sábado, 26 de marzo de 2022

MISCELANEA NAPOLEONICA: CONFERENCIA DE ROBERTO HERNANDEZ GALLEJONES

 


       Nosotros hemos sido pioneros en el tratamiento de tan sugestivo tema en un artículo anterior. En el texto que hemos redactado a continuación se desbrozan una serie de datos de carácter misceláneo en torno a la ocupación napoleónica de la Villa. Pensamos que podrían servir de feliz complemento al panorama ya esbozado en nuestro precedente artículo así como en las transcripciones de un conjunto de textos escritos en lengua francesa que fueron objeto de otro de nuestros trabajos.

       La documentación que hemos tratado presenta un carácter muy diverso, pudiendo parecer que algunos temas poseen un aspecto un tanto superficial, o que algunas cosas no se hallan bien imbricadas con otras.

       El grueso principal se refiere a un cúmulo de papeles consignando los suministros y otros servicios prestados a las tropas ocupantes durante dicho período histórico.

       Así entre el 25 de agosto de 1808 y el 31 de idéntico mes y año se le pagan a Teresa de la Helguera 66 reales por tres cántaras de vino clarete, a 22 reales por cántara. La cántara equivale a 16,134 litros. Se le abonaron también 555 reales y 10 maravedíes a Manuel Ibáñez por 265 libras de carne, a 64 maravedíes la libra. Una libra son 0,460 kilos. Bernardo Castet obtuvo como cobro de sus honorarios 472 reales, “por otras tantas raciones de pan“ a un real la ración. Por otro lado se anotan también 10 reales “por el trabajo de traer la paja y varrer la Casa de la Villa para el alojamiento de tropa…”. Como se observa por este último detalle las fuerzas invasoras estaban alojadas en el Ayuntamiento. El último dato se escribió el 31 de agosto de 1808.

       En la cuenta correspondiente a los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1808 se localizan algunos datos de notable interés. En octubre se anotan 464 reales como el importe de 58 raciones de maíz, en concepto de pienso para alimentar a los 24 caballos de la tropa francesa acantonada en Portugalete, siendo un total de 116 celemines, a 4 reales cada uno. Un celemín presenta una equivalencia de 4,625 litros. En diciembre se anota una factura de 300 reales, “pagados por gastos que hizo en el General Dufresse, su edecán y demás criados”.

       El 3 de febrero de 1809 aparece un recibo firmado por Bernardo Castet, que admite haber recibido de Francisco Javier de Salazar, regidor capitular y Apoderado de la Villa de Portugalete la cantidad de 1100 reales de vellón “para en cuenta del pan que es suministrado a las tropas acantonadas y transeúntes en esta Villa” en los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1808. El 15 de julio de 1809 el Tesorero del Señorío (en realidad por su poder Santiago de Batiz e Izaguirre en nombre de Luis Labayen) notifica haber recibido de nuestro pueblo la cantidad de 3.456 reales “en dinero metálico”, en calidad del cupo mensual que le correspondían de un monto total de 416.900 reales de repartimiento para todo el Señorío “para los gastos de la tropa de línea, y la policía y otras necesidades”. Se pagaban el día 15 de cada mes. En la cuenta de 1809, suscrita por Francisco Javier de Salazar “regidor de esta Noble Villa de Portugalete con ejercicio de Síndico”, se nos notifica que se les habían abonado 4 reales a tres mujeres “por limpiar la Casa de la Villa, que sirve de Quartel a la tropa. Una lavandera cobró 15 reales y 18 maravedíes por limpiar 33 sábanas, a 4 cuartos cada una. Estos datos nos parecen preciosos para conocer cual era el número de los soldados franceses que vivían de forma casi permanente en el villazgo. Se anotan también 12 pliegos de papel por un importe de 6 reales para el Comandante Loyu “traídos de los alemanes de Bilbao”. Tres mujeres recibieron 9 reales “por conducir una porción de jergones desde la Casa que sirve de Ayuntamiento a la de Las Arenas, limpiar esta y llevar aquellos de la paja que allí había”. Existía también un bergantín francés anclado en nuestro puerto y también una goleta de la misma nacionalidad. La goleta al parecer se llamaba Mouche, “mosca”, en francés. Una goleta es un buque de vela de 2 o más mástiles, apareció en el siglo XVIII y sus características funcionales son parecidas a las del bergantín, del que se diferencia principalmente por su aparejo, aunque es de menor tamaño, y se dedicaba tradicionalmente a actividades mercantes de cabotaje. El bergantín era un barco de dos palos y vela cuadrada o redonda. Del mismo modo se anotan en estas cuentas que estamos referenciando 36 reales de gasto “en los jornales de limpiar el cubo de la Casa que sirve de Ayuntamiento y escuela.

