Estamos ya en Navidad y
desde este blog queremos felicitar a todos los que nos siguen, ya sea desde la
Noble Villa como desde fuera, como es el caso de Martín que
habitualmente nos ofrece sus recuerdos y añoranzas en algunos fines de semana,
y lo quiere hacer también en este tan especial.
Lo encabeza con ese deseo de
Vuelve a casa
por Navidad
Esa es una frase creada para el consumo. Intenta estimular las emociones de
las personas, para que unan celebración familiar y gasto. Fue usada para
aumentar las ventas de una marca de turrones. La frase tiene su aplicabilidad,
pues muchos de los que hemos dejado el hogar familiar para residir fuera del
ámbito de la relación cercana y diaria, volvemos en navidades y fiestas de cabo
de año, al lugar que nos vio crecer.
Al llegar, las sensaciones son variadas: recuerdos que se agolpan en el
presente; lugares que ya no son como los dejamos, personas conocidas que
recordamos y saludamos, ó nos saludan; caras conocidas a la que ya no les
ponemos nombre, rostros conocidos que no somos capaces de saber si se han
perdido en el banco de recuerdos comunes o, simplemente, eran eso “gente de
aquí” y rostros desconocidos de los que ignoramos haber compartido un pasado.
Y miras al semblante de los amigos y, con los años, empiezas a ver cabellos
canos, cabezas calvas, y muchas arrugas, como en un paisaje asiático tras el
monzón, tripas que ya no se retiran, espaldas curvadas y pies que se mueven
acariciando el suelo, junto con bolsas en los ojos y arrugas en torno a los
labios.
Mejor ó peor, todos nos vamos marchitando como las flores en otoño; los
marinos, se arrugan; a los que trabajamos entre cuatro paredes, se nos hunden
más los surcos y las bolsas faciales; los que han trabajado en intemperie, se
agitanan.
El tiempo no espera a nadie, pero en estas fechas, hace una pequeña parada
que nos hace rejuvenecer. Bebemos y comemos en amistad, cariño y armonía y
cantamos añorando momentos futuros.
La cuestión es que mientras podemos, volvemos a casa en estas fechas. Y
solemos volver en plan hueste, con nuestra propia tribu detrás, invadiendo
espacios, muchas veces vacíos y silenciosos, y rompiendo la armonía del/la
aitite/amama que vive su rutina en escenas cortas y con pocos actores.
¿Cuándo dejaremos de volver? Cuando los ascendientes fallezcan, cuando la
relación fraternal se apague, cuando las amistades presentes tiren más que las
antiguas, cuando las obligaciones y compromisos filiales puedan más que las
emociones, cuando las limitaciones físicas mermen la posibilidad y la autonomía
desaparezca,… y cuando las rencillas familiares aconsejen la distancia; pero
eso, ya no es vivir el “espíritu de la Navidad”.
En este recorrido hacia el cambio de año, mi pretensión es que los
portugalujos con domicilio lejano sigamos deseando “volver a casa por
Navidad” y para quienes leemos El Mareómetro, siempre una sonrisa en el
rostro y que nunca nos falle la salud.
Hay muchas personas que no tienen medios, ni forma, de volver a casa por
Navidad. Para ellos mi deseo de mejora de su situación en 2018.
ZORIONAK GUZTIORIK ETA 2018 URTE HANDIA
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