Las Siervas de
María llegaron a Portugalete, allá por 1888, y tres años después se establecen
también al otro lado del Atlántico en Camagüey, en la Isla de Cuba.
Con el siglo XX
por el medio cada comunidad ha vivido sus propias historias y vicisitudes. En
la Villa empezaron residiendo en la Plazuela del Cristo y después en el Muelle
Viejo, para luego constituir dos comunidades de monjas que se establecieron en
el nuevo Hospital de San Juan Bautista y posteriormente en el convento
del Ojillo.
Estas del
Ojillo se dedicaron durante todo ese tiempo a la asistencia a enfermos a
domicilio, al igual que sus hermanas en Cuba, pero hoy como signo de los nuevos
tiempos dicho convento se ha convertido en residencia donde por la edad se
retiran las monjas tras su larga vida de servicio.
Sin embargo por
una casualidad nos ha llegado una carta que nos recuerda que actualmente se preocupan de recoger las
medicinas que la gente no utiliza para a través de Txomin Hermosilla,
enviársela a sus compañeras de Camagüey que las dan una gran utilidad.
La carta
escrita desde la comunidad de Cuba, un poco larga, como la utilización que dan
a esta ayuda, dice lo siguiente:
Sr. Domingo Hermosilla
Portugalete, España
Con el corazón rebosante de alegría deseamos expresarle nuestros
sentimientos de cercanía y gratitud por todo cuanto supone su colaboración al
ejercicio de nuestro ministerio en favor de los pobres y enfermos, deseamos de
todo corazón que sea el Señor quien recompense como solo él sabe hacerlo tanta
generosidad y entrega desinteresada con el fin de aliviar un poco el dolor y
sufrimiento de nuestros hermanos menos favorecidos de la vida.
Con gusto respondemos a su justa petición con respecto a los medicamentos y demás material sanitario que
con puntualidad nos envía cada mes para paliar en la medida de nuestras
posibilidades nuestro trabajo en atención a los enfermos y necesitados que
diariamente se acercan a nuestra puerta extendiendo sus manos en demanda de
asistencia.
Aprovechamos este medio para hacer llegar nuestro agradecimiento a todas esas personas a las que llamamos
nuestros bienhechores, que anónimamente y tal vez sin darse cuenta son los
eslabones que forman esta gran cadena de ayuda humanitaria.
Cada cajita de medicamentos, cada tubo de
crema, cada material de curas, etc., etc., etc., que usted recibe de tal o cual
persona solidaria es una gota de
bálsamo que además de aliviar un dolor o curar una herida, mitiga en el corazón
de la persona que lo recibe el dolor y el sufrimiento que le produce el verse
imposibilitado de poder encontrar por vías normales, como sucede en cualquier
país del mundo, el medicamento que necesita.
Quisiéramos poder explicarle, poder expresarle la alegría, el
agradecimiento de estas pobres personas que muchas veces después de caminar
días y días por la ciudad visitando farmacias, policlínicos, iglesias tratando
de conseguir los medicamentos que le han sido recetados por los médicos, que en
muchos casos aun teniendo el dinero en sus manos no logran encontrar lo que
necesitan y cuando después de mucho caminar ya casi sin esperanzas pero
queriendo agotar todas las posibilidades llegan a nuestra casa porque alguien
les dijo, “mire vaya donde las monjitas
Siervas de María y pregunte” y ver que aquí encuentran lo que tanto han
buscado y que no les cuesta nada o sea que lo reciben gratis.
Muchas, muchas veces se echan a llorar, incluso los hombres, lloran de
agradecimiento por que al fin pueden comenzar a tratar el mal que les aqueja,
ese llorar manifiesta la angustia, mucho tiempo llevada en el corazón, ante la
posibilidad de no conseguir sus medicamentos, esto es la realidad que vivimos a
diario aquí en nuestra pequeña casita en esta provincia de Camagüey.
Cuando la Madre va con sus pañales
desechables [pampers], que aquí no pueden ser desechables, hay que reciclar
para que duren un poquito más, esas mamás de los niños de CVA, que son enfermos
que al momento de nacer les apretaron un poco sus cabecitas con los fórceps
ocasionándoles daño cerebral irreversible, esas mamás no saben cómo agradecer
la llegada de esos pañales que tanto les ayudan a proteger los colchones donde
tienen acostados a sus hijos. Tenemos
como 15 familias con un miembro en esta situación en nuestro barrio, en
estas visitas aprovechamos también para llevarles leche cuando la tenemos.
Las bolsas de colostomía,
son otro producto que en nuestro pueblo brilla por su ausencia. Cuanto trabajo
pasan los pacientes con colostomía, sea temporal o permanente, cabe aquí
mencionar a una joven con una colostomía permanente pero que su condición,
hasta ahora, no le ha impedido poder llevar su vida “normal” dentro de lo
posible y ella misma nos dice que no puede desechar las bolsitas después de una
usada sino que las lava para volverlas a usar hasta que ya no sirva el
pegamento que traen, simplemente porque no las encuentra en ninguna farmacia ni
pagándolas a sobreprecio y nos cuenta la angustia que pasa cuando no las
consigue.
