El monumento que citamos en la entrada anterior, ha levantado
numerosas muestras de admiración y apoyo, pero como lógicamente tiene un costo
alto económico cuya financiación tiene que venir de organizaciones
supramunicipales, también nos ha llegado la pregunta de porqué su ubicación
tiene que ser en Portugalete.
Defendemos que si ha habido en los dos últimos siglos,
poblaciones vascas, que hayan sufrido directamente las consecuencias de
conflictos bélicos, esta ha sido Portugalete.
Ya en la última guerra carlista,
en 1874, la Villa por estar en el bando liberal, sufrió asedio, sitio y
bombardeos de las tropas carlistas. Durante la República, en 1934, como
consecuencia de la revolución de octubre, para derribar al gobierno de
derechas, en la que participaron casi dos centenares de portugalujos hubo tres
muertos, el incendio de la casa torre de Salazar, y el procesamiento de 168
vecinos, algunos de los cuales se exiliaron en Francia y la URSS.
En 1936 tras el golpe de estado contra la República
democrática, la guerra civil enfrentó a españoles contra españoles, vascos
contra vascos y portugalujos entre sí. La Villa situada en la zona republicana
fue bombardeada en varias ocasiones con el resultado de 15 muertos y numerosos
edificios destruidos. El Puente Colgante resultó también destruido y en el
frente de batalla murieron 120 portugalujos del bando republicano-nacionalista
y 34 en el bando de los sublevados en el que además otros 12 fueron asesinados
en prisiones.
Consecuencia de la guerra fue la
evacuación de 170 niños a Francia, Bélgica, Inglaterra y URSS. De estos “niños
de la guerra”, mientras unos tardaron en volver años, otros no regresaron
nunca. Ante la ocupación de la Villa, 2.000 portugalujos entre adultos y niños,
tuvieron que evacuar su tierra para no ser víctimas de la represión. La mayoría
volvió cuando cayeron Cantabria y Asturias, otros 20 años después y algunos
nunca. 26 de ellos fueron fusilados y 256 entraron en prisión u obligados a
trabajos forzados en campos de concentración o en batallones de trabajadores
Si todavía quedan muchos de los
que vivieron esta tragedia, son muchos más los que durante los años de
dictadura no disfrutaron de ningún tipo de libertad, pues los vencedores de la
guerra impusieron sus leyes y exclusivamente recordaron a sus “caídos” con
monumentos como el Panteón en el cementerio municipal, escultura en los
jardines de Salazar y lápida en la puerta lateral de la basílica de Santa
María. Se les dio medallas a los combatientes del llamado ejército nacional y a
los que querían ser funcionarios o reabrir un comercio se les exigía ser
adictos al “Glorioso Movimiento Nacional”.
Los vencidos en la guerra,
defensores de la legalidad republicana, fueron, además, depurados en sus
funciones como maestros, funcionarios municipales, comerciantes y trabajadores
de las fábricas; sufrieron la incautación de sus bienes; y fueron víctimas de
la ley de responsabilidades políticas pagando multas y siendo excluidos de
cargos públicos durante años.
Por estos motivos creemos que
Portugalete se merece tener un monumento que recuerde que la guerra y sus
consecuencias son el efecto de la incomprensión y la intolerancia entre
individuos y grupos que se consideran poseedores de la verdad y tratan al
discrepante como enemigo sin derecho a vivir y defender sus ideas.
Creemos en otra forma de relación
entre los humanos.