Siguiendo con los juegos
infantiles, Marcos Merino Martínez, nos
dice que no puede olvidar las goitiberas, “con las que nos gustaba competir y
las carreras que hacíamos”.
“Las goitiberas, podían tener
tres o cuatro rodamientos. Las de tres rodamientos eran pequeñas, el último
rodamiento que compré me costó 2 pesetas, y era para manejar uno solo. Se ponía
un rodamiento delante en un taco de madera y dos atrás, después sobre estos
ejes se ponían las tablas para el asiento y la palomilla, para dirigir la
goitibera con los pies.
Buenas carreras competíamos desde
San Roque hasta el Cristo, y cuando la goitibera era de cuatro rodamientos con
varios compis, las carreras eran desde el Cementerio hasta el rio Ballonti. El
único automóvil que nos solíamos encontrar era el de un médico de la zona
minera que venía a Portu para su consulta.
"Trompa". Había dos
clases de trompas, las gordas y panzudas que lanzábamos con fuerza y se cogían
con la mano, y cuando estaban bien domadas se lanzaban sobre una chapa. Las
otras trompas eran de forma picuda con clavos más largos y afilados que se
tiraban contra otra trompa que estaba en el suelo para mellarla.
"Canicas y chapas". Nuestra materia prima estaba en las dos fábricas de gaseosas instaladas en
nuestro entorno la de "Sirimiri" y la de "Berriatua". Se
fabricaban dos clases de gaseosas unas con tapón metálico y otra con canica.
Después de lavadas las botellas se echaba con un embudo una medida de jarabe
químico, se introducía en una máquina para el llenado del agua y el gas
carbónico. En las primeras normalmente no sucedía nada, pero en las de canica a
pesar del gran espesor del vidrio de la botella, con alguna frecuencia
explotaba con estruendo.
"Sirimiri" los domingos por la mañana, todos reunidos se hacían las cuentas de las ventas de la semana y alguna vez me soltaron una peseta por las ayudas prestadas en el llenado del jarabe de las botellas.
Estas chapas y canicas servían para todo, carreras sobre circuitos de tiza, pititacos, a taco y palmo, etc.”
"Sirimiri" los domingos por la mañana, todos reunidos se hacían las cuentas de las ventas de la semana y alguna vez me soltaron una peseta por las ayudas prestadas en el llenado del jarabe de las botellas.
Estas chapas y canicas servían para todo, carreras sobre circuitos de tiza, pititacos, a taco y palmo, etc.”