Con motivo del 700 aniversario de la fundación de la Villa, Xabier Alberdi Lonbide, Director del Euskal Itsas Museoa de Donostia, nos ha dejado dos aportaciones sobre nuestra historia relacionada con el mar, como son un artículo en el Programa de Fiestas y una conferencia que tuvo lugar en RIALIA.
Reproducimos el primero:
Tal como su propio nombre indica, la razón de ser de Portugalete es el mar. Constituía un puerto natural, una ensenada protegida, situada aguas arriba de la desembocadura del Nervión, inmediata a su problemática barra de arena. En suma, un elemento imprescindible para las maniobras necesarias para sortear esa formación sedimentaria que constituyó siempre una dificultad para la navegación, pero, al mismo tiempo, una oportunidad para los pobladores de ese puerto, expertos conocedores del medio en el que se ganaban la vida.
Ya en época romana debió llamar la atención este especial
emplazamiento. Sin embargo, las primeras noticias históricas acerca del interés
que despertaba el entorno de la desembocadura del Nervión se retrotrae al
siglo XI. En concreto, el año 1054 Munio, obispo de Armentia o de Valpuesta,
según distintos historiadores, dio en permuta al abad de Oña el monasterio de
"Sancti Georgis" (Santurtzi) situada "en una isla del mar, en Somorrostro".
El puerto de Portugalete destacaba, sin duda, en estas relaciones entre la costa y el interior. Tal como su carta puebla indica, en Portugalete confluían los caminos procedentes desde Castilla a través de Orduña, Artziniega y Valmaseda, principales rutas por las que discurría el tráfico comercial entre la costa vizcaína y el interior peninsular. Otros caminos conectaban a Portugalete con las principales plazas comerciales y villas del entorno como Bilbao, Plentzia, Bermeo y Castro. Las actividades marítimas y comerciales que progresivamente se desarrollaban en Portugalete, acabaron por consolidarse definitivamente a partir de la concesión en 1322 de la carta puebla por doña María Díaz de Haro. En ese sentido, otorgaba a sus pobladores libertad de tránsito por todos los mencionados caminos, así como otra serie de exenciones y derechos que afianzaron la posición de preeminencia comercial que la nueva villa ostentaría hasta bien entrado el siglo XVI. En suma, hay que señalar que la concesión de la carta puebla fue la culminación de un proceso de crecimiento que venía de siglos atrás.
Investidos de exenciones y libertades y dotados de una institución municipal electiva, con exclusiva capacidad jurisdiccional sobre todas las cuestiones civiles y criminales que tuvieran lugar en sus términos, los vecinos de Portugalete constituyeron, en adelante, un agente de primer orden en el gran desarrollo que conocieron las actividades marítimas del País Vasco, entre las que cabe destacar la construcción naval y el comercio y transporte naval entre la fachada atlántica europea y el Mediterráneo occidental.
A partir del descubrimiento de América, la flota portugaluja sería una de las grandes protagonistas de actividades como la Carrera de Indias desde Sevilla o las grandes pesquerías de ballenas y bacalao en Terranova. Los vecinos de Portugalete, avezados desde su juventud en las dificultades que entraña la navegación merced a la barra del Nervión, participarían de lleno en expediciones comerciales y de exploración que se desarrollarían a durante los siglos XVI, XVII y XVIII a lo largo y ancho de todos los océanos del planeta, reafirmando una vez más la tradición marinera de la Villa y dando a conocer su nombre allende los mares.
En cuanto a la conferencia titulada Portugalete en los océanos: protagonismo de la villa marinera allende los mares, se puede reproducir en el siguiente enlace: