En este blog ya se ha
hablado de la presencia durante la guerra civil de dos buques de la armada
republicana como fueron el destructor José Luis Diez y el submarino C5 que se
distinguieron por la indisciplina de sus tripulaciones, tolerada o fomentada por los comandantes
que simpatizaban con los rebeldes.
Tasio Munarriz, sobre
el comandante del destructor decía que era para los portugalujos “Pepe el del muelle”. Era como un jarrillero de toda la vida, siempre en la
Benedicta o en reparación en La Naval. Solo le faltó aprender a nadar y subir a
las 12 a la “fabrica de tubos” para iniciar la ronda de poteo.
En el periódico EL CORREO del 10 de diciembre
pasado, Oscar Beltran de Otalora escribió un artículo
titulado Traiciones,
saqueos y orgías, el oscuro final de la Marina republicana en Euskadi, que
nos da más detalles sobre el tema.
Toma como base
el informe del jefe de la Marina Auxiliar
Vasca, Joaquín Egia, en abril de 1938 y dirigido al lehendakari Aguirre en los
últimos días de la contienda para que constase qué había sucedido en el
Cantábrico desde el inicio de la guerra hasta la caída de Bilbao.
Sobre el 'José Luis Díez', un moderno destructor que la
República había enviado para proteger el tráfico marítimo dice que su
comandante pasó a la historia como 'Pepe el del puerto', por no salir nunca a
navegar y, por lo tanto, no cumplir con las misiones que tenían encomendadas.
Para la marinería de otros barcos de guerra, sus tripulantes fueron un ejemplo
de cobardía siendo insultados de manera constante por otros marineros.
Referente al caso del 'C5', uno de los submarinos que el
Gobierno de Azaña había hecho llegar para que apoyase al control del mar, y del
que tratamos en otra entrada
(pinchar), Egia describe cómo su comandante era
más conocido en «los barrios altos» en el puerto. 'Los barrios altos' era la
denominación que se dio en 1936 a la Palanca o Las Cortes, las calles donde se
encontraban los burdeles para marineros y mineros.
En una de las ocasiones, la policía del puerto se acercó
a la casa flotante del Sporting Club, que se había requisado para que sirviese
de residencia de la tripulación de los submarinos. Como dice en el párrafo del
informe que recogemos arriba, lo que encontraron fue una orgía con prostitutas,
que continuó pese a la presencia policial.
Pero a Egia, lo que le preocupaba es que ese sumergible
era clave para mantener el tráfico marítimo y alejar a los barcos franquistas y
sus mandos, sin embargo, nunca aparecían en el Cantábrico. «Tenían tanto miedo
al enemigo que siempre navegaban en inmersión». El barco había protagonizado
motines a bordo y, en octubre del 36, el Gobierno vasco había intentado incluso
apoderarse del submarino por los armas.
El 31 de diciembre de ese mismo año, el submarino
desapareció sin que jamás se conociesen las causas. Según el responsable de la
Marina Auxiliar Vasca, los más probable es que, por el miedo de su capitán, se
acercó tanto al fondo que chocó contra un escolló y se hundió sin dejar rastro.
Buenos días, hace tiempo que vengo investigando el hundimiento del 'C-5' y me gustaría poder contactar con usted. Agradecería que se pusiese en contacto conmigo en b_sacaluga@outlook.com. Saludos.
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