Si ayer estuvimos callados, pues
este año no tocaba celebrar la festividad del santo patrón de los jarrilleros,
San Roque, hoy día de San Roquillo patrón desde hace más de un siglo del
Ojillo, y aunque también mantendremos esta actitud, vamos a reivindicar la
figura de este personaje ahora que estamos a la puerta de un nuevo estado de emergencia sanitaria ante la pandemia actual.
Acabamos de incluirle en el Diccionario Biográfico Portugalujo, a pesar de
tratarse de un personaje
que nunca pisó la Villa
Nacido hacia
principios del siglo XIV en Montpelier, entonces perteneciente al reino de Mallorca,
era hijo del gobernador y tras vivir su infancia y juventud en un ambiente
palaciego, se quedó huérfano a los 20 años, heredando una gran fortuna que
repartió, para cubierto con un burdo sayal y un sombrero de alas anchas, dirigirse
hacia Roma.
En los pueblos del camino diezmados por la peste se dedicó
al servicio de aquellos infelices, limpiando sus llagas, sirviéndolos e
impartiendo consuelo. Pronto se extendió su fama de santo y la creencia de que
curaba la peste que acabó contagiándole también. Con un aspecto monstruoso fue
expulsado por apestado y extranjero, refugiándose en un bosque donde la leyenda
dice que para que saciara su sed le brotó una fuente y que un perro se le acercaba
con un pedazo de pan en la boca, lamiéndole las heridas. Curado de la peste,
volvió a Montpellier sin que nadie le reconociera, siendo encerrado en la
cárcel donde moriría cinco años después. Su fama de protector contra la peste
se extendió por Europa siendo canonizado en el siglo XVI, fijándose el día 16
de agosto como su festividad.
La Villa que se
encontraba en el camino de Santiago abierta al contagio de los numerosos
peregrinos que transitaban por aquí, entre los que era muy popular por la
creencia de sus milagros, levantó en uno de sus cerros una ermita bajo
su advocación, conociendo a ese alto con su nombre. En la campa de su ladera,
se empezó a celebrar en 1783 un ferial de ganado por su festividad, que adquirió
gran importancia en todo el contorno, y en 1790, el Ayuntamiento le nombró
oficialmente "Patrono, Abogado y Santo festejado" reconociendo los
repetidos "beneficios y milagros" que le había dispensado, según se
recoge en el manuscrito que encabeza estas líneas y que nos facilitó nuestro
difunto amigo Gaizka Aróstegui.
Y finalizamos ahora que entramos en emergencia sanitaria y dado que la población en general no se preocupa en cumplir las normas ni las autoridades aciertan en tomar las medidas adecuadas, rogando a nuestro santo patrono, como lo hacían nuestros antepasados, (aunque nosotros ya no creamos en rogativas) para que nos ayude en esta primera epidemia del siglo XXI, con un VIVA SAN ROQUE!!!.
Jose Luis Garaizabal, que se debe ver ya nuevamente confinado prisionero en casa, nos recuerda aquella copla que decía:
"Por gritar viva
San Roque!,
me metieron
prisionero,
ahora que estoy en
prisión,
Viva San Roque y el
perro".
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