martes, 31 de agosto de 2021

EL KURDING CLUB

 


 El Kurding Club fue una famosa sociedad creada en Bilbao en los últimos años del siglo XIX y que tuvo una breve vida, en torno a los 14 años, pero cuya repercusión en la memoria colectiva bilbaína fue enorme.

Su nombre derivado de kurda (borrachera) indica ya hacia donde iban los objetivos de aquellos jóvenes señoritos que en número de 43, no solamente comían y bebían bien, sino que constituían un “club de artistas” cuyas actividades tenían más que ver con las bellas artes y así,  por ejemplo, hicieron exposiciones de pintura, bajo los auspicios de Manuel Losada, Guinea o Ignacio Zuloaga.

Los jóvenes del “Kurding” nunca tuvieron reglamento como tal y las normas se limitaban a un único artículo escrito en el pergamino de un pandero, que decía: “Dentro del local de la Sociedad, cada socio podrá hacer lo que le de la gana, siempre que no moleste a los demás”. Tampoco había Junta, ni presidente, ni secretario y solamente por turno y entre los voluntarios para ello, uno de los socios quedaba investido de plenos poderes, y con el pomposo título de ‘La Comisión’, hacía lo que le parecía conveniente, hasta vender los muebles y cerrar la Sociedad, y sin que nadie le pidiese cuenta de nada

Entre el grupo de los jóvenes que constituían el KURDING encontramos al portugalujo del “Saltillo” Emilio Vallejo Arana, hermano de la benefactora María Vallejo, y su cuñado E. Ramón Real de Asúa, abuelo de nuestro recordado amigo Juanito Real de Asúa que nos cedió la colección de fotos de sus estancias en Portugalete, así como su vecino en “El Salto”, Enrique Areilza.

La foto superior de un grupo de jóvenes en torno a una mesa, donde no sabemos si es en Portugalete pertenece a los citados fondos de Erramón como popularmente era conocido Real de Asua..

La prensa del 15 de setiembre de 1892 nos da la noticia de sus andanzas por Portugalete, donde tras una buena comida en el balneario, o en el Hotel, subieron hasta la plaza de toros de Vista Alegre donde al finalizar la corrida, y según era habitual, organizaron un baile. Según la reseña periodística “se bailó un monumental aurresku, que lo hizo don Manuel Valle, corriendo el atzesku a cargo de Ramón Real de Asúa, que con los demás cofrades Kurding, estuvo presenciando la corrida. Al aurresku siguió un rigodón y la fiesta duró hasta muy cerca de las siete, dejando un imperecedero recuerdo”.

Dos décadas después de la desaparición de este selecto club bilbaíno encontramos la existencia de otro con el mismo nombre en Portugalete, con su sede en Manuel Calvo 7 como Sociedad Recreativa de Amigos.

Las escasas noticias que tenemos de ella es que participaban en actos como salir a cantar el día de Santa Agueda, y que tenían estatutos como lo pone en evidencia el recorte de prensa de El Liberal del 13 de agosto de 1930, que nos facilita Karla Llanos , en la que se anuncia la celebración de su Junta General , con la aprobación del acta, movimiento de socios, las cuentas y la renovación de su directiva, que quedó constituida por los siguientes:

Presidente, Víctor Busteros;
vicepresidente, Joaquín Heredia;
secretario, Ernesto Marqués;
tesorero, Alfredo Lavilla;
vocales, Juan Sáenz, Dionisio Diaz, Manuel Fernández y José Pradera.

En los años 60, en la calle del Medio nº 18 existió un bar con este nombre KURDING decorado por Edu Burgos (un buen amigo que bien podría ser el prototipo del portugalujo candidato a representar a los citados miembros del Kurding Club) del que Emilio Primo componente de aquel grupo musical Los Catires (1962-68) recordaba “entrabas y tenía la barra, luego unas mesas y al fondo un reservado tipo medía luz que era donde cantábamos, Ese era, que yo recuerde, el único bar que ponía música en Portugalete”.

 

lunes, 30 de agosto de 2021

LA DARSENA DE LA BENEDICTA HACIA 1959

  


José Luis Garaizabal recoge estas fotografías aéreas que ha publicado Luis Casas en su blog de Sestao en el recuerdo admirándose del gran cambio que ha sufrido nuestro paisaje urbano.

Lo primero que le llama la atención es lo dañado que estaba el muelle de la Benedicta que ya trató en otra ocasión en este blog.

Analizando que están las casas de B&W y "Diego Valor" (como se llamaban entones al grupo Miramar)  y en los cargaderos hay atracado un gran barco, que seguramente será un barco de guerra, cree que se puede fechar hacia 1959.

Sería interesante ver la vista aérea de todo Portugalete ya que en el "comparador de ortofotos" de geo.euskadi.eus hay del 45/46, 56/57 y salta a 1965.

Aprovechando esta investigación José Luis llega hasta el Muelle de Hierro y nos comenta que el de Google Maps (móvil) debe ser de Santurtzi porque se lo han adjudicado y la realidad tal y como muestra el plano oficial de la Villa, es que todo él, hasta el medio de la Ría es Portugalete. Ya se han adueñado del relleno no dejando circular a los coches y autobuses de línea para que ahora nadie les diga nada sobre nuestro Muelle de Hierro que curiosamente Google Maps llama "Faro de Portugalete". La Comisión del 700 Aniversario les debería poner las cosas claras.

Sin embargo, para la aplicación SIGPAC del Ministerio de Agricultura lo deja en tierra de nadie, pero ojo, que para la Diputación, la cosa tiene su miga. Sigue sin asignar a Portugalete la mitad de la Ría y la zona interior mirando a Santurtzi, creando un sinuoso límite a lo largo de las rocas de la escollera. Hablando de Heráldica portugaluja ya tratamos este tema.

A propósito de corte del relleno. ¿Qué pasaría si por la razón que sea se queda un autobús de línea cruzado en la subida a Abaro desde Martín Fdez. Villarán?. ¿Por dónde se saldría en coche del Casco Viejo, Muelle Nuevo, etc?. Toda la salida pasa por ese pequeño tramo de la calle Bizkaia.



 


 

viernes, 27 de agosto de 2021

FOTOGRAFIAS: FESTEJOS EN LA PLAZA

 


Recordando las fiestas en las que la gente se podía arremolinar y subirse hasta las barbas de Víctor Chávarri, sin temor al COVID, recogemos hoy estas dos fotos de antaño cuando frente al ayuntamiento se organizaban festejos. 

A la derecha la foto de Jacinto Rojo, de mediados del siglo XX y a la izquierda en 1978 con un momento del levantamiento de piedra a cargo de Ramón Basañez, que en la actualidad regenta el bar LARRUN en la calle Salcedo donde se practica a diario el levantamiento de vidrio.

jueves, 26 de agosto de 2021

LA VILLA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX EN LA TARJETA POSTAL

 


Emilio Xabier Dueñas nos envía algunas postales de Portugalete de las cuales extraemos estas dos por su calidad, que al aumentar el tamaño nos descubre detalles de interés.

