miércoles, 9 de marzo de 2016
ANÉCDOTAS DE NUESTRA HISTORIA: CORONADA ENCINAS Y ALFONSO XIII
En una de las entradas de este blog (ver pinchando aquí) se trató de las visitas de Alfonso XIII que recogió el periódico "La Correspondencia de España" en 1907, relatando como tras su estancia en el Sporting, hizo el recorrido hasta el mercado de la plaza, la iglesia y entró en una tienda de la calle Santa María a comprar una muñeca. También fue al telégrafo, que estaba situado en el primer piso de General Castaños 20 y en vista del numeroso público que se agolpó en la puerta, el rey trató de salir por otra distinta, pero desistió porque los empleados no encontraron la llave. Después pasaría el transbordador subiendo en el ascensor hasta lo alto.
José Luis Garaizabal nos completa la noticia con una anécdota que se ha conservado por trasmisión oral, referida a Coronada Encinas, la esposa de Faustino Mañas, que este mes figuran en el calendario municipal.
"Como ya se ha dicho en este blog, a Faustino Mañas se le conocía por el apodo “Rey” y a su establecimiento "Casa Rey" y así figuraba también en las facturas del negocio de alimentación que tenía en General Castaños nº 20 (actual farmacia de Victoria Sarria). Regentaba el negocio de ultramarinos junto a su esposa Coronada Encinas, a la que se conocía por “Corona” y tenían su vivienda detrás de la tienda, dando las ventanas a la Calle Nueva.
Coronada debía ser una mujer singular con un carácter muy fuerte y según cuentan, y a pesar de su baja estatura, tenía una fuerza descomunal, pudiendo mover sacos que los hombres no se atrevían a cargar.
Pues bien, sucedió que el día 8 de Septiembre de 1907, se acercó por allí el rey Alfonso XIII con la intención de llamar por teléfono a San Sebastián y subió, supongo que con alguien del séquito, al primer piso de la casa donde estaba instalado el telégrafo y teléfono.
Se fue arremolinando un gentío alrededor del portal deseando ver a su majestad al salir, al cual tras realizar la llamada le sugirieron evitarlos, pasando por la vivienda de los Mañas y luego saltar por una ventana al carruaje que le estaría esperando en la calle Nueva.
Así lo hicieron y llamaron a la puerta de la vivienda de Coronada con golpes de aldaba. Coronada estaría a sus labores y no abría la puerta, así que repitieron varias veces las llamadas hasta que se oyó su voz al acercarse.
“¿Quién llama de esa forma a mi puerta?”
Le contestaron “Su Majestad el Rey”.
Coronada replicó airada:
“Qué majestad ni que historias, aquí ya tenemos bastante realeza, yo soy CORONA y mi marido EL REY”.
Me imagino la situación con un Alfonso XIII cortado por la respuesta, pero las aguas se calmaron y por fin el Rey de verdad pudo huir de la muchedumbre por la ventana y de aquella airada mujer.
Bajaron hasta el muelle, pasó a Las Arenas en el transbordador y para airearse del percance, subió luego a lo más alto del puente en ascensor. El corresponsal terminaba diciendo: “El Rey se quejaba del excesivo calor que hacía”. ¡No me extraña!. "
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