martes, 24 de junio de 2014

EL FINAL DE LA LEÑERA DE ZUBELDIA



Esta foto nos la hizo José Miguel Santacoloma a comienzos de los años 60, días antes de la destrucción del solar que hasta entonces había sido lugar de juegos de la chavalería de las calles y que quedó reflejado en el dibujo de Juan Andrés Garaizabal.
Como ya comenté en otra entrada, en él celebrábamos las sesiones del “mundialmente” famoso CIRCO ZUBEL. Para su preparación era necesaria la ausencia de la leña que alimentaba los hornos de la panadería, así que cuando se daba esta circunstancia y hasta la llegada de un nuevo camión, íbamos al taller de cepillos de Araco, en la trasera de la casa de Arrugaeta  y cargábamos todo el serrín posible y con él formábamos la pista. A su alrededor colocábamos los graderíos hechos con maderas y troncos. Cuando todo estaba dispuesto, adjudicábamos los papeles: La Mujer Barbuda, El Hombre de Goma, Los payasos, los intrépidos trapecistas que hacían piruetas en las frágiles y traicioneras quimas de las frondosas higueras, los equilibristas, los malabaristas, el Mago, los porteros y acomodadores, etc. Todos estos números, los copiábamos del Circo Atlas de los Hnos. Toneti, que anualmente visitaba La Casilla, ya que mi ama nos llevaba a todos los críos en el autobús hasta Bilbao. El vestuario corría por cuenta de nuestras madres, que siempre tenían algún vestido o trapo viejo con que disfrazarnos y que luego se lo pasaban bomba  desde la disimulada posición tras una cortina en casa de mi tía. El maquillaje con algún pinta-labios, un corcho ahumado, tiza o el ladrillo de la parte trasera del garaje que se deshacía por la humedad.
Llegado el día del estreno, recorríamos las calles realizando un desfile que animábamos con el sonar de las cañas y el papel de fumar. Así captábamos una nutrida clientela que debía abonar una perra gorda (0,10 ptas.) o una txikita (0,05 ptas.), según la localidad.
Allí pasamos infinidad de horas ocupados en múltiples juegos y proyectos, ritos iniciáticos con la leche de los higos verdes y al final del verano, nos empachábamos con los ricos higos de las tres higueras citadas. ¡Qué cagaleras..!.
Pero, todo se acabó cuando un día nos anunciaron que en la leñera iban a construir una casa. ¡No podía ser!, pero fue. Luego en el 67 desapareció la casa de Arrugaeta con "la barrera", así que aquello fue un suma y sigue.
"Miguelín" fue a su casa corriendo a por la máquina de fotos e inmortalizó a mi aita, Paco Garaizabal, y a todos los chavales que en aquel momento andábamos por allí y que tristes posamos con el garaje de las furgonetas de la panadería como telón de fondo.

Paco, Fernan, Amado, Javitxa, Mertxe, Juan Andrés, Jose Luis, Juan Carlos, Jose Angel, Edu, Jesús Mª, Mari Luz, Ángel, Paco... y unos cuantos más, cuyos nombres ha borrado el tiempo de mi memoria.
Jose Luis Garaizabal





No hay comentarios:

Publicar un comentario