Hoy Tasio Munarriz, recoge una serie de muestras de la religiosidad que imperó en nuestra sociedad tras la guerra civil, que todavía muchos recordamos y otros conservan en sus casas.
1.- En las
puertas de la mayoría de los domicilios han sobrevivido durante muchos años
unas placas metálicas con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y la leyenda
“Reinaré en España”. Yo siempre había creído que ésta era una muestra más del
nacional-catolicismo que caracterizaba al régimen político de la posguerra.
Pero me acabo de enterar que el tema es mucho más antiguo, aunque luego fuese
utilizado políticamente. Cuentan que en 1733 un jesuita de Valladolid, Bernardo
Francisco de Hoyos, tuvo una visión del Corazón de Jesús y que éste le decía: “reinaré en España, y con más veneración que
en otras muchas partes”. En otras puertas estaba clavada una imagen de la
Virgen del Carmen. Reproduzco las fotos de dos placas cedidas por Txomin Hermosilla.
2.- En muchos
hogares se entronizaba el Sagrado Corazón. Un sacerdote bendecía una imagen de
Jesús sentado en un trono y con una bombilla pequeña siempre encendida. El
párroco D. Angel Chopitea celebró esta ceremonia en el Ayuntamiento en 1938,
después de recorrer en procesión toda la Villa. La fotografía que recogemos
sirve como ilustración, aunque no reproduce la imagen municipal.
3.- Algunas
familias compraban en la parroquia la “bendición papal” con su nombre. El
dinero era en beneficio del Vaticano. Era una especie de amuleto con el
que se conseguía la Indulgencia plenaria
“in articulo mortis” (a punto de morir sin sacramentos) con sólo pronunciar con
la boca o el corazón el nombre de Jesús.
4.- Como en
otros muchos pueblos, entre las familias más religiosas había la costumbre de
pasar hornacinas de vírgenes y santos de domicilio en domicilio siguiendo una
red social. Cada familia la tenía unos días para hacer sus oraciones ante ella
y se la pasaba a la siguiente. La
hornacina que aparece en la fotografía es una de las que están en el
museo parroquial cedida por un grupo de familias portugalujas.
5.- Muchos
recordamos objetos relacionados con la religión cuyo uso ha ido desapareciendo,
sobre todo después del concilio Vaticano II (1961-1965). Como la misa se
celebraba en latín, muchos fieles llevaban al templo un pequeño misal con las
lecturas en lengua vernácula. Había feligreses que acudían a misa por la mañana
y a la exposición-bendición del Santísimo por la tarde a pesar de que algunas
personas les tildasen de “beatos”.
6.- Además de
la medalla o escapulario colgado del cuello, había fieles que se ponían un
escapulario más grande colgado de los hombros por encima de la ropa con una
cara en el pecho y otra en la espalda.
Aunque lejos, mantengo sin polvo los recuerdos - y no todos, claro -, de mi infancia y juventud en El Ojillo. Así en una de las baldas en que se organizan mis neuronas, está la imagen con la hornacina de San Felicísimo, al que se le encendían unas lamparitas de aceite y se acompañaba con unas oraciones y unas monedas.
ResponderEliminarCon el cambio de domicilio familiar, dejó de llegarnos ésta costumbre portugaluja.
No sé de dónde salía la imagen, tampoco dónde terminaba el recorrido, pero volvía unas semanas después.
Martin, hijo de Alicia, nieto de Martina, la colchonera.