       Surgen ante nuestros ojos no solamente en este año de 1809, sino en todo este espacio de tiempo que estamos historiando frecuentes entregas de dinero a particulares que han servido de guías conduciendo distintas partidas de soldados invasores. Así, por ejemplo tenemos la siguiente: “a cargo, 10 reales a Lorenzo de Amezaga por ir de guía con una partida de soldados hasta Somorrostro”.

Por supuesto, dentro del entramado de gobierno instalado por los ocupantes y sus colaboradores, había un Comisario de Guerra francés residente en Bilbao. En  la Villa  de Don Diego había también un General de esa nacionalidad. En Portugalete existía un Comandante galo y, un Consejo Municipal, que sustituía aquí como en todas partes a los ayuntamientos que habían sido disueltos el 18 de marzo de 1808, tras la invasión napoleónica, y la creación de los nuevos consistorios constitucionales .

       Existe otra pieza o fajo de papeles que transcurre durante el mes de enero de 1809. En él se anotan 480 reales de gasto, a razón de 24 reales para pagar los “20 pares de zapatos para la tropa francesa”. En las cuotas de suministros que se deben pagar desde el 25 de enero hasta el 28 de febrero de 1809, Portugalete que poseía 108 fogueras (617 almas), tenía que pagar 2.046 reales con 26 maravedíes. En 1815 Portugalete tenía una población de 900 almas. En las cuentas del mes de mayo de 1809 se le abonaron 310 reales a Ignacio de Arana por su salario de intérprete. De la lectura de estos registros contables, mirando el número de raciones de vino, carne, y otros alimentos se puede inferir que los soldados franceses acantonados en la población alcanzarían un total de 55 a 60 hombres. En la cuenta que transcribe los gastos que van del 7 al 19 de diciembre del mismo año se le abonaron igualmente a  José de Amesti “por asistir de intérprete del Comandante”, durante 38 días, 228 reales. Se inscriben también 42 reales “del gasto de aceite y mechas de dos faroles que ha exigido el señor Comandante Delorie, encendidos desde el anochecer hasta el amanecer, en 7 noches a 6 reales cada una”.

       En la cuarta pieza documental que estamos tratando se nos hace noticiosos de la cuenta de los suministros servidos a dichos contingentes militares durante el mes de diciembre de 1810. En enero se mencionan dos gratificaciones de 330 reales al Capitán Bourin, y otra de 300 reales al teniente Delorie. El ir y venir de tropas transeúntes era continuo, y sirva como ejemplo la anotación correspondiente a junio de 1810 de un gasto de 116 reales, por importe de las 3.297 “plazas de infantería alojadas en todo el mes”. Esto supone que en varias ocasiones hubo en Portugalete más soldados extranjeros que toda la población local. En julio de idéntico año se cuantifica un gasto de 36 reales “por los alojamientos del señor Coronel de Gendarmes, y 320 oficiales en una noche”. Se advierte también la presencia de un lugre francés, llamado El Santander. El lugre es una embarcación pequeña con tres palos, un bauprés muy largo, varios picos, velas altas y algunos velachos. Fue un tipo de barco usado por los piratas galos de la Revolución y del Imperio.

En un cargo del Ayuntamiento de este mismo año se observa como el salario del médico titular D. Angel Abad es de 1.576 reales y 24 maravedíes. El Archivero Municipal Manuel Ignacio González cobraba en concepto de su salario 704 reales y 22 maravedíses. El señor González fue la persona encargada de traducir al castellano casi todos los textos redactados en francés por los jefes militares de la plaza.