La superior es de 1910 está dedicada a “la Parroquia y Estación de Portugalete”, y aparte de la iglesia de Santa María con su pórtico se ve el edificio de las escuelas del Campo y la mansión de los Salazar en torno a su torre que sería pasto de las llamas en 1934.

Bajo el muro del campo de la iglesia se aprecia el camino que iba por detrás de las casas del muelle Viejo hasta la citada torre de Salazar.

El edificio de la estación tiene delante el embarcadero de las lanchas del pasaje a Las Arenas, de las que ya hablamos en otra ocasión.

La inferior de 1914, bajo estas líneas, tomada desde lo alto del Puente Colgante tras haber inaugurado en 1912 el nuevo kiosko de la música, nos muestra el casco histórico bajo el alto de San Roque con su fuerte militar, la iglesia y el caminillo de bajada al muelle viejo, o el frente de la Plaza, en aquella segunda década del siglo pasado.

Entre los muchos detalles, a la izquierda en su ángulo inferior, el rotulo de GRAN HOTEL y siguiendo hacia arriba la calle Coscojales con la torre de su parte superior con entrada hoy por Atarazanas, a la que le estaban construyendo adosada una nueva casa.



miércoles, 25 de agosto de 2021

UN RECUERDO DE PEDRO HEREDIA DE SU MADRE


Ya son muchos los años trascurridos desde que ocurrió este suceso. Mi madre había quedado viuda y sin recursos económicos. Para mayor desventura le quedaron ocho criaturas pues el mayor de los hijos contaba solamente doce años.

En el mayor desamparo acudió con sus cuitas ante quien llevaba en la Villa la vara de figurón mayor, todavía en manos de la aristocracia, pues las figuras minero-fabriles, que regirían posteriormente sus destinos, se hallaban por aquel entonces en embrión.

La respuesta del alcalde ante su petición angustiosa de una pequeña protección del Ayuntamiento, (no de su peculio particular) fue brutal y descorazonadora.

-¡Qué culpa tengo yo, señora, de que usted tenga tantos hijos!

-¡Qué le voy a hacer yo señora!

-¡¡Los mete en un saco y los tira al agua!!

Lo de señora, señora, no encajaba bien dentro de tanta brusquedad; pero vaya una solución. Era la propia de un navegante en corso, con bandera negra y calavera.

Mi madre que había tenido la mala suerte de nacer en el infortunio, se había acercado en aquellos momentos de su mayor angustia a aquel munícipe, sin saber que sus consejos se inspiraban, poco más o menos, en la teoría de Herrodes I, (aunque aconsejaba cambiar la degollación por la asfixia en las aguas de la ría del Nervión, tan cantadas por los vates populares) por lo que no esperaba semejante respuesta.

-¡Tirar a sus hijos al agua dentro de un saco! ¡Eso jamás! ¡No los tiraría, no!

Esa fue la firme voluntad de lucha de mi madre. Bendita sea.

Había en la Villa otras personas, por su ministerio más cercanas a la bondad, ante las que poder acudir en trance tan desesperado, y así mi pobre madre se acercó al señor arcipreste, a quien contó con todo detalle su entrevista con el alcalde.

El señor cura se quedó un momento pensativo. Después, elevando su voz, exclamó:

-¡Para haberlo dicho ese animal, no es mucho!

Luego, meditando una solución, en tono paternal, exclamó:

-No te apures, María, que todo se arreglará con un poco de buena voluntad.

Y a partir de estas esperanzadoras palabras del señor cura, comenzó para mi madre el calvario de su rudo trabajo, hasta con un poco de coraje, se si quiere, de ese coraje estimulante de su propia alegría, -filosófica alegría- para seguir luchando lo suficiente para que con su esfuerzo y las pequeñas ayudas aportadas por las buenas personas, que nunca faltan en este valle de lágrimas, su prole fuera desarrollándose hasta alcanzar la edad suficiente para hacerse jornaleros, que para nosotros fueron los doce años, como ordenanzas repartidores de telefonemas. Después, al cumplir los catorce, a la Vizcaya.

Ya ves, querido lector, cómo el que este librejo exista se lo debemos a la voluntad de mi madre, al no haber seguido el consejo de tan terrible alcalde. ¿Qué habría sido de nosotros y de todos los niños pobres de la Villa, si sus madres habrían acudido a él en suplica de apoyo económico con que mitigar su desventura y dispuestas a obedecer sus terribles consejo?

Vaya un paño de lágrimas que tendría la alcaldía en aquellos tiempos. Era un paño que se lavaba con el agua salobre de las lágrimas de las madres pobres, no con aquella de la ría, en la que aquel Herodes aconsejaba zambullir las penas de sus afligidos convecinos.

PEDRO HEREDIA (1903-1987)
CANCIONERO PORTUGALUJO
A manera de prólogo
Febrero 1962

 

 

martes, 24 de agosto de 2021

PORTUGALUJOS POR EL MUNDO: PIRATAS Y NAVEGANTES (3)

  


Finalizamos hoy de trascribir los diversos fragmentos (se nos coló el cuarto ayer) de la conferencia de Oscar Álvarez Gila titulada De Portugalete al Caribe, que ofreció en el Hotel de Portugalete en 2004: 

Pero llegó un momento en que la conquista americana tocó a su fin. El dominio europeo de las Américas se convirtió en algo irreversible, con los españoles asentados desde Florida y California hasta la Patagonia –por cierto, haciendo una acotación, conviene recordar que fue igualmente un portugalujo el primer europeo que llegó a California y la bautizó con este nombre–. El desarrollo de la conquista también tuvo sus efectos para Cuba, y en general para las Antillas. Desde que los conquistadores pusieron pie en el continente, y una vez descubiertos y conquistados los antiguos imperios mexicano y peruano, y otras regiones bien pobladas de indios y de riquezas, el Caribe quedó casi despoblado.

Nadie quería ir a estas islas, demasiado cálidas y en las que las oportunidades de riqueza eran muy pocas, comparadas con la posibilidad de hacerse minero de oro y plata en Zacatecas o Potosí, obtener una jugosa hacienda con sus indios encomendados en Perú, ser un potentado mercader de Lima o México, o conseguir algún cargo o merced en la recién implantada administración indiana. Todo era mejor que quedarse en unas tierras sin oro ni horizontes.

Algunos, como aquel comerciante Sancho de Salazar que –según recoge Jon Bilbao– llegara en 1506 en su nao San Juan Bautista para dedicarse al comercio ultramarino entre Europa y América, optarían por trasladar sus bases y llevar el negocio a Veracruz, en las puertas de México.

Otros en cambio, optaron a pesar de todo por permanecer en Cuba, donde ya se habían situado y habían conseguido un puesto digno en la sociedad; como el matrimonio formado por Lope de Arrereta y María Sánchez, ambos naturales de Portugalete, que fallecerían en La Habana en 1546, dejando unos pequeños legados para su familia, todavía residente en la villa. Pero éstos fueron los menos.

