Es de sobra conocida la antigua costumbre
portugaluja de las procesiones de Semana Santa. Daban comienzo el Viernes de
Pasión, para continuar el Domingo de Ramos con la simpática procesión de la
“Borriquilla”, que partía del Ojillo (las Siervas), y eran preludio de la más
ceremonial, la del Jueves. Quizá la más esperada, por lo curiosa y diferente,
era la del “Encuentro”, que se celebraba el Viernes Santo muy de mañana. Por un
lado salía el Cristo, con la cruz a cuestas y por otro itinerario discurrían la
Dolorosa y San Juan. Ambos cortejos, al final coincidían en la calle del Medio
y los portadores del Cristo, se agachaban y obligaban al “paso” a una sencilla
reverencia ante la Virgen. Mucha gente se congregaba para ver ese momento.
Las procesiones las organizaba la Cofradía de la
Santa Escuela del Cristo del Amparo, un grupo en sintonía total con la
parroquia, con tradición desde el siglo XVI. Refundado en 1944, se hizo cargo
de los “pasos” existentes y fue creando nuevos. Cuando finalizaba la Semana
Santa, los guardaban y cuidaban con mimo en los bajos de la casa parroquial.
Esta situación finalizó en 1967.
Por un lado la parroquia, bajo la dirección del
consejo y del párroco, D. Pablo Bengoetxea, estimó que las procesiones no eran
provechosas para la línea pastoral que postulaban y decidieron no prestarlas
apoyo. Por otro lado la casa parroquial, donde se guardaban los pasos, fue
demolida para la construcción de la actual, que ya no contemplaba ningún
espacio para poder guardar dichos “pasos procesionales”. Y ahí comenzó su
diáspora.
Apilados en sótanos y lonjas prestadas, algunos
sucumbieron, otros se cedieron y otros simplemente desaparecieron. Una historia
de impotencia y soledad. Las vicisitudes que se van conociendo dan pie a una
historia más larga que los Episodios Nacionales, pero hoy podemos estar de
enhorabuena, porque han aparecido unos restos del “paso” de San Juan, que
gracias a las gestiones de la Asociación de Amigos de la Basílica pueden servir
como testigo mudo de una época pasada y olvidada sin pena ni gloria.
Siguieron su rastro hasta Madrid, donde los
recibieron de los deudos del fallecido sacerdote D. Rafael García-Borreguero,
quien había custodiado el “paso” bajo contrato con Don Pablo. Eran
concretamente las manos y la cabeza, pues era una figura “de vestir” y el
cuerpo, frágil, no había resistido el paso del tiempo. Los vestidos originales
también aparecieron. Los pies, no. Se recogieron y con ayuda de un animoso
ebanista se ha recompuesto y vestido, para que su presencia sirva como
referencia recordatoria de aquellas épocas de nuestra infancia, que a pesar de
esta vida mejor, siempre se evocan con nostálgico cariño. Como es fácil
comprender, la Asociación, no tiene ningún interés en resucitar aquellas
manifestaciones, de pasados siglos. Son conscientes de que hoy la pastoral va
por otros derroteros, pero tampoco piensan que el olvido y el desdén sirvan
para mucho. Un bello San Juan Evangelista de la segunda mitad del siglo XIX,
que según Julen Zorrozúa, en su libro Pasos e imágenes de Semana Santa de
Bizkaia (1901), es “Neoclásico de Inercia”, desde el museo parroquial, va a ser
el encargado de recordárnoslas.
Asociación de Amigos de la Basilica
Efectivamente como dice la Asociación de Amigos de la Basílica, nuestro hermano Rafael fue quien se hizo cargo de los restos de la figura de San Juan. Fue cedida la obra por el párroco D.Pablo Bengoetxea bajo contrato de custodia y por honor se guardó, respetó y se intentó por todos los medios que los elementos se conservaran dignamente y con el mayor de los respetos.Para los hermanos es un honor el haber mantenido aquella custodia que nos trasladó nuestro hermano antes de fallecer con la promesa de que en cuanto los tiempos fueran propicios fuera devuelta a su origen. Gracias al buen hacer de la Asociación de Amigos de la Basílica y la honestidad de nuestro hermano la figura de San Juan pudo regresar a la Basílica. Atentamente Inmaculada,Gudelia y Cheché García-Borreguero,Palacio
ResponderEliminarAl margen de la importancia de la noticia, yo quisiera detenerme en la fotografía de la procesión por El Cristo, que tiene muchos detalles de interés. La esquina de la casa de Chapa con el cartel de Lerchundi. Al fondo el edificio de Carranza, de las Javerianas, con sus jardines delante donde después se edificó el actual edificio de la Caja.
ResponderEliminarDebajo el autobús de línea, con el chofer en la escalera subiendo arriba donde llevaba la paquetería.
El bar de Aurelio con sus persianas bajadas a la derecha y el balcón con la bandera española con el crespón negro por la semana santa.
Las gabardinas como prenda más habitual en esa época (uno con brazalete negro de luto).
………
Seguro que Garaizabal nos señalaría otros muchos.