El Presidente del Consejo de Provincia del Señorío era José María de Murga. El Secretario del Consejo de Provincia, con sede en Bilbao era Diego Antonio de Basaguren. De Comisario de Guerra ejercía Juan de Undabarrena. Al parecer, poco después fue sustituido por el señor Clerc. El General en Jefe del Ejército del Norte de España era el conde Dorsenne. Jean Marie Pierre Lepaige, Conde Dorsenne, nació en Ardres (Pas- de- Calais), en 1773, habiendo fallecido en París el 24 de julio de 1812. Este militar alcanzó el grado de General de División. El 8 de julio de 1811 sucedió al Mariscal Bessières, en el puesto tan comprometido de Comandante Principal del Ejercito del Norte. En el mes de agosto consiguió vencer al ejército español de Galicia, obligando a las tropas británicas a evacuar las posiciones que ocupaban y  pasó después a través de Navarra y Vizcaya, reprimiendo los focos levantiscos. Con apenas 39 años falleció en Paris a consecuencia de una operación quirúrgica de trepanación. Su nombre figura inscrito en el Arco de Triunfo de la Estrella. Padecía fuertes dolores de cabeza derivados de una grave herida de batalla. Fue tristemente famoso en España por su crueldad hacia la población civil. Pierre Thouvenot ostentaba el cargo de Gobernador de Vizcaya, con sede en San Sebastián, desde donde emitió varios decretos bilingües manifestando su preocupación por los enfrentamientos entre franceses y españoles. Sus desvelos en este aspecto se materializaron en una orden expedida el 6 de agosto de 1809 en la que informaba del castigo inmediato que recibiría todo militar galo que fuera culpable de cometer cualquier abuso sobre la población civil. Thouvenot había nacido en 1757, y falleció en 1817. En 1813 participó en la batalla de Vitoria, y en 1814 colaboró en la defensa de Bayona pasando ya a la reserva el año subsiguiente.

En una carta de las autoridades afrancesadas de Bilbao a la alcaldía de Portugalete, fechada el 2 de abril de 1811 se ordena poner “las cerraduras que han de hacerse de todas las entradas que tienen correspondencia con esa Villa, según la orden que ha comunicado este señor General Ney al Comandante de esta plaza”. Por tanto se ordena fortificar los puntos de acceso al villazgo, y que luego se remita un “bon” con todos los nombres y apellidos de los operarios que realizasen dicha obra, a los que se les distribuiría una ración diaria de víveres. El importe de los materiales a instalar para efectuar tal fortificación se anotaría “tomando razón de su importe en la contaduría para pagarlo cuando el Gobierno se vea con menos atenciones”. Esta cuenta sería inspeccionada por el Arquitecto y Comandante de Ingenieros del Señorío, siendo visada asimismo por el Comisario de Guerra de la Provincia. El 5  de  abril, al no haber en la Villa “operarios canteros que asistan a la ejecución de la fortificación y cerraduras de esa plaza, ni materiales útiles para ella”, se le autorizó al Consejo Municipal para que se hiciese con ellos, contratándolos en los pueblos vecinos. El 28 de abril de 1811 el Consejo de Provincia prestó su consentimiento para que se efectuasen las obras necesarias a cargo del comandante militar en el patio de la Casa Consistorial. Como se ve, las tropas de la coalición anti-napoleónica se aproximaban a Portugalete, siendo preciso aprestar la Villa para su defensa. Con fecha de 27 de octubre de idéntico año el maestro de obras y director de las obra de fortificación Benito de Alzaga, el encargado de dichos trabajos por el Presidente y consejeros del Consejo Municipal de Portugalete presentan una factura por un importe de 1.216 reales y 17 maravedís. Habían sido 30 días de jornales, en los que se habían empleado 142 cargas de cal amasada a 4 reales, suponiendo un monto total de 568 reales con 112 maravedíes. Por otra parte, se le pagan también 619 codos de madera a 5 reales. Se gastaron 29 reales de clavos de varios tipos. El 29 de octubre el Consejo de Provincia ordena que se la pague a Alzaga lo adeudado sin más dilaciones. La posterior obra de fortificación de la Iglesia corrió a cargo del maestro carpintero Joaquín de Leiza. Como nota curiosa a destacar se observa la presencia de muchas mujeres jóvenes y de otras de más edad trabajando de “peonas”, tales como María Asunción de Piñaga y su hija Manuela Infante, María Cruz de Labarrieta, Josefa Ortiz y María de Angulo, entre otras.

