Días pasados presentamos digitalizado el libro Portugalete y su gente y entre los
personajes que entonces se eligieron como más representativos del mundo
portugalujo, en su apartado musical, estaba el compositor Federico CobosReimúndez, que destacó en una saga familiar dedicada a la música, junto con su
hermano Alfredo y donde todavía destaca su sobrino Alfredo.
Trabajó como oficinista en la
Vidriera Española (ahora Vicrila) de Lamiako. Mientras vivió con su familia en
el grupo de viviendas de esa empresa, tocó el órgano en la iglesia de Las
Mercedes de Las Arenas y el armonio en la de Lamiako y colaboró con la coral
San Juan Bautista de Leioa, cuyo director era Sarria. Esta coral interpretó
algunas de sus primeras canciones.
En su estancia en Madrid vivió en
la Glorieta de Bilbao, ejerció de director musical de la productora Ocma Films
y se contrató como pianista en varios teatros de variedades. Compuso muchas
obras y le editaron medio centenar en Madrid, Barcelona, Francia y Estados
Unidos. El título de algunas de estas canciones estaba en euskera, con la letra
en castellano.
En 1954 preparó una película con
ambiente canario titulada, como uno de sus poemas, “El collar de caracoles”.
Iba a ser una comedia musical con intérpretes que cantaban sus diálogos, un
coro de voces mixtas, y una orquesta. Los exteriores se rodarían en Canarias y
los interiores en Madrid. Ignoro si el proyecto salió adelante.
Volvió a su querida villa de
Portugalete en 1960 y su amigo el párroco Angel Chopitea le nombró organista.
El ayuntamiento le encargó la confección de un libro de 200 páginas con 30
canciones portugalujas, algunas antiguas arregladas y otras creadas por él
sobre las típicas calles de la villa (En medio, Coscojales, Santa María, Campa
de San Roque, etc). Ignoro si se publicó.
Los médicos le diagnosticaron un
tumor en la cabeza, y desde entonces cayó algo su vitalidad. Le dijeron que el
tumor podía ser consecuencia del golpe que se dio cayendo de la cubierta a la
bodega del Altuna Mendi, barco en el que estuvo preso como supuesto antirrepublicano
durante la guerra. Precisamente un compañero suyo de prisión en la cárcel de El
Carmelo le regaló como recuerdo una cuchara de madera confeccionada y grabada a
mano, que encabezan esta entrada. Después de la guerra en Vizcaya, se incorporó
al tercio Ortiz de Zárate con su amigo Valentín Tellaeche Saracho.
A pesar de la operación nunca
perdió el humor, y un día, cuando estaba hablando después de un funeral con
José Gómez, el funerario de la calle de Enmedio, le dijo: “Este negocio no
termina nunca”.
Al morir en 1974, todas las
agrupaciones portugalujas le rindieron un homenaje póstumo en el salón de actos
de la Escuela Náutica. Su hija Mari Nieves conserva una parte importante de las
partituras originales de sus composiciones y entregó otra parte a ERESBIL para
su archivo. El que las quiera puede recurrir a ella.
En el Cancionero Musical Portugalujo de César Saavedra, cuya portada
e índices, figuran en la Biblioteca Digital Portugaluja, se recogen
algunas de sus canciones portugalujas. Incluimos libros como éste sin
digitalizar con el deseo de verlos digitalizados y que todos los portugalujos
puedan acceder a su contenido, en este caso las letras de las canciones de
nuestro personaje FEDE COBOS.
Una persona excepcional. Yo le escuchaba y hablaba con el frecuentemente. En mi boda interpretaron una de sus partituras para piano que todavía recuerdo y toco de vez en cuando mi padre era gran admirador de Federico. Siempre me decía no hay mayor honor y grandeza que interpretar lo que uno siente en honor a Dios.
ResponderEliminarLas cucharas de madera, una obra de arte, bien bonitas.
ResponderEliminarEscucho aqui en la radio obras musicales de Cobos. Me encantan.