Seguimos recuperando algunos de los relatos de
naufragio en la barra que Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales nos ofreció
en su blog LA VIDA PASA y que recomendamos consultar en su totalidad.
Seguimos en la década anterior, al comienzo de las
obras de la construcción de muelle de Hierro, y fue el 6 de enero de 1863 cuando
la goleta francesa SULLY , procedente
de Sunderland (Inglaterra) con un cargamento de carbón de piedra, franqueaba la
barra y por efecto de un golpe de mar perdió el timón y la vimos dirigirse
a merced de las embravecidas olas a la costa del S. O. al punto llamado
Peñota.
Gran número de personas inmediatamente se acercaron a la costa, y por
cuanto se hacía del todo imposible poder dar ningún auxilio por medio de las
lanchas, pudo alcanzarse de las peñas más salientes al mar, un cabo que se
lanzó de abordo, por medio del cual se dio otro más grueso y atándose los
náufragos al primero, han sido salvados los seis individuos que componían la
tripulación uno por uno más el práctico
Una hora después de haber encallado el buque estaba ya deshecho
completamente, llenándose la costa de sus fragmentos. El capitán no ha podido
salvar absolutamente nada, ni aún sus papeles
Destacaron
en esta acción de salvamento con una abnegación digna de los más grandes
elogios, y sin otro estimulo que el de sus sentimientos humanitario, exponiendo
sus vidas por salvar las de los infelices náufragos, habiendo sido cubiertos
muchas veces por las olas y algunos arrastrados por ellas y revolcados entre
las peñas, los vecinos de la Villa Juan Domingo de Aspiazu, Juan José de Arechavala,
Remigio de Careaga, José Ramos y Lorenzo de Echavarría.
Por esta actuación y otra posterior del mes de
marzo con la nave JEANNE MARTHE, el emperador de Francia concedió a los
participantes una medalla.
Otro naufragio que Aurelio nos recuerda es la de
la goleta FARAON, en diciembre de ese
año, cuando tres buques, el vapor Pelayo y
dos bergantines goletas se presentaron a la vista de nuestro puerto a cosa de
las doce del mediodía
Uno de los buques de vela pidió
remolque al vapor, y después de un momento de duda, se decidió su capitán a
remolcarlo, echándole con este objeto un fuerte cable, pero era tal la fuerza
de los golpes de mar, que, en el trance más apurado, precisamente cuando
atravesaban la barra, se rompió aquel cable. Aquel momento fue verdaderamente
angustioso, pero gracias a una maniobra tan hábil como atrevida el vapor
enderezó su rumbo, y logró salvar al bergantín-goleta, que ya se hallaba
próximo a estrellarse contra la punta del muelle de Portugalete.
No cupo la misma suerte al otro
buque, que al cruzar la barra quedó varado, hasta que la violenta sacudida de
un golpe de mar lo arrastró como una pluma al mismo sitio exactamente donde
tuvo lugar la catástrofe del hermoso vapor RITA. Felizmente no ha habido
que lamentar ninguna desgracia personal, porque el paraje donde definitivamente
quedó encallado el buque queda en seco al bajar la marea, librándose toda la
tripulación de esta manera de aquel horrible peligro. El buque náufrago es un
bergantín-goleta de la matrícula de San Sebastián, llamado FARAÓN, que
venía de Cádiz con un cargamento de sal e higos.
El práctico que participó en las
operaciones de auxilio fue Ramón Goicoechea, de la Cofradía de Mareantes de
Portugalete, hombre experto, valiente y muy marinero, que en ausencias y
enfermedades del señor Piloto Mayor de barra diferentes veces ha desempeñado
este cargo.
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