Tasio Munárriz continúa hoy con otra de las muestras de
religiosidad que se dieron en la Villa en la posguerra, como fueron las
vocaciones religiosas:
Cuando D.
Angel Chopitea llegó a Portugalete en 1932, en plena época republicana, se
encontró, entre otros problemas, con la ausencia de seminaristas que pudiesen
continuar la labor sacerdotal. Terminada la guerra en 1937 y en un ambiente más
proclive a la Iglesia católica, se dedicó a despertar vocaciones religiosas,
sobre todo masculinas, entre las familias más adictas. Como la escuela del
Campo de la Iglesia había dejado de ejercer su función docente, el Ayuntamiento
cedió provisionalmente sus locales al párroco, en 1941, para “escuela
parroquial” de monaguillos, tiples y aspirantes a seminaristas regentada por
los Hermanos menesianos.
Chopitea en
su librito “Mis veinticinco primeros años de sacerdote” de 1946 escribía: “Son quince los jóvenes cursando en los
seminarios de la Diócesis de Vitoria (el Menor de Castillo Elejabeitia y el
Mayor de Vitoria). Son varios los que han
tomado el hábito franciscano (…);
también alguno es ya maestro gregorianista en Silos”
Los que
llegaron a ser ordenados sacerdotes en distintos años fueron:
Sacerdotes seculares: Jesús Monje,
Jesús Ellacuria, Periko Solabarria, José Luis de la Fuente, David Armentia,
David Fernández, Txema Ramón, José Antonio Sánchez, Jesús López Orive, José
Miguel Madariaga Izurza, Osmundo Bilbao, Pedro Hernández y algunos más, que los
usuarios del blog pueden añadir en comentarios.
Jesuitas: Ignacio Ellacuria, José
Ellacuría, José Luis Gárate
José Vellés
González no fue sacerdote sino que marchó de misionero seglar a Ecuador con las Misiones diocesanas.
A lo largo de
los años de D. Angel Chopitea en la parroquia (1932–1961) se pueden
contabilizar unos 40 seminaristas que no terminaron la carrera. Los estudios en
los seminarios no eran gratuitos y resultaban caros para muchas familias, sobre
todo para los que estudiaban en la Universidad de Comillas. Por eso, había
párrocos como D. Claudio Gallastegui de San Antón de Bilbao que conseguían
dinero de los ricos para ayudar económicamente a los estudiantes. Como el tema
era muy confidencial, no hay pruebas de que D. Angel Chopitea hiciera lo mismo.
Sobre las
vocaciones religiosas femeninas hay muy pocos datos: María Angeles Lorente
Barbat se hizo religiosa de las Clarisas del Monasterio de Santa Clara de
Portugalete y tomó el nombre religioso de Clara e Inés Romero ingresó en la congregación
de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.
Hemos
ilustrado esta entrada con la foto de D. Pablo Bengoetxea con algunos
seminaristas, en la foto superior, y D. Angel Chopitea con seminaristas durante
el Congreso Eucarístico de 1943 y con la Escuela Dominical de 1946, sobre una
de aquellas manifestaciones religiosas denominadas “la Gran Misión del Nervión”.
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