Revisando
viejos papeles encontramos unas cuartillas escritas por Teresa, Mª Jesús y Mª Carmen Carranza, en la que nos hablaban de
Fernanda Carranza y de los Campos sobre la que preparabamos una reseña para el
libro Portugalete y su gente, que se
publicaría en 1991:
“Dª Fernanda creó la Escuela Dominical, según
creemos, primero en una escuela pública, hasta que edificaron la casa de pisos,
aneja a su casa-palacio, en cuyos bajos se instaló una capilla pública.
La escuela tenía un salón muy grande, con escenario, para que las chicas hicieran funciones sobre todo al final del curso. En un entrepiso tenían una cocina donde también daban clase de esto.
La escuela tenía un salón muy grande, con escenario, para que las chicas hicieran funciones sobre todo al final del curso. En un entrepiso tenían una cocina donde también daban clase de esto.
Empezó el año 1914, antes de edificar, en 1918, la Casa y los pisos anexos, que fue donde
estuvo posteriormente la Escuela.
Esta tuvo bastante importancia en la lucha
contra el analfabetismo, pues enseñaron a leer y escribir a muchas chicas, se
hicieron excursiones culturales, y también ayudaba a muchos padres que no
estaban casados por falta de medios económicos, para que pudieran regularizar
su situación, dándoles donativos, haciéndoles ajuares, y en algunos casos proporcionándoles
vivienda.
A las que tenían vocación religiosa les
pagaba la dote, pues había algunas órdenes que lo solicitaban.
La escuela duró hasta julio de 1936 en que
empezó la guerra.
Dª Fernanda tenía un gran temple y serenidad. Durante la guerra civil, en uno de los registros que tuvieron en la casa, reconoció a uno de los milicianos como el hijo de una alumna suya de la Escuela Dominical, saludándole, llamándole por su nombre y preguntándole por su madre y familia. Los demás se quedaron tan cortados que se marcharon sin dar explicaciones sobre el registro.
Dª Fernanda tenía un gran temple y serenidad. Durante la guerra civil, en uno de los registros que tuvieron en la casa, reconoció a uno de los milicianos como el hijo de una alumna suya de la Escuela Dominical, saludándole, llamándole por su nombre y preguntándole por su madre y familia. Los demás se quedaron tan cortados que se marcharon sin dar explicaciones sobre el registro.
No tenemos ningún papel ni documentación de
la familia, pues todo estaba en unas bibliotecas instaladas en el ático de la
casa de la Plaza donde vivían (donde luego construyó la Caja de Ahorros) y durante
la guerra cayó una bomba el 13 de junio de 1937, destruyéndola totalmente con
todo su contenido y convertido todo en escombros.
En 1954 llegaron las Javerianas. Ella las
trajo porque quería una orden religiosa que continuara su labor educativa con
las chicas del pueblo y buscó la que más se adaptara a su idea y así continuar
su obra.
Lo donó todo en vida. La Casa, la casa de
pisos, y todo el terreno por delante y por detrás, que entonces llegaba hasta
la Plaza del Cristo. Era bastante terreno con una huerta.
Mientras vivió Dª Fernanda con su hermana Dª
Felisa, las Javerianas ocuparon la primera planta de la Casa y la primera de la
de pisos, excepto dos que debieran respetar mientras vivieran los inquilinos
que estaban en ellos. La casa de pisos debía dedicarse a Casa de Ejercicios
Espirituales y en los bajos poner la Escuela Dominical, donde había estado.
Viviendo todavía Dª Fernanda, las Javerianas
vendieron parte del terreno que daba a la Plaza del Cristo, donde construyeron
otro edificio de pisos.”
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