Así mismo pasa con todos los medicamentos que recibimos, los analgésicos, los antinflamatorios, los
hipertensivos y todos los que nos llegan, tal vez ustedes piensen que lo
que aportan no sea de gran valor porque son algunos medicamentos que ya no
tienen utilidad para ustedes, pero aquí en nuestra querida Cuba hasta la más
ligera aspirina tiene un fin
primordial, aun aquellos medicamentos que ya han cumplido el tiempo para su uso
también nos son de mucha utilidad ya que con ellos elaboramos pastas y cremas
que utilizamos en la cura de heridas y ulceras sobre todo los que son
antibióticos.
Es preciso ver cómo llegan aquí algunos pobres que tienen ulceras en
las piernas, muchos viven solos y ellos mismos se curan en sus casas con lo que
encuentren porque no tienen quien los ayude, al llegar a nuestra casa y
comenzar nosotras a curarlos rápido se comienza a ver la mejoría ya que usamos
medicamentos que son apropiados, a veces es necesario hacer combinación de
antibióticos y la lectura de los prospectos nos ayudan a realizar una mejor elección.
Ellos mismos se quedan sin palabras y no se conforman con decirnos gracias,
quieren manifestar ese agradecimiento de mil maneras porque les parece que no
dan las gracias suficientes.
También hemos tenido casos que
han estado ingresados en el hospital varios meses curándose allí pero cuando
ven que no obtienen los resultados esperados, dejan el hospital y vienen a
hablar con nosotras para que los curemos en nuestra casa, o en las casas de
ellos cuando en la nuestra no tenemos cabida para más, entonces es que
comienzan a ver que sus úlceras van mejorando, en ocasiones tardamos meses
hasta lograr que se cierren por completo y es casi imposible poder expresar la
alegría que sienten al verse curados y también nosotras experimentamos alegría
en nuestro corazón al ver la alegría de ellos.
Lamentablemente hay una gran
escases de medicamentos y lo poco que hay los pobres no tienen acceso a ellos,
algunos de estos medicamentos que recibimos pero que no tenemos como darle uso
porque son medicamentos algo complejos pues en nuestra comunidad tenemos dos médicos que nos ayudan en la
distribución de dichos medicamentos, ellos se los llevan al hospital donde
trabajan y los usan allí con pacientes ingresados o se los dan a otros que
asisten a las consultas y no tienen suficientes ingresos para costeárselos,
aquí es donde entra o llega la misericordia de Dios, misericordia que se
manifiesta porque ustedes la hacen posible, él toca los corazones y los mueve a
la solidaridad para poder lograr en nuestro pequeño pueblo algo de la
civilización del amor.
Sí, gracias
a Dios, pero también gracias a ustedes, tal vez estos acontecimientos no se
publiquen en la prensa o no los saquen en el noticiero de TV pero de una
cosa si pueden estar seguros, que Dios Padre Misericordioso tiene sus nombres
escritos en el libro de la Vida. Lo digo así porque así lo siento, en cada
ocasión que curamos, cada enfermo que asistimos o socorremos, es una lágrima
que enjugamos de unos ojos tristes que sufren el dolor y la angustia y en su
lugar dejamos un rayo de luz y esperanza dando a entender que un mundo mejor es
posible, basta ver esos rostros que nos llegan enmarcados casi por la
desesperación y ver como se transforman cuando logran obtener lo que tanto
necesitan para aliviar sus dolencias, nosotras Siervas de María por nuestra
vocación consagrada estamos llamadas a ser y hacer en nuestro mundo doliente
buenas samaritanas que mitiguen el dolor y sanen las heridas de nuestro tiempo
producidas más bien por el egoísmo y la ambición de quienes no toman en serio
la presencia de nuestros hermanos desfavorecidos.
Pero muchas veces no podemos llevar ese consuelo sin la intervención de
aquellos que en la retaguardia de la vida y con un corazón abierto a la acogida
del Espíritu de Dios saben aportar a tiempo, aunque sean pequeños fragmentos de
bondad que iluminan el sendero que juntos recorremos haciendo posible la
vivencia fraterna entre todos, esos que van en la retaguardia son ustedes, sin su cooperación, sin su aporte, no
logramos los frutos que obtenemos en nuestro ministerio con los pobres y
enfermos, una vez más les damos las gracias y les animamos a seguir adelante
siendo todos juntos consuelo y sostén, alivio y fortaleza en las penas y dolor
de nuestros hermanos necesitados.
Con un abrazo encomendando a Dios sus necesidades e intenciones me
despido
Su afma. en el Señor