Al hilo de las
entradas con las memorias de Txomin Bereciartua de su paso por la parroquia de
Santa María de Portugalete, Tasio
Munarriz nos ha enviado unos artículos sobre algunos temas que considera
importante recordar y aclarar, ya que él los vivió de primera mano, para evitar
equívocos.
Empezamos hoy
con las obras que se llevaron a cabo en los años anteriores a Txomin:
Cuando llegó
Pablo Bengoechea en 1961, cambió la tarima del suelo sustituyéndola por terrazo
y envió los huesos del antiguo cementerio, que estaba en el subsuelo, al osario
de Pando, obra realizada por Gaspar Aroma; puso bancos nuevos, los actuales, y
entregó las sillas-reclinatorios a sus propietarios; sustituyó la caldera de
carbón por otra de gasoil para la calefacción; abrió una puerta a la sacristía
por la capilla de la Inmaculada para hacer el acceso más directo al
presbiterio, con el fin de que los niños pequeños entrasen si molestaban en el
templo y para que los feligreses pudiesen acceder a hacer sus necesidades.
Consiguió que
la familia propietaria de la capilla de San Antonio cediese verbalmente su uso,
no la propiedad, a la Parroquia. Esta cesión no se constató en ningún documento
porque Pablo, entre muchas virtudes ejemplares y admirables, era bastante
bohemio y no se preocupaba de cuestiones formales. Pero la familia quitó el
candado y conserva el documento de su propiedad. Txomin dice que rompió el candado.
Si es verdad, alguien lo volvió a colocar. En los doce años que estuve de cura
(1966-1978) en la Parroquia no recuerdo haber visto ningún candado. La única
reforma que Pablo hizo fue retirar a la sacristía las águilas que servían de
atriles en el presbiterio. Como hubo gente que le criticó por ello, no volvió a
tocar nada de los altares y sus compañeros seguimos su consejo preocupándonos
de otros temas que nos parecían más importantes.
Para completar
la actividad de Pablo, hago pública una anécdota que solo yo conozco como único
superviviente de aquella generación de curas. Nos contó que un día cogió una
banderita española que rodeaba la base de una Virgen del Pilar que estaba en el
altar de la capilla de Santiago y, como le daba corte que la gente lo viese, la
escondió detrás de un confesionario. Nadie la echó en falta. Los que hicieron
la reforma de 1991 la encontrarían sin conocer su origen.
En mi época no
hubo ninguna desidia para conservar la basílica. En 1969 y 1977 se arregló el
tejado con los correspondientes presupuestos de 261.240 y 400.000 pesetas. En
1972 se colocaron nuevas protecciones metálicas en las vidrieras. (Fotografía inferior
de la revista El Abra). En 1976 se reformó el sistema de calefacción a cargo de
la empresa Clima Norte por valor de 300.000 pesetas, reforma dirigida por Jesús
Zaballa, yerno de “Angeles la lechera”. Se pidió un préstamo personal a la
C.A.V. con los bonos de 1000 o 500 pesetas de 27 personas en 1979. Uno de estos
ejemplares recogemos también.
El responsable
de los dineros de la Parroquia era el seglar Antonio Gaztañaga, miembro del
Consejo de Pastoral, vecino de Miramar. Para cubrir estos gastos nos arreglamos
con las aportaciones de los feligreses, no del Ayuntamiento ni de la Diputación
ni del Gobierno, que nos consideraban sus enemigos. Ni se nos ocurrió pedir una
subvención. Fuimos también de los pocos en el Estado que rechazamos la paga
estatal y no se cobraba por los funerales, bodas y bautismos. Tampoco se pasaba
la cesta en ninguna misa ni se cobraba el estipendio por encargo de misas. Actualmente
se pasa una bolsa.
La única
intervención económica que tuvo el Ayuntamiento a favor de la Parroquia fue
regalar las persianas de la Casa parroquial en 1967.
En julio de
1972 aparecieron pintados los muros de templo con estos letreros: TRADICION,
VIVA ESPAÑA, 18 DE JULIO, DIOS PATRIA REY. Los carlistas escribieron en la
revista “Márgenes” que ellos no habían sido. .El consejo pastoral parroquial
decidió borrarlos. Pero en noviembre de 1972 en una noche en la que el
Ayuntamiento apagó las luces del Campo de la Iglesia, según cuentan los vecinos,
aparecieron otras del mismo tono. Y con los colores rojo y gualda. El consejo
decidió no borrarlas para vergüenza de sus autores.
El 19 de
febrero de 1974, un año y medio después, el alcalde Esparza nos envió un oficio
obligando a la limpieza de las fachadas, amenazando a la Parroquia con pasarnos
el cargo correspondiente si las limpiaba el Ayuntamiento. Como no le hicimos
caso porque el responsable de permitir las pintadas era él, las borraron
dejando durante varios años estos letreros en el paso a Las Canteras: ABAJO LOS
CURAS QUE NO CREEN O AMAN A DIOS. CURAS ROJOS AL PAREDON. Peor hubiese sido que
nos llamasen “colorados”. Esto no fue una ayuda municipal sino una reparación. Las
fotografías de las segundas pintadas se publicaron en el periódico bisemanal
“Márgenes” (22 de diciembre 1972–5 de enero de 1973), dirigido por Carmen
Torres Ripa. Las de las primeras las realizó Foto Cortés y las llevé al Archivo
Municipal.
Este artículo es una respuesta a la entrada 5 de Txomin Bereciartua que me disgustó. Txomin escribió que se había dedicado a reconstruir los templos en los que había estado, abandonados por desidia, incluido el de la Parroquia de Santa María. Lo achaco al desconocimiento de lo que hicimos en términos materiales. El consiguió que la Diputación democrática volviese a arreglar el tejado y que el Ayuntamiento democrático reformase todo el interior con dinero de todos los vizcaínos y portugalujos, creyentes o no creyentes. El era miembro de SURPOSA, empresa para- municipal, y, aunque se declara portugalujo, no vivió nunca en la Villa. Esta fue una condición para aceptar el cargo de párroco. Los curas anteriores hasta 1978 nunca nos consideramos amos de la Parroquia y provocamos las elecciones democráticas entre los feligreses para nombrar el Consejo Pastoral Parroquial, que era el que decidía los arreglos materiales y la acción pastoral en general. Tasio.
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