Este portugalujo de la calle San
Roque, era hijo de Manuela “la lechera” que bajaba todas las mañanas a la estación de La Canilla para recoger la leche que llegaba
desde Carranza, su pueblo natal, y que luego iba repartiéndola de casa en casa
de su clientela.
Empezó sus primeros pasos futbolísticos
en el equipo juvenil de Portu cuando se había hecho cargo de él Martín Aroma, que
había militado una campaña en el Athletic. Paco lo llegó a considerar el mejor
entrenador de su carrera y contaba la siguiente anécdota:
“En
un partido al dar la alineación yo no me enteré si me había nombrado y me quedé
sin vestir. Al cabo de un rato, al verme así me dijo: “Qué coño hace así el
hijo de la lechera. Ponte rápidamente el número 6. Desde entonces en el equipo
todos me llamaban “el hijo de la lechera”.
También fue Aroma quien le puso
su sobrenombre. Tras percatarse de su juego
contundente, de su fuerza, de su poderío y como por entonces estaban de moda
los camiones Pegaso con el caballo de logotipo, un día le llamó ¡PEGASO!, y él se
dio la vuelta diciendo ¿Qué pasa, mister?.¿Pasar?... el balón o el delantero,
pero no los dos juntos.
Con este equipo dirigido por
Aroma quedaron campeones de Vizcaya la temporada 1954-55 ganando la final en
San Mamés, como mostramos en la foto superior. Su puesto era defensa y volante
zurdo.
Del Portu pasó al Sestao Sport que
jugaba en Segunda división y tras tres temporadas, en 1961 fichó por el
Deportivo de la Coruña, también de segunda división y con el cual ascendió a
Primera, para la tercera temporada volver a bajar a segunda. Fue muy querido en
Riazor donde jugó 70 partidos. De esa etapa quedó para el recuerdo el tremendo
marcaje que le hizo al famoso Di Stéfano del Real Madrid.
Tras un año en el
Ferrol, pasó al Badalona y luego al Logroñés, todos ellos en Segunda División,
para acabar colgando las botas en el Portu, llegando luego a entrenar a los
juveniles.
No tenía vocación de
técnico, pero siempre estuvo dispuesto para suplir la baja o ausencia de un
entrenador de las categorías inferiores siendo un fiel servidor del club de sus
amores. Estuvo muchos años de directivo, junto a su amigo Rastrilla, aquel
hombre que, para facilitarle la faena a sus compañeros, iba de casa en casa con
los carnés de los socios, ya mensuales, ya trimestrales, semestrales o anuales.
Tuvo una tienda de deportes y después puso el bar Pegaso de la calle Guipuzkoa.
Si las fotos superiores corresponden a sus años en el juvenil del
Portu, en la Florida, junto con uno de aquellos cromos coleccionables de
futbolistas de su etapa en Primera, en la inferior nos lo muestra con 16 años
formando parte de los aficionados que seguían al equipo. Junto al texto dos
fotos de su paso por el Sestao y el Depor.