El Ayuntamiento decidió construir
un panteón dedicado a los “caídos”, en el cementerio, para enterrar sólo a los
42 nacionales muertos en el frente o asesinados en los barcos-prisión y en las
cárceles. Todavía se conserva, aunque sus nombres son difíciles de leer en la
lápida. Su construcción costó 10.427 pesetas y lo realizó el constructor Manuel
Leza Ibáñez, que ganó la subasta, con el proyecto de Santos Zunzunegui. Se
inauguró en 1939.
En la puerta lateral de la
Basílica se puso una lápida (en el angulo superior izquierdo de la foto correspondiente al Congreso Eucarístico de 1943) con la
lista de los 42 nacionales citados cumpliendo el Decreto del Gobierno de Franco
que decía: “En los muros de cada
parroquia figurará una inscripción que contenga los nombres de los caídos, ya
en la presente Cruzada, ya víctimas de la revolución marxista”
La inscripción
tenía que ir encabezada por el nombre de José Antonio Primo de Rivera, el yugo
y las flechas, símbolo de FET-JONS, y el eslogan “¡Presente!”.
Después se
añadió otra placa con los nombres de los fallecidos en el frente ruso con la
División azul.
En la noche
del 26 al 27 de febrero de 1962 alguien rompió la lápida de los “caídos” y el
Ayuntamiento prometió volver a colocarla. Pero no encuentro ningún documento
que acredite que se volviese a reponer. En 1966, cuando llegué a Portugalete,
no había ninguna lápida.
Otra lápida
estaba inscrita en una de las cuatro caras del monolito dedicado a los citados
“caídos” en los jardines de Salazar. En los años 60 fue sustituido por la
escultura de una madre con dos hijos y una frase de José Antonio Primo de
Rivera que decía: “Que ésta sea la última sangre que se derrame en España”.
Tasio Munarriz
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