La foto que encabeza hoy esta entrada con la huerta de los agustinos en primer plano y Las Arenas al fondo, durante una nevada, nos ha sido enviada por Karla Llanos que la ha obtenido de los archivos fotográficos del Aula de Cultura del Ayuntamiento de Getxo y nos sirve como complemento de la información que vamos recogiendo de Tasio Munárriz, sobre la represión que sufrió la población portugaluja que no se había significado a favor del bando ganador de la guerra.
La entrada de hoy se centra en lo referido a la depuración que se
aplicó al vecindario como norma general, pues también ha recogido ejemplos
particulares algunos muy aclaratorios:
La Comandancia Militar del sector
ordenó el despacho de un cuestionario sobre la actuación política-social del
vecindario creándose una comisión especial de información política compuesta
por varios concejales. Como éstos no conocían a toda la gente, se designó a
seis vecinos para ayudarles. Estos, a su vez, tenían informadores y confidentes
en todos los barrios.
También pedían informes los
jueces militares, los directores de las prisiones o Batallones de Trabajadores,
la Falange de Bilbao y algunas empresas. De estos informes dependían las
sentencias de los juicios, la libertad condicional y el conseguir o mantener el
puesto de trabajo. Se redactaron más de 1500 informes. Acerca de algunas
personas se informó dos veces con afirmaciones contradictorias que dependían de
la amistad, el prejuicio, la envidia o el chantaje de los confidentes. La
situación era muy confusa porque todos podían ser informantes e informados.
Los cargos solían ser, haberse
afiliado a algún partido o sindicato nacionalista o de izquierdas, ocupar en
ellos algún cargo directivo o haber sido su interventor en algunas elecciones,
ser ateo o antirreligioso, haber formado parte de la Guardia Cívica, informar
sobre los derechistas o detenerlos, haber evacuado a zona roja, haberse
alistado como voluntario en el Ejército de Euzkadi, etc.
Salieron a relucir los
procesamientos de los que supuestamente habían intervenido en la Revolución de
Octubre, pese a que sus cargos estaban sobreseídos como consecuencia de la
amnistía de Azaña. Se añadían calificativos como “rojísimo”, “nacionalista
exaltado”, “rojo subido”, “pistolero”, “indeseable”, “amigo de la camisa roja”
etc. En muchos casos se distinguía entre la conducta personal buena y la
actuación política malísima. En otros se señalaba que, a pesar de pertenecer a
un partido izquierdista o nacionalista, el sujeto se había portado bien con los
derechistas, les había ayudado o escondido.
Me hubiese gustado hacer las
listas de los portugalujos a los que el Ayuntamiento les adscribía a los
partidos y sindicatos, pero el mismo alcalde reconocía que no tenía las filiaciones
de todos los grupos y que la adscripción era debida a rumores, delaciones e
informes de FET-JONS. Para no colaborar con sus errores y no molestar a las
personas evito hacer esas listas como tampoco voy a publicar su conducta moral
y política según la opinión de los confidentes.
La solicitud de informes se
refería también a personas de derechas. Lógicamente la respuesta era una
alabanza. En alguna ocasión el párroco Angel Chopitea también tuvo que dar su
opinión, que resultó ser favorable para un chico que había sido monaguillo.
Los informes no sólo eran
solicitados por las instituciones políticas y económicas sino también eran
pedidos individualmente para conseguir el permiso de conducir, salir al
extranjero, presentarse a puestos de la Administración, etc. Normalmente la
respuesta era favorable.
Todos los informes eran firmados
por el alcalde sin especificar su fuente de información. Se fiaba de sus
confidentes y en algún caso, cuando el informe era negativo y el sujeto tenía
amigos influyentes, enviaba un segundo informe rectificando el primero.
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