En
los libros de la colección El Mareómetro, correspondientes al siglo XX, se ha
citado a menudo al secretario municipal, ya fuera Eusebio Santamarina o Mariano
Ciriquiain, sin detenernos nunca en una figura tan importante como la del
interventor, cuya función es defender el buen uso del dinero que pagan los
ciudadanos, sirviendo de garantía a los gobernantes, controlando todo lo que se
ingresa y lo que se gasta, por lo que tiene que firmar antes que el alcalde
cualquier gasto que se realice, por algo domina la normativa correspondiente.
Por
eso hoy queremos recuperar su figura en la persona de Segundo de Palacio Ortiz que
ejerció el cargo durante 34 años, desde 1903 a 1937.
Había
nacido en Sopuerta y tras quedarse huérfano, hacia 1880 su madre Ulpiana Ortiz
Tejera se trasladó a vivir a Portugalete. Ella que tenía 29 años vino
acompañada de su padre, ya mayor, y un hermano soltero de profesión jornalero.
Empadronados
en la calle Coscojales empezó a estudiar sus primeras letras en las Escuelas
del Campo, destacando enseguida por sus cualidades que le hicieron continuar
sus estudios, solicitando con 17 años una plaza gratuita al ayuntamiento en el Colegio Santo Tomás para "practicas de operaciones de comercio" y conseguir finalmente el título de Perito Mercantil.
Con
23 años se casó con Francisca Gómez, una joven procedente de Laredo que había
llegado a la Villa poco después que él y al año siguiente, 1900, nacería su
hija Oilda, que sería la primera de una larga prole de cinco chicas y cinco
chicos.
Quizás
guiado por el secretario municipal Eusebio Santamarina también nacido en Sopuerta
y doce años mayor que él, que había empezado en el ayuntamiento de auxiliar de
secretaría y luego contador de fondos, en 1903 obtiene la plaza de interventor
y depositario de los fondos municipales, que era uno de los cargos mejor
remunerados.
Empezó
residiendo en Atarazanas, donde en 1910 acogería durante unos meses al Dr.
Zaldúa que tras acabar sus estudios había conseguido la plaza de médico
municipal y con el que le unió una gran amistad. Después ambos coincidirían
como vecinos al trasladarse a vivir a General Castaños como inquilinos.
Aunque
su actividad profesional no suele ser fácil pues su actuación correcta puede
dar lugar a situaciones de malestar y enfrentamientos cuando sus informes no
coinciden con lo que esperan los administradores públicos, su vida trascurrió
con normalidad hasta la llegada de la República en 1931.
Vivía
entones en el 4º piso del nº 10 de General Castaños con su mujer y sus diez
vástagos, ayudado por una sobrina de su mujer de 16 años, que había venido de
Laredo a ayudarles y una sirvienta. Con sus 55 años, (la edad media de vida
entonces no pasaba de los 50) era ya mayor, y también la salud de su mujer
empezaba a ser preocupante, lo que obligó a su hija mayor Oilda a sacrificar
sus proyectos matrimoniales y dedicarse a la numerosa familia en la que la
hermana pequeña tenía todavía 11 años.
Los
cinco años de la República hasta el estallido de la guerra en 1936 no tuvieron
que ser fáciles, cambiando de alcalde en cuatro ocasiones, y fuertes
convulsiones sociales y políticas que le hicieron afrontar grandes presiones
que debilitaron seriamente su salud.
Así
en 1934 en medio de importantes conflictos municipales con dimisión de
concejales y el estallido de la revolución de octubre, fallece su mujer lo que
supuso un duro golpe. La llegada de la guerra con una situación excepcional en
la gestión de los fondos municipales le resultó terrible, con fuertes
depresiones, pues además de sus tres hijos movilizados, uno de ellos Miguel
muere con 26 años en el frente guipuzcoano y el otro Heliodoro es herido grave
en el frente del monte Bizkargi y no volvería a verle.