En estos momentos, durante los años 1811 a 1812 el comandante francés de la plaza de Portugalete se llamaba Charles Horric. En esta documentación que estamos tratando es frecuente la aparición de las facturas de las botellas de vino que se trasegaban las tropas napoleónicas, fundamentalmente la oficialidad. Son una serie de bonos firmados por el responsable militar de mayor graduación. A guisa de ejemplo citaremos algunos casos, parafraseando o traduciendo su contenido. Así, se localiza el 8 de abril de 1810 un papel que registra dos botellas de vino de Málaga para el Comandante por un día. El nombre del jefe militar extranjero era Horowitzeky. Probablemente se trataba de un polaco. También se consumía el vino navarro. El 10 de abril del mismo año dicho Comandante dio buena cuenta en un día de dos botellas de la misma procedencia “para la subsistencia del susodicho durante el 10 del corriente”. Menudean también las facturas en concepto de vinagre, aceite y libras de manteca sin sal consumidas por parte del jefe militar de la plaza y otros oficiales alojados en su residencia.

La población portugaluja y el Ayuntamiento tuvieron que soportar aparte de los trabajos forzados para realizar fortificaciones, sobre todo en la última etapa de ocupación, continuas exacciones y exigencias de parte de los  ocupantes. Portugalete y los pueblos comarcanos tenían que contribuir con cantidades monetarias para subvenir a las necesidades de la soldadesca gala. En un texto de 30 de mayo de 1809, nuestra municipalidad se dirige a las autoridades afrancesadas bilbaínas para quejarse de las continuas cargas que sufría, y para asegurar que sus fondos se encontraban exhaustos y que las prorratas o cuotas repartidas para la subsistencia de la tropa y de la tripulación del bergantín El Oreste eran altas, y que los otros pueblos escamoteaban sus aportaciones pecuniarias, cargándole todo a Portugalete. La Villa afirmaba que los 3 y 4 Concejos y el Valle de Gordejuela escapaban a las  obligaciones que debían prestar. El alcalde de nuestro municipio expresa que “el Ayuntamiento animado de muy nobles sentimientos ha guardado siempre con los pueblos convecinos la mejor armonía y caminando con pasos lentos y con medida dando ensanche a los deudores…”, intentando siempre no tener ningún tipo de conflicto con ellos. Los napoleónicos en consonancia con su mentalidad reglamentista habían emitido en Vitoria a 24 de junio de 1809, por parte de Francisco Amorós, Consejero de Estado y Comisario Regio en dichas provincias una instrucción por la cual se marcaban de forma clara y meridiana las obligaciones de suministrar a las tropas francesas fijas o de paso en las distintas poblaciones  de España, todo lo que necesitasen.

       Llegando ya al 9 de febrero de 1812, las autoridades concejiles de nuestro pueblo manifiestan que Portugalete se encontraba en una “infeliz situación tras haber apurado todos sus recursos…, en razón de los muchos suministros que había proporcionado a los militares franceses. A fines de dicho período de ocupación el estado en el que se encontraba era deruina lamentable de la mayor parte de la población…, hasta el punto de que Portugalete se hallaba prácticamente inhabitable, y sitiada por tropas inglesas, entre otras. El alcalde asegura que la situación era de una gran “melancolía”. Especialmente gravosa había resultado la fortificación del villazgo para la defensa militar.

       En junio de 1812 se nos hace noticiosos de que a pesar de la llegada del Coronel Comandante de la Guardia Imperial con las tropas a su mando la amenaza de invasión era ya un hecho ofreciéndonos incluso el dato de que Portugalete se hallaba amenazado por la escuadra británica.

       Como nota curiosa podemos adoptar igualmente que en un escrito de 1808 se nos dice que Matías Calvo, se encontraba ausente en la navegación, habiendo dejado en la Villa a su esposa María Josefa de Aguirre y a la familia. Se trataba de los padres del famoso indiano portugalujo Manuel Calvo y Aguirre.

       Tras la victoria de las tropas aliadas contra Napoleón, el rey Fernando VII expidió una Real Cédula el 30 de julio de 1814 para restablecer todo el sistema de la administración local propia del Antiguo Régimen, que había sido sustituido por los ayuntamientos constitucionales impuestos por el invasor en 1808.

       Estimamos que a este conjunto de datos que acabamos de describir, se les podrían acompañar o unir las cartas napoleónicas redactadas en francés que han sido objeto de otro de nuestros artículos. 

Conferencia de Roberto Hernández Gallejones
Archivero Municipal de Portugalete
Pronunciada el jueves 24 de marzo de 2022




2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Luis gar de Facebook26 de marzo de 2022, 20:42

      Hola me llamo luis en my casa han aparecido tres escritos de un tal Facundo gallejones de octubre de 1812 y estoy muy intrigado por el tema

      Eliminar