Alguna vez se nos ha preguntado sobre el origen del los dominguines que en
la festividad de la Virgen de la Guía se cuelgan en medio de la calle
Coscojales, y cuya única noticia es la que nos daba Miguel Angel Marín,
en uno de aquellos programas de fiestas de mano que el Berriztasuna Taldea editaba
hace una década.
Decía que según le había dicho Pedro Heredia antes de su muerte, así como
las religiosas de Santa Clara, los muñecos conocidos como dominguines, que eran
volteados durante la fiesta, recordaban a un matrimonio de la calle Coscojales
llamados Domingo y Dominga, “muy aficionados al morapio por lo cual eran la
chacota del pueblo”, “en la fiesta, se vestían con sus mejores galas, siendo
invitados a tomar txikitos hasta que los efectos del morapio los sumía en los
sueños del Dios Baco, siendo la diversión de la fiesta”.
Recogemos hoy el tema, al encontrar en una reseña de la fiesta de final del
siglo XIX, que además de correrse entonces la sokamuturra por la calle, los
balcones se engalanaban con colgaduras y algunos peleles, o sea, según la Academia, con “figuras humanas de paja o trapos que se suele
poner en los balcones o que mantea el pueblo”.
La reseña completa de El Nervión del 2 de julio de 1897, que nos facilita Karla Llanos, dice exactamente lo siguiente:
“...Con motivó de ser ayer la
festividad de la Virgen de la Guía, patrona de la calle de Coscojales, de la
villa de Portugalete, se celebró la romería de costumbre siendo esta muy
animada, pues desde las primeras horas de la madrugada comenzó el disparo de
cohetes.
A las ocho de la mañana la banda de tamborileros del pueblo, tocó algunos
aires euskaros. Todos los balcones de las casas se hallaban engalanados con
banderas y colgaduras y con algunos peleles.
Por la tarde continuó el tamboril, corriéndose un novillo ensogado por las
calles, y por la noche siguió el tamboril y el baile...”
No sabemos cuando vivieron y murieron los populares personajes coscojaleros, o sin llegar a existir forman parte del imaginario popular, pero parece ser que su nombre sirvió para bautizar a aquellos peleles que se
colgaban en algunos balcones, tras vestirles adecuadamente para la fiesta.
Como anécdota de los dominguines, Mikel López de Vergara, me comunica que durante el siglo XX, hubo un año, el 1957, en que no se colgaron. En enero había muerto el txistulari Luis López de Vergara, gran colaborador durante años en dicha fiesta, y los vecinos como muestra de respeto, por el cariño que le tenían decidieron en su recuerdo dejar su colocación en suspenso.
ResponderEliminarMi madre, nacida en Coscojales, no sé la razón, pero siempre los llamaba : "Los americanos"
ResponderEliminarY tu madre, Javi, nacería ya hace un siglo.
ResponderEliminarClaro, era de 1904
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