él, devoto de la virgen de Begoña, de rezo diario del rosario, obligado a no poder entrar en la iglesia y a hacer el ramadán en el trabajo. Aceptó la situación recordando lo que le decía su madre: “Un hombre debe saber sufrir en silencio”.

En 1969 se produjo la revolución militar de Gadafi, con fuerte represión y expulsión de los numerosos extranjeros que había en el país, manteniéndole a él al frente de la sanidad como base para establecer un eficiente sistema de salud público y gratuito.

Ya para entonces había empezado a sufrir problemas de salud que paulatinamente fueron a más y a pesar de que era consciente de que debía dejar de trabajar, lo siguió haciendo hasta que al final ya era tarde.

En 1973 fue trasladado en un avión oficial a Madrid, al actual Hospital Marañón, donde le atendió el Dr. Salas que había sido compañero suyo en Tripoli, ingresando casi en coma. Consciente de su situación les anunció muy bajito, en italiano, “domani muoro” y al día siguiente murió. Tenía 59 años.

 Mi agradecimiento por la información y fotografías

  a Pedro Llinares,  Mª Angeles Savin y a Jesús Colet