Como recuerdo de aquel 14 de febrero en que se
proclamó la II República Española, reproducimos del Blog ERREPUBLIKA PLAZA, el itinerario que José Manuel López Diez, nos recuerda de aquellos años y de la
guerra civil.
Según se explica, se trata de una mera selección, que pretende ser
representativa, de “lugares de la memoria” situados en la zona de la villa más
interesante desde el punto de vista histórico-artístico. Las fuentes
principales del itinerario son el libro de Tasio Munárriz, República
y guerra en Portugalete (2012), y el informe Senderos de la
memoria: relación de espacios vinculados a la memoria de la Guerra Civil (2015),
elaborado por el Grupo de Investigación Biography & Parliament.
Ayuntamiento (Plaza del Solar, 1)
El 14 de abril de 1931, un gran gentío ocupó la Plaza para presenciar la
proclamación de la segunda República en el ayuntamiento. A las siete de la
tarde, los concejales elegidos en las municipales dos días antes, se personaron
en la Casa Consistorial para pedirle al alcalde que les entregara el poder. El
alcalde accedió y fue sustituido por Federico Sánchez-Vallejo Ucín
(quien regentaba el Bar La Unión en la misma Plaza y pertenecía al
Partido Republicano Radical Socialista).
A continuación se cubrió con la bandera local el retrato de Alfonso XIII
que presidía el salón de sesiones y se abrieron las puertas de éste, que se
llenó de público. Hablaron Sánchez-Vallejo y Cándido Busteros (dirigente local del PSOE), ofreciéndose al pueblo y pidiéndole colaboración. Se izaron las
banderas de la República, la Casa del Pueblo y Acción Nacionalista Vasca en el
balcón central del ayuntamiento. La gente, puesta de pie y acompañada por la
banda municipal, cantó “La Marsellesa”, “La Internacional” y el “Gernikako
Arbola”. Se guardaron dos minutos de silencio en memoria de los capitanes Galán
y García Hernández (ejecutados en 1930 por sublevarse contra la monarquía) y se
levantó la sesión. El día siguiente se declaró festivo y, entre otros actos,
hubo romería en esta Plaza, que pronto se llamaría de la República.
Círculo Monárquico (Santa María, 1)
Agrupaba a los defensores del régimen heredero de Isabel II, quienes
militaron en Unión Nacional durante la dictadura de Primo de Rivera, y en
Renovación Española cuando la república. Es decir, representaba sobre todo a la
clase dominante: la burguesía católica, españolista y golpista de 1874, 1923 y
1936. De hecho, tenía 109 afiliados en 1932, presididos por Julián Bayo Climent (librero y padre
del alcalde franquista más duradero que hubo en Portugalete). Pese a tratarse
de una minoría social, obtuvo cinco concejales (de 18) en las elecciones de
1931. La sede fue incautada en la guerra civil y pasó a manos del Partido
Comunista de Euzkadi.
Casa del Pueblo (Santa María, 8)
Sede del PSOE y organizaciones afines, como las Juventudes Socialistas y la
Unión General de Trabajadores. Durante la república tuvo entre 20 y 70
afiliados aproximadamente, cifra muy inferior a su fuerte implantación social y
sus resultados electorales: 6 concejales (de 18) en 1931. Aunque sus bases
eran proletarias e izquierdistas y lucharían en la Revolución de octubre de
1934, la política del partido era esencialmente reformista; ejemplo de ello es
su alianza electoral con los republicanos. En 1930 presidía el partido en la
villa Cándido Busteros Orobengoa
(un carpintero que fue alcalde en 1932-1934 y 1936).
Bar El Soviet (Santa María, 11)
Fue la sede del PCE hasta 1936, cuando este ocupó el local del Círculo
Monárquico, en la misma calle. La mudanza denota la importancia que había
cobrado durante la república dicho partido, una organización marxista
minoritaria que creció amparada por el estalinismo, pero también gracias a la
popularidad de la revolución soviética, la agudización de la lucha de clases y
la entrega de su militancia: la tercera parte de los combatientes republicanos
de la villa eran comunistas. Precisamente, el bar estuvo clausurado por la
participación de su responsable en otro levantamiento de octubre: el de 1934.
Torre de Salazar (cantón Lope García Salazar, 1)
Hacia las doce de la noche del 6 de octubre de 1934, 8 revolucionarios
intentaron asaltar la torre (entonces palacio) donde vivía Luis Salazar Zubía (ex presidente
de la diputación vizcaína por el partido conservador). Como este no les abrió
la puerta, echaron un balde de gasolina y quemaron la casa. Salazar se salvó,
pero no la torre, donde ardieron un archivo y una biblioteca que, según
algunos, eran muy valiosos. Este es el episodio más conocido de la revolución
de octubre en el municipio, asociada como se ve a una carga de vandalismo e
incultura que se ha transmitido hasta hace poco sin ninguna explicación
contextual.
Políticamente, la torre de Salazar simbolizaba lo mismo que la de Sestao,
derribada por el Ayuntamiento republicano de dicho concejo en 1931: la opresión
de una minoría explotadora sobre la mayoría explotada. A su vez, esa minoría
era identificada por muchos con el fascismo y la Confederación Española de
Derechas Autónomas, que acababa de entrar en el gobierno, amenazando con
destruir los avances sociales logrados por la república. Menos sabido, en
cambio, es que 159 portugalujos fueron procesados por participar en el
levantamiento y que 64 de ellos fueron condenados a cadena perpetua, aunque
luego les indultó el gobierno del Frente Popular. La mayoría eran obreros, y
muchos siguieron combatiendo al fascismo en la guerra civil.
