Con motivo de los 120 años del Colegio del
Carmen, Alex e Iñaki de la Asociación de antiguas alumnas y alumnos, ALCARAN,
nos han enviado una serie de noticias, fundamentalmente en torno a la guerra civil,
que iremos ofreciendo paulatinamente.
Hemos encabezado estas líneas con el índice de
este apartado del reciente libro de Tasio Munarriz sobre la República y la
Guerra en Portugalete.
El
levantamiento militar que dio origen a la guerra civil sucedió el 17 de julio
en Marruecos y el 18 en la península, por lo que las niñas del Colegio se
encontraban en unas recién estrenadas vacaciones, ya que el curso comenzaba el
1 de septiembre y finalizaba el 15 de julio, víspera de la fiesta de Nuestra
Señora del Carmen y de Santa Ana.
A
los pocos días de iniciarse la guerra, el colegio fue objeto de varios registros.
En el primero se entregó el arma del vigilante que tenía la finca y que estaba
debidamente autorizada, pero los milicianos, convencidos de que escondían más
armas, procedieron a un segundo registro.
El
5 de septiembre se presentaron tres delegados del ayuntamiento obligando a la
Superiora a firmar un documento en el que se intimaba a las religiosas a
abandonar el colegio al cabo de ocho días y a que se entregara el hierro y los
objetos de valor que en el colegio hubiera. Se entregó el dinero que había,
tanto en la casa, como en la comunidad siendo devuelto el día 8 de septiembre,
un día antes de partir. Pocos días después se obligó a Doña Genoveva de
Arisqueta, patrona del colegio, a donar al Ayuntamiento toda la propiedad del
colegio con todo lo que este tenía en su interior.
El
día 9 de septiembre se clausuraron algunas habitaciones en las que se quedaron
objetos del uso personal de las hermanas. Asimismo se las prohibió y vigiló
para no sacar nada del colegio. Los milicianos se ofrecieron a llevarlas a
donde ellas quisieran, siempre y cuando no fuera un lugar ocupado por los militares.
Las hermanas decidieron quedarse en Vizcaya y se dirigieron unas a Bilbao,
donde las hermanas tenían un centro social, y otras a Barrika donde hacía pocos
años regentaban una residencia de ancianos.
Hacia
las diez de la mañana se dispusieron a salir. A las que fueron a Bilbao se les
obligó a ir de calle, mientras que a las de Barrika se les permitió llevar el
hábito. Se formó un convoy formado por un camión para los hombres, un coche
grande para las seis hermanas que iban a Barrika y otros dos pequeños para las
que iban a Bilbao.
La
delegación del ayuntamiento había insistido a las hermanas que serían registradas
por mujeres al salir para que no se llevaran nada. Sin embargo los milicianos
sólo hicieron un registro, que las hermanas tildaron de “ceremonia en
algunos baúles y en otros ni eso”.
Antes
de salir se las reunió a todas las hermanas en el recibidor del colegio, las
que iban con hábito y las que no. Al ver los milicianos a las monjas vestidas
de calle las tomaron por seglares y pidieron “trátenlas bien que son unas
religiosas”. Así, en las crónicas las hermanas agradecen el trato recibido de
los milicianos de Vicia y señalan que para nada han intervenido los
nacionalistas.
el libro 55 euros, un poco caro para los tiempos que corren
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