En el
mes de mayo, se anunció ampliamente en la prensa la posibilidad de contemplar
en el Museo de las Encartaciones, los huesos de Lope García Salazar, sobre cuyo
tema Javier García-Borreguero Ondiz
nos ha situado en dos entradas anteriores de este blog.
Haciéndonos
eco de la opinión de muchos portugalujos exponemos hoy la nuestra sobre el tema,
que ya la expusimos en su momento ante la dirección del citado Museo y la
Presidenta de la Junta Generales, tanto Javier representando a la Asociación de
Amigos de la Basílica, el que dirige este blog presidente de la Fundación El
Abra, apoyados con la presencia del alcalde Mikel Torres.
Hay
que dejar constancia que es la Villa donde a la figura de Lope García Salazar
se le ha apreciado más como personaje local, restaurando su torre, encargando
un gran oleo para la sala consistorial (hoy en la torre convertida en museo), o
encargando una estatua en los jardines de la misma en la que se le representa
con un libro en la mano recordando que su mayor mérito fue ser el Primer
historiador de Bizkaia.
Como
portugalujo ilustre que lo consideramos, al margen de lo que puedan pensar sus
descendientes, a nosotros nos ha chirriado un poco el hecho de que sus restos
en lugar de descansar según sus deseos en un lugar sagrado, se expongan en una
vitrina.
No
entramos en las normas que rigen en nuestro país al respecto, pero estamos de
acuerdo con el código ético para museos aprobado por el Internacional Council of Museums
(ICOM), a pesar de que tenemos muchos ejemplos de
la apropiación y exhibición de restos humanos, desde los “obtenidos” como
trofeo de guerra, pasando por los notables y abundantes ejemplos de restos de
“santos”, las reliquias, tan importantes en algunos siglos del medievo
occidental.
El ICOM al margen de respetar su
disponibilidad para el estudio e investigación, en cuanto a su exhibición
reclama una unanimidad de aceptación no sólo por la comunidad científica, sino teniendo en cuenta el sentir
particular de los miembros de la comunidad o de grupos étnicos o religiosos de
los que proceden.
Recomiendan que se les conceda un
tratamiento especial completamente diferente a como se trata el patrimonio
material, evitando que la inhumación de restos humanos sean expuestos en una
vitrina pública.
Aunque
la UNESCO no ha incluido de manera específica la cuestión
de los restos humanos en sus textos los debates a nivel supranacional siguen
abiertos y quizás la normativa alemana podría ser una buena referencia para España
y otros países, pues recoge un análisis histórico de sus colecciones, un
estudio legal del marco jurídico nacional e internacional, y un amplio debate
ético basado en el principio de la “dignidad humana” sobre el que pivotó su
Constitución salida de las cenizas de la II Guerra Mundial.
Como
decimos entre nosotros no existe una normativa específica sobre
conservación, manejo y exhibición de restos humanos y todavía la presión social
no ha llegado al nivel del conflicto social aunque ya empiezan a surgir controversias
suscitadas por las modernidades de exhibir restos humanos en museos locales, a
fin de atraer recursos y visitantes.
Como
conclusión y aunque solo sea de manera testimonial reivindicamos que se respete
la voluntad de nuestro personaje, que mandó construir una capilla como digno
lugar de reposo de sus restos y dado que el tiempo y la desidia la han hecho
desaparecer sus restos reposen el lugar elegido por sus hijos y nietos, que
financiaron la construcción de su panteón también en un lugar sagrado como es la
Basílica de Santa María de Portugalete, donde
proponemos descansen en régimen de depósito autorizado por la DFB, y con el
permiso ya autorizado del Obispado de Bilbao.
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