Al figurar entre los fondos que nos ha
facilitado la familia Garitaonandia-Adán,
una serie de fotografías inéditas de las escaleras de las chicas, me he animado
a refrescar recuerdos de aquellos baños veraniegos en la Punta. Y digo la
Punta, porque nosotros siempre la hemos llamado así, ya que el carácter “de
hierro” lo había perdido tras el hormigonado, realizado en 1933-34, de la
plataforma superior y de las columnas de hierro que permitieron su
construcción.
Empezamos hoy repasando nuestro archivo
fotográfico, en el que vemos que en un principio no existía ninguna de las dos
escaleras en las que se han bañado miles de portugalujos y vecinos de los
pueblos limítrofes. La primera que se construyó fue “la de los chicos”, también
conocida como “el Sporting”, dado que la barcaza del Club permanecía fondeada
junto al espigón que se construyó seguramente para dar servicio al Club. Era un
espigón que abrigaba un pequeño embarcadero con una escala, al que se añadió
años más tarde otro tramo con unas escaleras de hormigón que fueron nuestro
territorio de baños y gansadas. Sobre él, una artística farola que
desgraciadamente no fue rehabilitada de fuste en 2012, ya que le faltan las
lámparas y los globos protectores.
En la foto superior, sobre la vista
aérea con las dos escaleras hemos colocado dos fotos con el muelle sin “las
escaleras de las chicas”.
Junto al espigón se abrió inicialmente
(h. 1920) un solo paso, que pasaron a ser dos al hormigonar el muelle,
facilitando la circulación de las aguas y una comunicación más corta desde o
hacia el puerto de Santurtzi.
Tras el hormigonado del muelle, se creó
otro embarcadero, las “escaleras de las chicas”, a las que se accedía desde la
parte baja del muelle tras bajar las escaleras que construyeron por la banda de
la ría. También se construyeron otras dos escaleras a ambos lados del muelle,
una junto al mareómetro y otra enfrente del tercer espigón de amarre, por la
parte de la antigua playa.
Estos “pasos” fueron después un buen
trampolín desde el que los más osados nos lanzábamos al agua, emulando los
saltos que en los años veinte realizaban los socios de Sporting desde su sede
flotante, como recoge la foto de Cesar Estornés en su blog. En sus rocas se
pescaban mojijones buceando, aunque se corría el riesgo de una buena cagalera.
Bajo estas líneas con una foto cedida
por Marinita Pérez del año 1957.
José
Luis Garaizabal
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