Finalizamos hoy la colaboración
de Tasio Munárriz sobre el 75
aniversario de los bombardeos de Portugalete, que intenta poner un poco de
contrapeso a las luctuosas noticias recogidas hasta aquí.
Como también mostramos en la
imagen superior, dicho evento lo hemos recogido en el próximo número de
Cuadernos Portugalujos que aparecerá esta semana.
El texto de Tasio dice así:
Para acompañar a los escritos trágicos sobre la guerra, redacto este
pequeño artículo con hechos curiosos que sucedieron durante los bombardeos.
Además de los bombarderos llegaban cazas que ametrallaban a los
transeúntes rezagados que iban a los refugios. Algunos se lanzaban a la Ría y
se sumergían para evitar ser alcanzados. La honda expansiva de las bombas en el
agua mataba peces y los chavales se dedicaban a recogerlos.
Cuando sonaba la sirena algunas personas no iban a los refugios. Hubo
uno que se dedicaba a robar en las casas vacías, hasta que fue descubierto.
Otros, los “emboscados”, no salían para no ser detenidos. Eran jóvenes entre 18
y 35 años que, para no alistarse en el ejército, se escondieron en sus casas o
en casas de insignes republicanos libres de toda sospecha. Algunos chavales,
cuando sonaba la sirena de peligro, iban a las campas de Repélega o de La
Florida para contemplar el lastimoso espectáculo de las bombas.
Los refugiados en la bodega de la residencia de Cecilio Goytia, El
Ojillo 8, se llevaron todas las botellas de vino y las autoridades municipales
registraron sus viviendas para encontrarlas.
El lehendakari José Antonio Aguirre escribió al ministro de Marina
Indalecio Prieto una carta quejándose del comportamiento de algunos comandantes
de los barcos de las Fuerzas Navales del Cantábrico diciéndole entre otras
cosas que
“El comandante del submarino que está en
Portugalete se pasa el día en el refugio con una silla, provocando la hilaridad
de cuantos se acogen en aquel lugar”
En efecto, al comandante del “C-5” los jarrilleros le llamaban “el comandante
del túnel”, porque desde primera hora de la mañana iba a coger sitio en el
túnel para leer sus libros sentado en una silla.
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