Y llegó así una fase de decadencia para Cuba. Decadencia que sólo fue aliviada por la posición estratégica de la isla. Todas las comunicaciones entre España y América se hacían a través del Caribe, y el puerto de La Habana se convirtió en paso obligado de todas las flotas mercantiles que iban y venían desde y hacia Sevilla, punto desde donde se centralizaba todo el comercio con América. Mientras las Antillas menores se convirtieron en bases de otras potencias europeas, desde donde se atacaban los convoyes, Cuba devino en una gran fortificación, y un gran astillero. Dentro del sistema imperial, Cuba era una especie de gran portaaviones inmóvil, desde el que controlar y proteger el paso de los barcos hacia Veracruz o Cartagena de Indias. Comenzaba la época de los piratas del Caribe, y de las batallas por el dominio de este mar.

Piratas, bucaneros, corsarios... por todos estos nombres son conocidos, y a veces confundidos entre sí, como si fueran la misma cosa. En términos legales poco tenían que ver un corsario, que atacaba y atracaba naves enemigas en nombre de un país o un rey, con un pirata que no tenía otra ley ni bandera que su propio beneficio. Pero en la práctica, sus efectos eran similares. Desde la Tortuga, Jamaica, las Bahamas y otras islas menores, los piratas partían como enjambres de mosquitos que, veloces, se lanzaban al ataque de los flancos más débiles de las gigantescas flotas españolas, haciéndose con alguna presa, y debatiéndose luego en rápida retirada con su botín. Muchos eran los perjuicios que de esto obtenía la corona española, de ahí su interés notable por contrarrestar sus efectos.

Hubo muchos y muy conocidos piratas vascos, de uno y del otro lado de los Pirineos y también fue Portugalete puerto de aprestamiento de corsarios, aunque su ámbito de actuación fue más modesto, pues fundamentalmente hacían presas en el mar Cantábrico y zonas aledañas. Pero de esta experiencia, surgieron capitanes que, por el conocimiento adquirido de la lucha en la mar, acabarían militando en el otro bando, en el de los defensores de la Armada española contra los ataques piráticos. Euskal Herria fue, de este modo, cantera de numerosos y conocidos capitanes, contramaestres y almirantes, de renombre en acciones en territorio americano. Y entre ellos, también hubo un portugalujo sobradamente conocido: Martín de Vallecilla, que pertenecía a una familia de marinos, y desde muy joven había participado en diversos hechos de armas, por el Atlántico.

Pero su fama la obtendría cuando, en 1629, recibió órdenes secretas en alta mar para expulsar a los ingleses de las Pequeñas Antillas. Lo de recibir órdenes secretas era algo habitual, teniendo en cuenta que existían espías en los principales puertos, que avisaban de todo gran movimiento de flota y de los rumores que corrían sobre su destino.

De todos modos, hay que reconocer que esta acción, como otras muchas tantas, de poco sirvió en sus objetivos últimos. Pensar lo contrario sería absurdo, y que mientras siguiera existiendo el atractivo del oro y la plata americanos, las Antillas seguirían atrayendo a sus costas a gentes dispuestas a hacerse con sus riquezas, al precio que fuera, y la piratería siguió existiendo, imperturbable, rehaciendo sus bases en respuesta a cada victoria hispana. Sólo un cambio en la concepción de lo que era la riqueza podía poner fin al periodo de los piratas del Caribe.

 

 


 

 

lunes, 23 de agosto de 2021

PORTUGALUJOS POR EL MUNDO: CUBA (4)

  


De todos los lugares en los que se asentaron portugalujos, Cuba fue uno de los que se mostró más receptivo, o al menos más apetecible a los ojos de nuestros antepasados, desde épocas muy tempranas. De la mayoría, apenas unas líneas es todo lo que conservamos de su memoria; Retazos de historias, que encierran detrás las vidas, en toda su complejidad, de personas anónimas. Hemos de reconocer que resulta sumamente complicado poder elaborar un discurso coherente sobre una base tan compleja y heterogénea en el que se mezclan diferentes siglos, actividades e historias de éxito y fracaso. Pero vamos a hacer de la necesidad virtud, y como si miráramos en un caleidoscopio, rescataremos algunos de estos fragmentos de vida, que nos van a servir para ilustrarnos de los diversos prototipos del accionar de los portugalujos que marcharon a Cuba; un recorrido que al mismo tiempo, nos sirve para esbozar en perspectiva la propia evolución histórica cubana.

Fue ya entrado el siglo XVIII, cuando se produjo un cambio modificando nuevamente el panorama económico y, de paso, el atractivo de las islas caribeñas, entre ellas Cuba. Numerosos factores se habían aliado para que en Europa creciera la demanda de esos productos que se han englobado generalmente con el nombre de coloniales. Azúcar, café, cacao, tabaco y otras delicias tropicales, a las que los europeos comenzaron a aficionarse, y solicitar cada vez en mayor cantidad. Cambiaban las costumbres, pero también las mejoras en el transporte marítimo hacían más barata su exportación hacia la vieja Europa. Y, de repente, los espacios cálidos del Caribe se convirtieron en máquinas de hacer dinero, donde se establecieron plantaciones para la producción casi-industrial de estos productos. El sofocante clima tropical, que antes había contribuido a la marginación de estos territorios, era ahora un aliado en su recuperación.

En poco tiempo, los piratas fueron reemplazados por hacendados, y esclavos. En Cuba, la población se dobló, y para 1772 era ya de 172.000 personas, de ellas casi el 44% negros y mestizos. Junto a ellos, la población blanca era un mezcla heterogénea de grandes funcionarios, militares, ricos hacendados, dueños de ingenios azucareros, comerciantes, pero también una amplia base de criollos e inmigrantes de clase media: pequeños comerciantes, dependientes, trabajadores manuales, una masa que pugnaba por hacerse con su trozo del pastel del nuevo sueño americano, ahora de manos de la sacarocracia –que es como comenzó a ser denominado este nuevo régimen económico-social–. Un poco por el nuevo atractivo de Cuba, otro poco por la propia debilidad del régimen esclavista –los esclavos presentaban una bajísima natalidad y se hacía difícil el reemplazo generacional de esta mano de obra–, y otro poco por razones ideológico-racistas –el peligro de las revueltas negras y el deseo de “blanquear” el país–, se dio como resultado el nuevo repunte de la emigración peninsular hacia Cuba. Cientos, luego miles de jóvenes, sobre todo de la cornisa cantábrica, de Cataluña y de Canarias, comenzaron a afluir hacia la isla. El siglo XIX fue, sin duda, la gran época de la emigración hacia Cuba.

¿Quiénes eran estos emigrantes? Por lo general, gente joven, si bien en la mayoría de los casos contaban ya con una preparación previa, sobre todo en primeras letras y cálculo. No en vano, su destino preferente solía ser, en la mayoría de los casos, el comercio o la gestión de negocios. Llegaban como pinches, ayudantes o amanuenses de parientes suyos, que regentaban tiendas en La Habana o dirigían alguna hacienda en el interior.

Hubo algunos afortunados cuyos anhelos se les convirtió en realidad siendo Manuel Calvo, el más conocido con su ascenso como dependiente hasta la riqueza, los honores y el poder. Hubo, sin duda, otros como él; tal fue el caso, por ejemplo, de los Otaduy –relacionados en sus negocios con el propio Manuel Calvo–, si bien en este caso podríamos llenar páginas de novelas con la faceta menos amable de sus negocios, aquella que los llevó al comercio negrero y al tráfico de opio en el Extremo Oriente. Ser de Portugalete, a pesar de la buena opinión que tienen los portugalujos de sí mismos, no significa tener un pasaporte directo al cielo.