Ante
la caída de Bilbao el 19 de junio de 1937 el alcalde Cándido Busteros ordena
evacuar el ayuntamiento hacia Cantabria. El, junto con Mariano Ciriquiain y
Luis Burgos, trasladan los principales documentos municipales, libros de actas,
último padrón, cartillas y libros de cuentas, así como máquinas de escribir y
material de oficinas, y ofrece su casa familiar en Laredo donde instalarse en
una primera instancia, siendo para él y sus cuatro hijas que le acompañan un
lugar más acogedor, y en cuyo puerto tres lanchas llevaban nombres de sus
hijas, Oilda, Gudelia y Zenaida.
Aquí su familia recuerda la anécdota de la llegada del
perro que habían dejado en Portugalete, y que exhausto y con las patas
sangrantes, consiguió seguir a sus amos hasta allí.
Ante
la caída inminente de la Villa, Mariano Ciriquiain vuelve a hacerse cargo de
secretario en el nuevo ayuntamiento mientras, siguiendo la retirada del
ejército hacia Santander, Segundo de Palacio y Luis Burgos, con el alcalde, se
instalan en la capital funcionando hasta el 26 de agosto en que ésta cayó
definitivamente. Mientras unos son detenidos, y otros huyen a Francia en barco,
Segundo muy debilitado ya físicamente, pues la carencia general de alimentos
afectaba sobremanera a su gran corpulencia, vuelve con sus hijas nuevamente a casa,
confiando en que como nunca había tenido adscripción política, a pesar de sus
ideas monárquicas, y había cumplido siempre lealmente su cometido, no tendría
problemas.
El
trauma fue tremendo, encuentra su casa ocupada por otra familia a la que
consiguen echar, aunque sin poder evitar que les faltaran diversos ajuares, y
al presentarse en las dependencias municipales instaladas en la Casa Chapa, le
notifican la pérdida de su puesto y todos sus derechos económicos pues figuraba
entre los funcionarios depurados por el nuevo régimen. Unos días después
fallece dejando a sus hijas en una delicada situación pues no se les quiere
reconocer la pensión de orfandad ni devolver la importante cantidad que como
interventor había tenido que depositar como aval de su gestión con los fondos
municipales.
Como
formó una extensa saga portugaluja, acabamos aquí por hoy y tendremos que
seguir con esta familia, al igual que ya hemos hecho con otras muchas, como la
de los García-Borreguero, con la que emparentó una hija, los Llanos, “los
navarrillos”, “los Vitores “Matacabras”, los Soldevilla, los Basurko, los
Bayo,…
Tenemos
que recordar que toda esta información que conseguimos está sacada básicamente
del Archivo Histórico Municipal, donde contamos con la colaboración de su
director Roberto Hernández Gallejones,
así como en este caso particular de Amaya
Alava.
Muchas gracias Mareómetro por este recordatorio de la figura del Interventor municipal personalizada en Segundo de Palacio.
ResponderEliminarUna de sus hijas fue mi madre Gudelia quien se casó con mi padre Rafael García-Borreguero. Saludos cariñosos para Rubén las Hayas, Roberto Herná´nez Gallejones y para Amaya Alava por este trabajo de recuperación de la memoria de D. Segundo de Palacio, mi abuelo .
Mi abuela era María de Palacio casada con Isaac Llanos y tuvieron 3 hijos:
ResponderEliminarMi Ama Oilda su hermano Cesar y su hermana María (aunque creo era María Teresa).
Me contó mi Ama que la pusieron Oilda pues su madrina de bautizo se llamaba así. Recuerdo que hablaba de Gudelia y de Zenaida que por cierto una de mis primas se llamaba así (la hija pequeña de mi tía, hermana de mi Ama). Oilda nació el 27 de Diciembre de 1.918 en Portugalete y falleció el 06 de Marzo de 2.017 con 99 años en Bilbao.
¿Puede decirme alguien si eran parientes?.
Gracias.