Tras una época de silencio Martín Uriarte, “Martintxu”, o para sus compañeros del “cole” en aquellos años del 65 a 71, “Landa”, vuelve a desgranar desde Tarragona, donde vive felizmente jubilado, sus recuerdos de juventud:
Portu es muy
"diverso"
que no es lo mismo que divertido,
pero también.
El título se refiere a
una palabra de moda desde hace unos años. Se suele usar con el vocablo
integración. En la mayoría de los casos, su uso, permite esconder sus carencias
y los miedos que producen los extraños.
La no aceptación, el
rechazo a la diversidad está en la base de lo que llega a ser racismo tras el
paso por la discriminación
Que no es fácil, es
cierto, la educación social previa, vamos, aquello del "de dónde
venimos" no lo facilita. Nosotros, los chicos de mi edad, teníamos como
correcto llamar "maketos" a quienes llegaban de lejos para trabajar
en la industria local. La "diversidad" no estaba inventada. Todavía.
En mi caso,
cuando estuve en "el cole", empecé a apreciar que algo había de
distinto en los chicos "diversos". Conviví con alumnos panameños,
argentinos, guineanos,... en las aulas. Hasta entonces, la integración vivida
en la escuela nacional, no pasaba por establecer diferencias; más bien era al
revés: los diferentes éramos los portugalujos.
En el colegio, las
orlas colgadas en las paredes de los pasillos del aulario acreditaban retratos
de jóvenes con apellidos y colores de piel "distintos". La fama y el
prestigio del Colegio Santa María, en aquél tiempo, llegaba lejos.
Muy llamativo me
resultaba ver en las orlas, que, personas coetáneas aparentaban una edad
superior a la que correspondía al curso: parecían más "viejos".
Pero lo mejor, era la
normalidad del contacto entre alumnos, fuera el que fuera nuestro origen: no
había murallas en el coloquio. Es más, lo habitual era presentarnos a los
recién llegados e invitarlos a sentarse con nosotros, cosa que los menesianos
respetaban, ¿verdad Gustavo Tapia(†)?, madrileño aún recordado.
Pasado no mucho
tiempo, la Escuela de Náutica comienza a atraer estudiantes del norte de África
y en las facultades de Leioa, todavía Lejona, conocíamos otros chicos de ese
origen. Siempre chicos. Recuerdo a Mohamed Ezzedeen, ya Doctor, que,
además, lleva la promoción del turismo desde Bilbao a Egipto.
En medios
profesionales, trabajando ya en "empresas globales", se entiende que
el concepto "diversidad" es básico para los proyectos y negocios y
pasa a ser labor de la dirección de recursos humanos organizar cursos de
aceptación de esa diversidad. Poder acreditar esa aceptación, está en la base
de muchas carreras laborales que pueden incluir residencia en, por ejemplo,
China, India, Texas y Arabia en un plazo de unos diez años.
En mi tiempo laboral,
he conocido personas de todos los colores y orígenes : un ingeniero japonés, un
ingeniero omaní, un ingeniero senegalés -con cuatro esposas que no podía traer
a España-, marroquíes, argelinos, un libio -sensacional su acento vasco-, un
ingeniero sirio, un uruguayo, varios argentinos y estadounidenses,… al
retirarme, uno de mis dos jefes directos -uno administrativo, Patxi, y, el
otro, técnico, era Tom Bradley, estadounidense-.
Y, termino, ahora
convivimos con personas de esos orígenes sin salir de la calle en que vivimos.
NOTA.- Tengo, "in
mente" todavía, una pregunta ¿indiscreta?,
sobre los chicos que provenían de Guinea. ¿Qué habrá sido de ellos?
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