Durante muchos años, se podía contemplar en el
dique toda clase de embarcaciones, unas en el agua y otras que se habían sacado
a tierra para adecentarlas de cara a la nueva temporada de pesca o recreo, así
como para mantenerlas en buenas condiciones para los trabajos profesionales.
Hoy acercamos una fotografía realizada por Javier
Trigueros Santa Coloma que nos muestra a un asiduo del dique, como era
Marcial. La fotografía, le muestra en plena faena en su blanco bote, con el
arpeo asomando en primer término, el “brus” con el que habría eliminado el
verdín del fondo, ayudándose de la ceniza que se cogía del camino que conducía
al cargadero de mineral, que queda oculto detrás de él. La labor se remataba
baldeando el interior y exterior con agua de la ría que se cogía con el balde y
la estacha. Previamente se habían retirado las panas para facilitar el achique
con el tangarte y una de ellas rompe el reflejo del bote. Otra labor más
compleja, era cambiar alguna tabla del forro de la embarcación. Si el
propietario era manitas, lo realizaba él mismo y si no, había que recurrir a
los Astondoa. La labor consistía en quitar la tabla estropeada y sustituirla
por una nueva tras un trabajo de formón, berbiquí de mano y cepillo. Se fijaba
mediante clavos galvanizados o de cobre, que se recuperaban de las
embarcaciones viejas que se habían varado junto a la rampa y que
“accidentalmente” ardían misteriosamente. Realizada la compostura, se
calafateaba y luego el plaste igualaba la superficie antes de que una mano de
pintura hiciese lucir de nuevo la embarcación. Aquí se notaba la mano de los
más artistas, pues había que perfilar las líneas del alma viva y regala, así
como el repintando del folio y el nombre de la embarcación.
Junto a la magnífica foto de Javier, hemos elegido
también la de los grandes fotógrafos, Miranda y Raso de 1992, y la acuarela de
Echarte, “Calafateando en el dique” de 1979.
En los fondos fotográficos hay otros muchos ejemplos
de estas labores en el atiborrado dique, tan diferente del existente hoy en día
y que podemos apreciar en la foto de 1979, obra de José Ignacio Beitia, bajo
estas líneas.
JOSE LUIS
GARAIZABAL
El amigo Txomin Hermosilla me aclara lo del nombre de la pintura de la obra viva, que no citaba en la entrada, y se llamaba patente. Con ella se evitaban la flora y fauna indeseada. Para aplicar nueva patente se recomendaba eliminar la vieja con una candileja y espátula, que impregnaba el dique de un olor caracteristico. Yo creo que el hombre tumbado en el suelo, está eliminándola de su embarcación.
ResponderEliminarJose Luis Garaizabal
Además de Patente se llamaba en el típico ingles del muelle viejo "blac" sin la K. El ingles del muelle viejo era curioso, otra palabra que ha llegado hasta nuestros días es "granpin" recibiendo esta denominación el gancho que se utiliza, entre otras funciones, para acercar las embarcaciones unas a otras
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