O también, podríamos hablar de Sotero Escarza, otro hacendado sacarócrata, dueño de un ingenio azucarero llamado, precisamente, Portugalete, en el término municipal de Camarones, y al que hizo llegar una línea de ferrocarril, cuatro años más tarde de que el tren llegara también a este Portugalete.

Pero fueron muchos más los que, en su carrera americana, no llegaron a ese punto en el que todo su anhelo era regresar a disfrutar de las rentas y del título de indiano en la villa, enriquecido hasta el punto de no tener que volver a trabajar.

Abundan, por el contrario, los que podemos llamar “pequeños triunfadores”, aquellos que no regresaron construyendo grandes palacios ni entregando grandes legados a sus deudos y convecinos, pero que consiguieron de su paso por Cuba esa ansiada mejora, ese ideal de subir al menos un peldaño en la escala social y abandonar el miedo a la pobreza por la seguridad del pequeño capital ahorrado. Como le ocurrió a Lorenzo Benito García Zavalla, portugalujo de la quinta de 1878, quien por haberse quedado “huérfano de padre y madre –se decía en la averiguación de su paradero– se ausentó hace tiempo a La Habana, sin que tenga pariente alguno en esta villa”. O a Isidro Barrena Escobal, del que un año antes, también al ser llamado a quintas, se expresaba que se hallaba ausente en Cuba desde septiembre de 1872, ocupado en el comercio. O, ya en el siglo XX, a Marciano Martínez Zornoza, nacido en 1891, que había marchado a trabajar a la ciudad cubana de Matanzas. Porque Cuba, hay que señalarlo, no perdió atractivo para el emigrante peninsular incluso después de haber conseguido su independencia.

Un atractivo, por otra parte, que fue poderosísimo para la sociedad portugaluja de la segunda mitad del siglo XIX. De hecho, muchos de los personajes que han marcado la pequeña historia de Portugalete en el último siglo y medio, tuvieron su origen en alguna de estas sagas familiares levantadas a base de emigración y trabajo en Cuba. Como el doctor José Zaldúa, médico del Asilo, hoy recordado en el callejero, nacido en La Habana en 1884, que vino a casarse a Portugalete, donde permaneció hasta su muerte en 1872. O Gumersindo Vicuña, miembro de otra familia conocida y reconocida de la villa a fines del siglo XIX; hija de padre guipuzcoano, su madre, Rosa de Lazcano, era portugaluja emigrada en La Habana, donde nacieron los hijos de la pareja; si bien la familia regresó pronto. De su actuación posterior como catedrático y político, poco tenemos que decir, porque es bien conocida.

De todos modos, no podemos caer en el optimismo atroz de pensar que la emigración fue un camino de rosas, un marchar sin esfuerzos en el camino del éxito. También hubo quien fue a Cuba de un modo forzado, cumpliendo el servicio militar –como fue el caso de Ángel de Olloqui Durañona, en 1880–, o quien una vez en Cuba se vio impedido de cumplir sus sueños, siquiera de ver calmada la añoranza de su Portugalete natal. Añoranza que, sin duda, recordaría en su delirio febril el portugalujo Isidoro Tapia Bermeosolo, miembro de la 4ª Compañía de los Tercios Vascongados en la isla de Cuba, cuando falleció en el hospital de Cienfuegos del 11 de noviembre de 1870, a causa de la disentería. 

Oscar Alvarez Gila
Marzo 2004


viernes, 20 de agosto de 2021

ROMUALDO ARCE DE LAS HERAS (1920-2006)


Jon Koldo Fdez García de Iturrospe, fue el primero que en su blog reivindicó la figura, según sus palabras, de “este poco conocido personaje que, a pesar de nacer jarrillero, fue santurtziarra de corazón. Participó en muchas iniciativas culturales entre las que destaca la coral Lagun Zaharrak desde sus inicios en 1974 y fue su presidente honorario”.

Obligados a recoger su figura de poeta portugalujo, empezamos recurriendo a Roberto Hernández Gallejones, que también fue amigo suyo, quien a través de los padrones municipales nos acerca a sus orígenes familiares.

Su padre Juan Arce Cuesta, jornalero, natural de Quintana del Pidio, viudo con tres hijos y su madre María de las Heras, también burgalesa del vecino pueblo de Gumiel del Mercado, igualmente viuda con dos hijos, se habían vuelto a casar y la nueva familia se vino a Portugalete en 1916. Aquí nacería nuestro personaje al que seguirían dos hermanos y tres hermanas. En el primer piso del nº 1 de Atarazanas vivían como tantas familias de aquella época los 13 miembros que la componían.

Nos continúa su historia la que fuera su cuñada Aurori Las Hayas, que vive en Francia donde murió su marido, el pequeño de los Arce, Félix.

Romualdo era  todavía un niño cuando le tocó vivir el turbulento bienio negro republicano y luego la guerra. Tenía 14 años cuando sufrió la pérdida de unos de sus hermanos por parte de madre, Florencio Serrano de las Heras con 23 años, del disparo de un guardia civil, algo que supuso un verdadero desgarro para su madre.

La madrugada del 16 de junio de 1937 vivió la explosión que destrozó el Puente Colgante y después las bombas de la aviación que destruyeron el cercano convento de las clarisas. Vio como sus hermanos pequeños, Pedro y Félix, eran evacuados como “niños de la guerra” camino de Francia y tuvo que ayudar a su hermano mayor Juan Serrano de las Heras, 9 años mayor que él, para que pudiera huir en barco también a Francia, de donde no volvería.

Mientras Pedro se quedaría para siempre en Francia, Félix llevado por sus ideales de juventud se unió a un grupo de maquis para luchar contra los fascistas que al cruzar los Pirineos fueron cazados, salvándose él de ser fusilado por ser menor de edad. Tras tres años de prisión le enrolaron en el ejército para cumplir la mili durante la cual, en los montes navarros, huyó a Francia donde estableció su familia muriendo en 2011 y, siendo sus deseos, sus cenizas volvieron a la Punta del muelle de hierro donde él jugara de joven.

Aurori nos envía la foto familiar que cree que Félix recibió en la cárcel, así como otra de ambos hermanos cuando en los años 70 pudieron volver a verse en una visita con su familia.

Romualdo, obrero siderometalúrgico, autodidacta, fue gran aficionado a la poesía, como su convecina Regina Fernández Larrain (1918-2015), y su principal obra, “Rincones de mi Villa”, no pudo llegar al gran público. Algunos de sus poemas, presentados a concursos, aparecieron en diversas publicaciones y otros, armonizados, como Al cerro Campanzar, Ciudadano del mundo, o Maché y Bolillas, son cantados por grupos como los Barbis.

Tras casarse, en 1955 se traslada a Santurtzi, donde como recordaba Jon Koldo fue fundador y presidente de la coral Lagun Zaharrak, y el Ayuntamiento le publicó el libro Remembranzas santurtziarras.

