Dado el éxito y a que Portugalete había
pasado de los 12.211 habitantes en 1950 a 22.514 en 1960, en Mayo de 1960, se
lanzan a la primera ampliación de la Academia, instalándose en el piso primero-izquierda
de la misma casa con el fin de descongestionar la lonja o de captar nuevos
alumnos. Contratan entre otros profesores a Pili Ruiz para impartir cursos de
Bachillerato Elemental y tengo que decir que son los años de los que guardo
mejores recuerdos.
Los recreos se disfrutaban en las calles
ya que apenas pasaban coches o llegaba el “cacharro de Sirimiri”, el camión de
Berriatua o el autobús de Gallarta. Jugábamos grandes partidos de futbol en el
solar existente entonces, entre las actuales calles Correos y Gipuzkoa, con la gran
morera junto al taller de Pradas, como muda espectadora. Un campo en
cuesta cuyas porterías se marcaban con cuatro morrillos a los que se unían el
montón de carteras cuando salíamos de clase. En las épocas de lluvias, se
formaba un gran charco en la trasera de las casas de Correos, en la portería
“de abajo”, y cuando caía el balón en él, el que lo había tirado se las tenía
que ingeniar para sacarlo a pedradas o a pie descalzo.
Al estar matriculados por libre, aquellos
viajes en tren al Instituto de Bilbao para realizar los exámenes nos parecían
“el no va más”. Viajar en tren, el colosal edificio del Instituto, los pupitres
individuales o para dos como mucho, los bocadillos en el Parque de Dª Casilda
entre la sesión de exámenes matutinos y vespertinos, la vuelta a Portu
comentando que tal nos había ido la cosa. Aún recuerdo el examen de dibujo
lineal que tuve que realizar de pie con el brazo izquierdo “inyesao”.
Pili destacó por su espíritu emprendedor
a favor de los alumnos y de la participación de los padres en la educación de
los hijos. Un domingo al mes acudían casi todos los padres y alguna madre de
los alumnos a una reunión de la “Escuela
de Padres”, analizando los métodos y marcha de los estudios. También organizó
el “Club de los muchachos” para desarrollar actividades educativas en los días
que no había clase, encuadrándose en las ramas de Periodismo, Montaña, Fútbol y
Danzas Vascas.
Los de Periodismo acompañaban a las
salidas al monte o al partido que se jugaba contra otros colegios, redactando
un reportaje que luego era expuesto en cartulinas en los pasillos de la
Academia. El hermano mayor de éstos, Juantxu, prestó su apoyo a Pili en la puesta en marcha del nuevo proyecto. Por su parte, el grupo de danzas comenzó a ensayar en la Casa
Parroquial de la mano de Jose Ignacio Beitia, que era hermano de Javi, alumno
de la Academia. Aquel embrión en el que participamos Mendizabal, Fernández, Castillo,
Duque, Goikolea, Mugarra, Garaizabal, etc. pronto se convirtió en el ELAI ALAI
incorporando miembros del Colegio Santa María, El Carmen, cuadrillas de calle y
amigos, etc.
El piso tenía dos aulas, una delantera en forma de “ele”, formada previo
derribo de tabiques, por tres habitaciones que daban al Ojillo y otra trasera
que daba al jardín de las monjas donde daba clases Leo García y se utilizaba
fuera del horario escolar para trabajos y charlas de orientación que impartían
entre otros, Pili Ruiz y el párroco D. Pablo Bengoetxea.
Las fotos de grupo que existen de
aquella época, que se pueden consultar en https://www.flickr.com/photos/portugalete-academia-sanantonio/albums/ muestran
la forma de vestir con sus trincheras, pantalones cortos y las medias de rombos
que estaban de moda, y sobre todo, que están sacadas en medio del crecimiento
galopante que estaba sufriendo la villa.
JOSE
LUIS GARAIZABAL FLAÑO
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