La historia de esta hermana, que recogieron con profusión los periódicos de la época nos la relata Dani en las siguientes líneas:
Pocos estrenos teatrales han tenido tanta repercusión social como “Electra” de Benito Pérez Galdós. La obra fue la chispa que desencadenó una ola de anticlericalismo en toda España, representándose múltiples veces desde su preestreno el 29 de enero de 1901. Ya en esta representación, se palpó el eco que iba a tener cuando Maeztu en un momento de la trama gritó “¡Abajo los jesuitas!” y señoras de la alta burguesía se marcharon espantadas del contenido “irreverente” del texto.
La acción gira en torno a una chica de dieciocho años, Electra, fruto de ambición de un sacerdote que la quiere llevar a un convento y apartarla de Máximo, de quien está enamorada. Esta trama, aparentemente trivial, tenía un trasfondo conocido por todos los espectadores y avisado por Galdós antes del comienzo: “la acción, en Madrid, rigurosamente contemporánea”.
Nada más cercano a la realidad. En 1898, Adelaida Ubao asiste con su madre Adelaida de Icaza, viuda de José Ubao, a los ejercicios espirituales que practicaba el padre jesuita Fernando Cermeño. Sugestionada por su palabra, se confesó con éste sin el consentimiento de su madre y de su director espiritual, que le prohibieron repetirlo. Pero las confesiones se sucedieron secretamente y la influencia del padre Cermeño –al que se dio el apodo de padre Anzuelo– fue calando en Adelaida hasta el punto de hacerla romper con su novio y de ser el acicate para que escapara de casa al convento de las Esclavas del Corazón de Jesús, el 12 de mayo de 1900. Amparada por la superiora pese a no contar con veinticinco años –a no ser para casarse, no se permitía a la mujer abandonar el hogar familiar hasta esa edad– y ante la negativa de la joven de volver, el caso se llevó a los tribunales.
Después de un largo proceso, el 19 de febrero de 1901 lo resuelve el Tribunal Supremo ordenando la restitución de Adelaida a su madre hasta los veinticinco años, que cumplía en septiembre. No obstante, no es hasta el 21 de noviembre de 1905 cuando ingresa en el noviciado de las Esclavas de Jesús de Azpeitia.
Poco se sabe sobre ella en el espacio de esos años. El Imparcial del 3-07-1901 escribe “que se halla en Portugalete, con su familia donde hace una vida conventual, pues se levanta muy temprano, reza mucho, sale poco y siempre está preocupada y grave” y los periódicos le dedican algunas líneas más ese mismo año tras un viaje por Italia con su familia y en diciembre, al enfermar y morir su madre.
El 29-06-1906 fallece, antes de profesar, en el convento de las Esclavas de Jesús de Azpeitia debido a la gripe y fue enterrada en Portugalete en el panteón de la familia.
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