 

jueves, 19 de agosto de 2021

PORTUGALUJOS POR EL MUNDO: EL CONQUISTADOR DE FLORIDA (2)

 


El siglo XVI fue la época de la conquista de América. Poco a poco, con golpes de fortuna en algunos casos, laboriosamente en otros, y en ocasiones incluso bajo el peligro del fracaso, los europeos se fueron haciendo con el dominio de buena parte del continente americano. Castellanos y portugueses primero, y luego franceses, ingleses, holandeses o escandinavos, se fueron asentando y fundando colonias en toda la costa atlántica de América, sojuzgando o desplazando –esto, en el mejor de los casos– a la población nativa.

Colón ya había explorado sus costas, y en la escueta anotación que hizo en su diario de navegación del cuarto viaje nos cita al grumete Diego de Portugalete, indicando brevemente, que murió el 4 de enero de 1503 en pleno viaje, cuando apenas avistaban las costas antillanas; siendo así el primer portugalujo fallecido en Ultramar.

No sería hasta 1509 cuando los castellanos iniciarían la verdadera conquista, dirigida por Diego de Velázquez, que recibió por ello el título de gobernador de la isla. El proceso, repetido antes y después en otras conquistas, pasó por el asentamiento de los recién llegados en nuevas ciudades, y el dominio pacífico o violento de los naturales, que pasaban a ser repartidos como mano de obra para los emprendimientos mercantiles y empresariales de los conquistadores.

Tras la caída relativamente pronto de Cuba los inmigrantes comenzaron a afluir, y en las islas de Cuba, Santo Domingo o Puerto Rico surgió una potente y primera colonización; entre ellos, el segundo portugalujo que tenemos registrado en América; Juan de Portugalete, del que sólo sabemos que falleció en 1510 en San Juan de Puerto Rico, dejando numerosas propiedades y mayores sueños de riqueza.

Muy pronto, la isla de Cuba ganó en importancia estratégica, como base para el salto al continente. Situada en pleno centro del Caribe, desde Cuba partían expediciones a Tierra Firme –la actual Colombia–, Centroamérica, México y toda la costa sur de los actuales Estados Unidos. Desde sus puertos se organizaron y partieron las expediciones que, una tras otra, fueron conquistando nuevos países y regiones para el imperio español.

No sería hasta la segunda mitad del siglo XVI, cuando la Corona española decidía hacerse con su dominio por razones puramente de índole militar. El 28 de Agosto de 1565, el marino Pedro Menéndez de Avilés desembarcaba en La Florida, enviado por el rey de España Felipe II con la orden de expulsar a un nutrido grupo de hugonotes franceses que bajo el mando del corsario Jean Ribault pretendían ocuparlas.

Es en este momento cuando nos topamos con el más famoso de los conquistadores portugalujos, el capitán Sancho de Archiniega, nacido en Portugalete hacia 1531. Ante las dificultades que Menéndez de Avilés, que acababa de fundar y atrincherarse en la ciudad de San Agustín, el rey Felipe II decidió enviar en septiembre de aquel mismo año un refuerzo de 1500 hombres, puestos al mando de “un experimentado capitán”, como se lo comunicaba al propio Menéndez de Avilés: …y havemos proveido por capitán general de ella al capitán Sancho de Achiniega, hombre experto y experimentado en las cosas de la mar …

Como capitán general de la nueva armada, por lo tanto, Sancho de Archiniega tenía bajo su mando, no sólo a los 1500 hombres armados aprestados en Sevilla, sino también una gran potestad política sobre los territorios recién conquistados. En cierto modo, aunque la historiografía ha primado el papel de Menéndez de Avilés en la conquista de Florida, de estas palabras y cuidados lo que se deduce es que la corona confiaba más en las dotes militares de Archiniega que en las del adelantado Avilés.

Y efectivamente así sucedió, siendo su papel mucho mayor que el de un simple segundo de a bordo. De hecho, durante cerca de tres años, Archiniega tuvo que recorrer de una lado para otro todo el Caribe, en la mayor campaña militar nunca realizada hasta entonces en la región.

Las tropas que se aprestaban en Francia, efectivamente llegaron a América, pero su intención no era quedarse sólo en la Florida, sino amenazar el resto de las posesiones españolas, un objetivo mucho más atractivo. Por aquellos tiempos habían comenzado los primeros ataques de piratas contra los convoyes de barcos que regresaban a Europa cargados del oro y la plata americanas. Con sus hombres, Archiniega fortificó y reforzó los puertos caribeños, al tiempo que libró diversas batallas contra las fuerzas expedicionarias francesas; tal y como él mismo cuenta, por poner un solo ejemplo, en un memorial de 1568.

Sancho de Archiniega tuvo un éxito total con los objetivos de su expedición. Con la fama obtenida y refrendada en la campaña del Caribe, una vez de regreso de las Indias pasó a ser recompensado con nuevos méritos y puestos de honor y responsabilidad en aquello que mejor conocía, el arte de la navegación, pues no en vano –afirmaba Ciriquiáin–, “se había criado, desde la niñez, en las naos de sus padres y en las suyas propias”.

 Oscar Álvarez Gila
Marzo 2004

 


miércoles, 18 de agosto de 2021

ESCOLARES PORTUGALUJOS EN LA PRENSA DE LOS AÑOS 30 DEL SIGLO XX


Como acostumbra, Karla Llanos revisando las hemerotecas de hace un siglo nos envía dos ejemplares del periódico EL LIBERAL de Bilbao refiriéndose a escolares portugalujos, con dos fotografías que reproducimos en esta entrada.

Arriba el ejemplar del 13 de agosto de 1932, con una foto con el título, Los niños becarios de Portugalete: Los niños Angel Alday y Pedro Blanco (X) que han alcanzado las becas de dicho Ayuntamiento y de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao.

En el Diccionario Biográfico Portugalujo se dice de Angel Alday, (a la derecha sentado): Tras ser un alumno modélico de Ruperto Medina y con el apoyo de becas, estudió en la Facultad de Medicina de Zaragoza, donde sus brillantes notas apuntaban ya a un gran futuro profesional.

En el otro ejemplar del 13 de setiembre 1931, bajo el título de NOTAS PORTUGALUJAS, señala, Niños que obtuvieron las becas del Ayuntamiento y Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, de izquierda a derecha, José Luis Martínez, Pilar Millán y José Mª Echave.



 

 

martes, 17 de agosto de 2021

PORTUGALUJOS POR EL MUNDO (1)

 


EL HOTEL, ha acogido a lo largo de sus 150 años de existencia todo tipo de conferencias y actos culturales, siendo nosotros mismos los que instituimos nuestros ENCUENTROS PORTUGALUJOS DEL HOTEL en los que hemos reunido a importante número de gente en presentaciones de libros, conferencias, homenajes a conocidos portugalujos, etc.