Refugio del túnel (Manuel Calvo, s/n)
Pese a que entonces solo tenía un ojo y una vía, el túnel abierto para el
ferrocarril de Bilbao a Santurtzi entre las estaciones de Portugalete y Peñota
fue el mayor refugio jarrillero de la guerra civil, ya que cabían en él 10000
personas (casi todos los habitantes de la villa en la época). Si bien estaba
prohibido, había personas que cocinaban, comían, orinaban, defecaban y dormían
en el túnel.
Agrupación Republicana (Manuel Calvo, 14)
Entre 1931 y 1937, la Agrupación Republicana de Portugalete perteneció
primero al Partido Republicano Radical Socialista y después a Izquierda
Republicana, ambas organizaciones representativas de la pequeña burguesía
anticlerical y reformista. En las elecciones municipales de 1931, el PRRS
obtuvo 4 concejales (de 18). Uno de ellos fue Federico Sánchez-Vallejo,
que sería el primer alcalde jarrillero del nuevo régimen, hasta 1932. Este
último año, había 158 afiliados a la agrupación, que tenía aparte un Hogar de
la Mujer Moderna, sin duda creado para alejar de la Iglesia al sexo femenino.
Delegación de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi (Mª Díaz de Haro, 2)
Aquí estaba el Hotel Portugalete, donde residió la Delegación de la MGAE,
creada en 1936 por el gobierno vasco. Dicha marina constaba de 50 pesqueros
guipuzcoanos transformados en “buques de guerra”, que tenían su base en la
villa; varios se distinguieron por su heroísmo en la batalla de Matxitxako (en
la cual resultó mortalmente herido un arrantzale jarrillero de
ANV). La delegación dirigía la vigilancia costera y la recogida de minas,
servía de enlace con los bous de combate y atendía las instalaciones
portuarias. El hotel se convirtió así en objetivo militar de la aviación
franquista, que lo bombardeó con éxito. Tras la guerra, fue reconstruido por
presos del ejército republicano.
Zona devastada (Coscojales, 2)
Esta fue la mas afectada por los bombardeos franquistas sobre la villa. Entre ellos destacó por su intensidad el
del 13 de junio de 1937, como reflejó Pedro Heredia en su canción “San Antonio
37” (arreglada para su estreno en el octogésimo aniversario del bombardeo, a
instancias de Oroituz, la asociación memorialista de Portugalete). Hacia esa
fecha, fueron alcanzados el Hotel Portugalete, el mercado y las casas de
Carranza, Marta y Valle. Paradójicamente, la imagen de la virgen de la Guía se
salvó porque el Ayuntamiento, aplicando sus principios laicistas, la había
retirado de su hornacina en el mercado. Solo las tres casas no fueron
reconstruidas durante la posguerra: las de Carranza y Marta dieron paso
respectivamente a los actuales números 5 y 7 de la plaza del Solar, y la de
Valle fue derribada del todo para que Coscojales tuviese acceso en línea recta
a María Díaz de Haro.
Batzoki (Casilda Iturrízar, 1)
Sede del Partido Nacionalista Vasco y filiales, como Emakume Abertzale
Batza y Solidaridad de Trabajadores Vascos. La proyectó el arquitecto Juan
María Uribe y se inauguró el 15 de septiembre de 1935, año en el cual tenía 300
afiliados el partido, que sin embargo no estuvo representado en el primer
ayuntamiento republicano. El edificio se levantó en un año y costó 148.144
pesetas, aportadas por los sectores clericales, derechistas y más o menos
pudientes a los que representaba el PNV. De hecho, esta formación fue la única
que pudo levantar una sede propia durante la república, época en la que
presidió el partido un portugalujo, el capitalista Ramón Vicuña Epalza.
Además, el batzoki es un ejemplo destacado del estilo racionalista en la
arquitectura vasca.
Puente Vizcaya (Muelle Churruca, s/n)
La noche del 16 de junio de 1937 se produjo la destrucción más emblemática
de la guerra civil en Portugalete: la voladura del Puente Vizcaya. Con el
ejército franquista a las puertas de Bilbao, el gobierno vasco ordenó que se
destruyeran todos los puentes que cruzaban la Ría para retrasar el paso de los
fascistas por ella y así dar tiempo a la evacuación de los civiles. De hecho,
el transbordador fue el primero en caer, por obra de los artilleros de la
Escuela Militar de Euzkadi. Solo quedaron en pie las dos torres que hay en cada
margen, de modo que estas son los únicos elementos originales que conserva el
puente actualmente. La infraestructura fue reconstruida en la posguerra.
Hospital Gandarias (Mª Díaz de Haro, 60, 62, 64, 66)
Aquí se ubicaba la casa de Gandarias, incautada al famoso capitalista de
este apellido y transformada en hospital militar durante la guerra civil.
Concretamente, el gobierno vasco lo calificó como hospital de convalecencia, de
manera que sirvió para atender en la retaguardia a los heridos en el frente o
en los bombardeos sobre la población civil. Era un edificio monumental de
estilo segundo imperio, con una sala de curas y otra de operaciones, una
dependencia privada para la administración y una cocina, además de amplios
miradores al Abra. Este “lugar de la memoria” final sirve tanto para recordar a
quienes murieron en él como a los que salvaron muchas vidas ejerciendo labores
sanitarias.