Nuestro amigo,
y colaborador, Jon Koldo Fdez. García de
Iturrospe, nos envía el enlace de la revista Antzina de este mes de
diciembre, que resulta de gran interés como aportación a la recuperación de
nuestra memoria histórica portugaluja.
El artículo lo firma Ana García Santamaría, que comienza
recordándonos que en Francia cerca de 20.000 monumentos han sido erigidos como
homenaje a los caídos de las dos grandes guerras, entre los que figuran soldados,
civiles, franceses, extranjeros, desaparecidos y deportados.
En uno de esos
monumentos en una pequeña localidad, Pithiviers, a 80 kms de Paris, y bajo la
inscripción A NOS DEPORTÉS MORTS POUR LA FRANCE, con 53 nombres y apellidos se
encuentran dos con el mismo apellido: ZARANDONA (padre e hijo).
Y ahí empieza
la investigación de la autora. Francisco
Juan Zarandona Fernández nacido en 1890 era hijo de Genaro Zarandona
Ybargaray, de Getxo, que como piloto lemán contaba con una condecoración por su
actuación en el salvamento del vapor inglés “Laura Gillies” naufragado en la
barra en 1883 y que se casó con la portugaluja Pastora Fernández, estableciéndose en
la calle Santa María donde nacerían sus cinco hijos.
Francisco Juan, el último de ellos, se había casado en 1916 con Nieves Careaga de Sestao, era calderero,
afiliado a la UGT y tenían seis hijos. En 1936 al
iniciarse la guerra el mayor Juan
Zarandona Careaga, nacido en 1917, afiliado al Partido Comunista de Euzkadi, sería uno de
los primeros en alistarse como miliciano en el Batallón Larrañaga. En el frente
de Gijón, ya de retirada, el 20 de octubre de 1937 se le dio por
desaparecido, aunque como luego se supo pudo ser evacuado junto a casi 9000 combatientes en uno de los 19
buques que partieron desde el puerto de Musel.
Por su parte la
familia, al caer la Villa, se fue a Santander desde donde embarcaron al exilio
francés y después a Cataluña, al igual que miles de refugiados. Allí los padres solicitan al gobierno de la República la pensión prevista al ser declarado
desaparecido, recibiendo como ayuda del Comité Central de Euzkadi del PSOE, la
cantidad asignada por la Agrupación de Portugalete.
En Cataluña ella
trabajó para el Gobierno Vasco como jefa de cocina en uno de los refugios
“vascos” en Girona, hasta que en febrero de 1939 cruza la frontera francesa
camino del exilio. El primer destino de la familia es el campo de refugiados de
Argeles-Sur-Mer, para después según la norma general separar a los hombres en
campos de internamiento y a las mujeres, niños y ancianos en otros campos del
territorio francés.
Juan Zarandona Fernández, es trasladado al campo de Gurs, desde donde luego
se les enviaba a fábricas cercanas a París, o a trabajos en el frente, bajo la
amenaza de repatriarles a la España franquista.
Por su parte la mujer y sus hijos fueron
trasladados al Campo de Rivesaltes, con unas condiciones de vida espantosas y desde allí consiguen llegar a la localidad de Pithiviers, a mas de 700 kms. donde
se había creado un campo para acogida de refugiados, con la
esperanza de que fuera de verdad una tierra de acogida.
En 1944 la
investigadora de este relato, encuentra a Juan Zarandona Careaga que se le daba
por desaparecido en Gijón, viviendo en este pueblecito francés al igual que su
padre, que trabajaba en la Societé Sucriere de Pithiviers-Le Veil. Este es
detenido por alguna delación y su hijo no quiso que fuera solo y se entrega para
acompañarle.
Ambos, padre e
hijo, serían llevados al campo alemán de
concentración de KZ Neuengamme, donde la ficha de Juan Zarandona Fernández
indica que ingresa el 24 de mayo de 1944, y donde dos días después de su
llegada muere su hijo.
El igual que
el resto de los prisioneros de ese campo él trabaja en fabricas de armamento,
donde todos los días morían unas decenas de prisioneros. El Journal Officiel de
la Republique Francaise, lo reconoce como “mort
en deportation” en setiembre de 1944, al igual que su hijo.
Al finalizar
la guerra, Nieves Careaga, con sus cuatro hijos de 19, 17, 15 y 12 años,
solicita ayuda al Gobierno de Euzkadi, como “viuda de deportado” pero la falta de medios del mismo hace que en
1949 deje de recibir ayuda.
Los hijos
encontraron trabajo y allí la familia rehízo la vida. En la actualidad sus
hijas, no han querido hablar de lo vivido pues “remouer la merde” les produce aun más dolor.
Dado su interés, el trabajo
completo lo hemos recogido en
la
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