A principios de este siglo, en su nueva etapa surgió la ASOCIACION DE AMIGOS DEL HOTEL DE PORTUGALETE, bajo la dedicación de reconocidos portugalujos como Roberto Hernández Gallejones o Joseba Gotzon que el año 2004 organizó las Primeras Jornadas Históricas contando con la presencia de Oscar Álvarez Gila quien disertó sobre los portugalujos en el Caribe. De dicha conferencia entresacamos diversos pasajes, empezando por esta pequeña introducción al tema de los portugalujos que emigraron al nuevo mundo: 

Fueron miles de portugalujos los que, a lo largo de la historia, salieron a una edad más o menos temprana desde la Villa para, en Europa o América, intentar labrarse una fortuna, en las más diversas dedicaciones. Mercaderes, misioneros, funcionarios, empresarios, marinos, pajes, piratas..., fueron entre otros los oficios, por llamarlos de algún modo, en el que estos portugalujos, como otros tantos emigrantes vascos, desempeñaron su actividad.

América fue, en este contexto, el ámbito que más fuertemente atrajo a esta corriente migratoria: desde que a fines del siglo XV Castilla iniciara el proceso de conquista y colonización del Nuevo Mundo, en todas las generaciones de portugalujos hubo siempre quienes optaron por cruzar el mar, generalmente con el deseo oculto –aunque no siempre se realizara– de regresar a Portugalete convertido en lo que el lenguaje popular llamó indianos, peruleros o americanos. Aquellos quienes, como nos recordaba Juan Antonio Zunzunegui, iban pobres a América y volvían ricos a su tierra natal, a vivir de las rentas y pasar la vida convertido en una persona importante, a la que “todo el mundo saluda, vuelve la cabeza o señala”.

Cierto es que, como ocurre con todos los relatos que corren sobre nuestra historia, hay mucho de exageración y otro tanto de literatura, y que no todos partieron pobres, y muchos menos fueron los que regresaron inmensamente ricos; incluso hubo quienes prefirieron echar sus raíces en aquellas tierras, que convirtieron en su nuevo hogar, siendo el origen de troncos familiares más o menos importantes; como aquel Pedro de San Martín que a mediados del siglo XVII pasó a Buenos Aires y en el que hay quien ha creído ver el antepasado, nada menos que del Libertador de Argentina.

Pero incluso entre éstos, la realidad de su presente asentado y su –en mayor o menor medida– próspero futuro en América no fue óbice para que guardaran, en muchos casos, un recuerdo permanente al paisaje de su infancia. Mandas pías, legados benéficos y donaciones artísticas para el culto, que hoy constituyen la base de ese pequeño tesoro artístico que se conserva en el museo parroquial de Santa María, son buen ejemplo de esta vinculación mantenida en la distancia.

De este modo, podemos comprobar que prácticamente todos los espacios americanos, e incluso otros continentes, han visto, a lo largo del tiempo, la presencia de hombres y mujeres de Portugalete. O visto desde nuestro punto de vista, que podríamos hacer un viaje virtual alrededor del mundo sin salir de nuestra Villa, a través de un recorrido por sus calles y lugares, y el recuerdo las biografías de estos “portugalujos del exterior”, como ahora se estila en denominar.

 


viernes, 13 de agosto de 2021

FOTOGRAFIAS DEL FRONTON LA ESTRELLA EN 1943

 


Recopilando fotografías para la tercera exposición de la serie del PORTUGALETE 700 nos encontramos con uno de los edificios que figuran entre los más recordados en la memoria portugaluja como fue EL FRONTÓN LA ESTRELLA.

Un frontón inaugurado en 1886 que cayó bajo la piqueta en 1965 para construir nuevos bloques de casas. La Colección TESOROS PORTUGALUJOS le dedicó uno de sus ejemplares.

Las cuatro fotos que sacó Juan Medina en 1943, se convirtieron en imprescindibles para recordar su existencia.

 

 

 

jueves, 12 de agosto de 2021

EL PORTUGALUJO DIEGO DE NOCEDAL, CAPITÁN DE MAR Y GUERRA.

 


El año 1671 el rey Carlos II concedió al capitán Diego de Nocedal el cargo de gobernador del castillo de Acapulco. Con este portugalujo nos encontramos -una vez más- ante un caso que se repite demasiado en nuestro intento de recuperar del olvido a personajes interesantes de Somorrostro. Se trata de una persona que fue conocida y relevante en su tiempo, que aparece en la documentación de varios archivos y del que, sin embargo, a causa de que pasó la mayor parte de su vida adulta lejos de su tierra natal, no tenemos más que ciertos indicios sobre su ascendencia. De manera que tendremos que conformarnos, con lo que expuso en la relación de sus méritos como capitán de mar y guerra, que presentó el año sobredicho.

 Hasta el 31 junio de aquel año de 1671, había servido durante veinte años, nueve meses y cinco días. Esta precisión venía a cuento porque, a continuación, añadía que en todo aquel tiempo jamás había gozado de una sola licencia en la Armada y en los ejércitos del Mar Océano.

Como en el caso del capitán Musuarieta, nos hallamos ante un militar que tuvo la mala fortuna de vivir en unos tiempos en los que las armas españolas no pasaban por sus momentos más gloriosos, lo que le impidió tener un historial más vistoso, pero ello no es óbice para reconocer los meritos que alcanzó en su profesión.

Sirvió en la armada ascendiendo en el escalafón militar en casi todos los puestos posibles hasta llegar a alcanzar el grado de almirante: fue guardián, contramaestre, maestre de jarcia, capitán de mar, gobernador de una compañía de mar y guerra, contramaestre del galeón capitana real, capitán de galeón, capitán de infantería y gobernador de gente de mar, capitán de mar y guerra y, finalmente, almirante de la escuadra de la que era general el caballero de Alcántara Juan Roco de Castilla.

Participó en todos los viajes que en aquel tiempo hizo la armada, alguno tan triste como el que se realizó, actuando como maestre de jarcia del galeón "Santiago" y gobernando a su gente de mar, a Canarias y Tenerife para recuperar la artillería de la flota a la que se había dado fuego en abril de 1657, en el ataque llevado a cabo por la armada inglesa mandada por Robert Blake, y, posteriormente, desembarcando el material recuperado en el puerto Cádiz. Posteriormente fue contramaestre de la capitana real de la Armada del Océano, navío que él mismo se encargó de arbolar, aparejar y carenar.

Pasó nuevamente a Cádiz donde se le nombró capitán de mar y gobernador de la compañía de mar y guerra de la fragata "Nuestra Señora de la Almudena", de la Armada Real, con la que acudió en el año 1660, junto con otros bajeles, a dar escolta a los galeones de la Plata de la flota del general Pablo Fernández de Contreras, viaje en el que se perdieron seis navíos. Participó en la armada del duque de Alburquenque gobernando la fragata "San Ignacio" en labores de reconocimiento en los cabos de San Vicente y Santa María.

En la ocasión en que la armada que dirigió Alburquerque perdió cuatro bajeles de la escuadra de Gipuzkoa, dos de la escuadra de don Facundo (no sé a quién se refiere, tal vez a Facundo Andrés Cabeza de Vaca) y uno de la armada real de Flandes, Diego de Nocedal participó en labores de apoyo como capitán de la fragata "la Almudena", consiguiendo librar algunos navíos del mismo destino que sufrieron los anteriores. Fue nombrado capitán del galeón "San José" que, como en casos anteriores, arboló, aparejó y carenó.

El capitán general Raimundo de Alencastre, duque de Abero, le embarcó junto a él en la capitana de su armada. En este puesto apresó una nave genovesa que salía de Lisboa cargada de azúcar, tabaco y marfil y pasó a gobernarla. Se hallaba al mando de dicha nave cuando tomaron contacto con varios bajeles holandeses y, dirigiéndose al mayor de ellos, le requisó un tesoro consistente en siete barras y ochos barretones de plata y 12.000 pesos en doce talegos; acto seguido, poniéndole un cabo y 24 hombres, lo incorporó a la armada.

Con la fragata "Santa Ana" pasó a las costas de Portugal, donde ayudó a sacar las carabelas de debajo del puente de La Balera.

El año 1666, en la expedición a las islas Berlingas -o Berlengas, junto a la costa de Portugal- fue de los primeros que ayudó a rendir el fuerte, ocasión en la que su fragata recibió dos balas de cañón debajo de la línea de flotación, consiguiendo recuperarla gracias a sus desvelos. Con ella fue al abra de Lisboa donde hizo dos presas. Entró debajo del castillo de Chagras manteniendo una refriega de la que salió con algunos desperfectos.

Estando en el puerto de Vigo con su fragata, junto a la almiranta, del almirante general Fernando Carrillo, y al galeón "Jesús, María", llegó la armada de Francia con el duque de Benforte, con la intención de apresarlos o quemarlos, pero él, conocedor del puerto, advirtió al almirante la posición desde la que se podían asegurar, evitando así caer en poder del enemigo.

Posteriormente se encargó de llevar 500 soldados a Ostende, en los estados de Flandes, y a la vuelta se le encargó que trajese a la condesa de Monterrey. En atención a sus servicios, y habiendo quedado vacante el importante puesto de gobernador del castillo de Acapulco, que hasta entonces había estado bajo las órdenes de Diego de Ledesma, se le dio el cargo provisional de él, en junio de 1573. Posteriormente se le hizo entrega del título definitivo en el mismo mes del año siguiente.

Como decía al principio los datos que tenemos acerca de Diego de Nocedal no ayudan a resolver su ascendencia. Sabemos que contrajo matrimonio en Portugalete el año 1644 con María Ortiz de Ugarte, que fue heredero del presbítero Pedro de Cotillo, y que el año 1670 quería vender las propiedades que este le había dejado en Santurtzi. En aquel año se presentaba como vecino de Portugalete y de Cádiz, lugar que, como se ha podido comprobar en la lectura que precede a estas líneas, era uno de los que con más frecuencia debía visitar para desarrollar su labor.

También sabemos que una generación anterior a la de Diego de Nocedal hubo algunos de su mismo apellido, vecinos de la villa de Portugalete, que murieron sirviendo en la armada, como el capitán Juan de Nocedal y su hermano Gregorio de Nocedal. Tal vez sus ascendientes. 

Goio Bañales
Junio 2008

 Encabezamos la entrada con el precioso grabado de la bahía mexicana de Acapulco y bajo estas líneas el fuerte de Belingas, en una imagen tomada de Wikimedia, y coloreado un poco por el autor para darle más vida.


 

miércoles, 11 de agosto de 2021

1971 AQUELLA FIESTA DE FINALISTAS DEL GANERANTZ

 


Aprovechando esta conocida foto de Eduardo Benito sacada tras la fiesta de finalistas que el GANERANTZ organizó junto con las demás sociedades montañeras de la zona minerofabril, en la ermita de Santa Agueda, recurrimos a la revista El Abra que nos señala los que recibieron trofeos o medallas por haber terminado alguno de sus concursos:

Concurso Centenario: Santiago Hernaez.

Concurso Femenino: Itziar Madariaga, Marina Martín, Maite P. de Albeniz, Josune Bilbao, Txaro Serra, y Begoña Lezama.

Concurso Masculino: Jesús F. Lorenzo, Tanín Achutegui, Carlos Piña, José A. Alda, Iñaki Martínez, Javier Artacoz, Guillermo Alda, José Luis de Pablo, José I. Mecaya, Fco. Javier Llona, Gurutz Iza, José I. Muñoz, Eduardo Estancona, Felipe Monasterio, Víctor Jaúregui, Javier del Amo, Jesús Martín, José R, Marín, Gregorio Pérez, Manuel Flores, Agustín Mutiozabal, Javier Izquierdo, Javier Gutiérrez, Juan Beristain, Valentín Tellaetxe, Arturo Gómez, Carlos González, Iñaki Rodríguez, Jesús Mª Muñoz, Francisco Aranceta, Víctor Albizu, Miguel A. Martínez, Fernando Saenz, Javier Lunate y Martín Uriarte.

La reseña de la revista nos indica que la fiesta estuvo muy animada y en ella hubo hasta un concurso de sokatira “que fue ganado por un improvisado equipo de forzudos del Club”.

El Club tenía entonces 540 socios.

martes, 10 de agosto de 2021

LA MUERTE DEL ALMIRANTE PORTUGALUJO FRANCISCO DE BALLECILLA


Uno de los investigadores que hemos seguido para confeccionar nuestro Diccionario Biográfico Portugalujo, llegando a utilizar sus propios textos, ha sido nuestro amigo Goio Bañales, cuyo blog que ya hace años que dejó inactivo figura en los link de referencia que ofrecemos sobre estas líneas.

Hoy al recoger la entrada que publicó el 19 de noviembre de 2008, y querer pinchar su enlace nos encontramos con que ya no existe, pues tras unos años de inactividad ha sido eliminado en contra de su voluntad, según nos comenta.

 Lo mismo que nos cedió los pdf de los textos de sus libros para incluirlos en la Biblioteca Digital Portugaluja, algunas de sus entradas las conservamos también por su interés para la historia de nuestra Villa, y procuraremos recuperarlas aquí, como es este caso que se centra en la última batalla de Francisco de Ballecilla en la que se conoce como la "batalla de Brasil".

Trascribimos su texto y la pintura de 1630 de Cornelisz Verbeecq con la batalla entre españoles y holandés: 

Desde que comenzara a servir en la marina a las órdenes del general Zubiaur, en el año 1601, hasta su muerte, en el de 1631, toda la vida de Francisco de Ballecilla estuvo ligada al mar. Estaba considerado como la figura con más proyección de la marina española y nadie albergaba duda alguna de que superaría con creces los méritos de su hermano mayor, el general Martín de Ballecilla, a quien Francisco siempre tomó como modelo en todos los aspectos de la vida, hasta el punto de que en su afán de imitarle, llegó a ordenar que la fachada de su casa en Portugalete se construyese con idéntica traza que la de aquel.

Su muerte, en combate, supuso un enorme golpe moral para sus contemporáneos, especialmente para sus paisanos bizkainos, quienes en gran cantidad se enrolaban voluntariamente en sus navíos que solían estar integrados en las armadas reales

Francisco de Ballecilla perdió la vida en la batalla que la armada española mantuvo el año 1631 con la holandesa en las costas de Brasil. Era almirante de aquella armada que estaba compuesta por 12 galeones, una urca y 12 navíos menores, en la que iba por general Antonio de Okendo. Habían cumplido su misión, desembarcado infantería llevada desde España, y volvían de regreso protegiendo a la flota mercante que transportaba mercancías y pasajeros desde Indias, cuyo grueso estaba compuesto por carabelas portuguesas y galeones españoles.

Las tripulaciones de los galeones de la armada de Okendo se habían reducido al máximo y los holandeses, que tuvieron conocimiento de ello por medio de sus espías, decidieron salirles al paso para aprovechar la circunstancia, y aprovechar su superioridad en barcos y en hombres. Juntaron 15 galeones de gran tonelaje (las naos capitana y almiranta holandesas eran de más de mil toneles y el resto de 500 a 600 toneles) y las dotaron de tripulaciones de hasta 800 hombres. En frente, la capitana de Okendo contaba únicamente 200 hombres en lugar de los 300 habituales, la almiranta de Ballecilla 120 y el resto de la armada embarcaba de 60 a 70 hombres por navío. Se planteaba, pues, un encuentro totalmente desigual.

Los primeros navíos que entablaron el combate fueron las almirantas de ambas escuadras. La de Ballecilla descargó su artillería y mosquetería sobre la holandesa, la cual recibió la descarga sin mayores problemas, y, acto seguido, respondió de forma demoledora -contaba con 38 piezas de 36 a 48 libras, dispuestas en dos alturas-, causando grandes destrozos. Antes de que Ballecilla y sus hombres tuviesen tiempo de reponerse, el navío escolta del almirante holandés, que seguía su estela, le abordó por el mismo lado y disparó sus cargas. Casi de seguido, la almiranta holandesa viró de popa y se colocó a la par del galeón de Ballecilla por la banda contraria, desde donde lanzó tales cañonazos que abrió el navío por la Santa bárbara, comenzando éste a inundarse de inmediato. El galeón San Buenaventura, escoltaba al del de Ballecilla, (era frecuente en las batallas navales que se emparejasen las respectivas capitanas y almirantas, que solían ir acompañadas de un navío de escolta, para combatir entre si), llegó para socorrerlo pero su movimiento fue el peor que podía hacer pues, colocándose en perpendicular a las proas de los tres navíos, impidió que el de Ballecilla pudiese salir de la tenaza holandesa y, en consecuencia, se fue rápidamente a pique.

Ballecilla, que había recibido en su cuerpo dos disparos de mosquete y heridas y quemaduras en el rostro, murió ahogado. Parte de su tripulación pudo ser rescatada por el San Buenaventura.

Después del breve combate entre las naos almirantas se inició otro entre las capitanas de ambas flotas en el que Okendo, mediocre marino pero valiente y temerario como ningún otro, salió victorioso de un enfrentamiento desigual. El resto de los navíos pelearon entre sí, pero solamente el San Martín, del capitán santurtziarra Andrés de Cotillo, de quien ya hemos escrito en este blog, llegó a ser abordado, aunque brevemente. Al ver explotar su capitana los holandeses se retiraron de la batalla. Fue un 12 se septiembre del año 1631

Este fue el trágico final de Francisco de Ballecilla en una batalla que sus contemporáneos quisieron exponer ante la opinión pública como una gran victoria. 

 

lunes, 9 de agosto de 2021

VISITA JARRILLERA AL TXAKOLINGUNEA, MUSEO DEL TXAKOLI, DE BAKIO

  


Este pasado fin de semana de verano (¿?) buscando el anunciado microclima de Bakio un grupo jarrillero nos acercamos a conocer el Txakolingunea, el Museo del Txakoli, de Bakio deseosos de “descubrir cómo influye este vino en la salud”, conocer en una visita guiada la historia del txakoli, en la que Portugalete, Villa Jarrillera, es un referente, e incluso se nos ofrecía una cata de txakoli. Esta consistió en la degustación de tres copas de distintos txakolis, con sus correspondientes pinchos y unas nociones básicas de la cata.

Vaya por delante que la visita resultó sumamente agradable e interesante, debiendo resaltar la gran simpatía y profesionalidad de la guía.

Como ya le adelantamos y ahora lo queremos dejar constancia aquí para que en sucesivas mejoras se tenga en cuenta, no encontramos ninguna referencia a la VILLA JARRILLERA DE BIZKAIA POR ANTONOMASIA, aunque teníamos el recuerdo de que en el pequeño museo del caserío Gorrondona de Bakio habíamos visto la cita de las referencias más antiguas del txakoli en las Ordenanzas municipales de Portugalete y Lekeitio.

Les recomendamos navegar por nuestro blog pinchando la palabra TXAKOLI, donde encontrarán información sobre este tema desde los gustos del emperador Carlos V, cuando llegó a Laredo en 1556, por los vinos de la costa cantábrica, destacando los caldos de “los viñedos de Portugalete”, o al fundador de unos de los bares más castizos de la Villa, Casa Vicente, el bakiotarra Vicente Ibinaga, que promocionaba el “Chacoli blanco y tinto de Baquio”.

Finalmente en el museo se nos recuerda que Bakio también tiene protagonismo con sus mil años de historia, señalando que uno de sus vecinos Martín de Goitisolo, formó parte de la tripulación de Magallanes, aunque no pudo contar que había dado la vuelta al mundo porque se sublevó y murió como pirata en los mares del norte. Nosotros añadiremos que junto a él se enroló el portugalujo Pedro de Loredo que navegaba en la nao San Antonio, que se sublevó dando la vuelta en el estrecho de Magallanes y regresando a España.

 

viernes, 6 de agosto de 2021

LAS ALDEANAS EN UNA OBRA DE MUÑOZ LUCENA DE 1898

 


En La Ilustración Española y Americana, del 30 de Diciembre de 1898 Nº. XLVIII. Pág. 376, encontramos un cuadro del estupendo pintor cordobés Tomás Muñoz Lucena (1860-1943) titulado Un mercado en Vizcaya.
En el Inventario de la Colección de dibujos originales para "La Ilustración Española y Americana" de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Mª del Carmen Utande Ramiro, se matiza que en el reverso pone "Bilbao-Un mercado en Portugalete"; Así viene señalado: Cacharrería y otros puestos en el mercado, al aire libre. Al agua. 0,31 x 0,46. Firmado: «T. Muñoz Lucena». Reverso a lápiz rojo: «30 Diciembre 98/1899 (tachado).
En la citada revista se aludía a él en estos términos: "En las pintorescas costumbres populares del país vascongado, sintió el asunto Muñoz Lucena para el agradable dibujo cuya copia publicamos. Quien haya visto en aquella comarca la playa de una aldea el día de mercado, recordará seguramente la escena ante el dibujo, que con tanta verdad reproduce los tipos, los trajes y los detalles todos del cuadro".
Tomás Muñoz Lucena, discípulo de Federico Madrazo, trabajó como profesor de dibujo y como ilustrador de Blanco y Negro, distinguiéndose por el colorido de sus composiciones. 

Dani Docampo 
Diciembre 2011