Dentro de lo que podríamos llamar nuestra microhistoria nos
situamos en 1857 para recoger dos casos que encontramos en los documentos del
Archivo Histórico Municipal. Era alcalde Máximo Castet, quien según sus
palabras se encontraba “en el imperioso deber de moralizar las costumbres
puras hasta algún tiempo de este pequeño pueblo”.
El primer caso corresponde a Julia de Ybargüen, de 17
años, hija de Felipa de Urquijo que con su hermano Dario de 15 años,
protagonizaron “escándalos
desmoralizadores en alto grado” que obligaron al alcalde a decirle a José
Benito de Ybargüen, cabeza de familia, que “haciendo uso de su
autoridad paternal corrigiese y sacase del cieno en que se hallaba engolfada su
hija, y que si su autoridad de padre era mal empleada, se vería en el
caso de hacer uso de la que él reviste”.
Por las declaraciones de algunos vecinos sabemos que
los Ybargüen originaban continuos altercados y algaradas, pues en una de las “habitaciones
de su casa, la puerta de la calle se abre a todas horas de la noche, y entran y
salen gentes” ya que la citada
Julia se prostituía “y que es aún más culpable su misma madre a quien ha
oído decir dirigiéndose a la hija, que vaya a Bilbao a ganar con
su cuerpo algunos pesos, y que si no trae tanto la castigará”. Según
afirmaba un declarante, ambas, la madre y su vástaga salían de noche a buscar “quien
quiera hacer uso de la hija, sirviendo de encubridora y centinela su madre, y
que así mismo el muchacho, Darío, se ocupa también, mandado por su madre”,
sirviendo de alcahuete o
correveidile, de “solicitador de hombres para su hermana, quien ha extendido
tan infame menester a algunas otras jóvenes”.
Entre los clientes habituales se encontraban algunos
carabineros o al fondear en nuestro puerto algún vapor (se cita en concreto el Santa
Isabel), muchos de sus tripulantes entraban en casa del citado Ybargüen.
La conducta de este grupo familiar generó conflictos también
en algunos matrimonios, así según Josefa de Gorordo, ella había recibido aviso
de que su propio esposo había entrado en dicha casa, por lo que se había
personado en la misma, sacándolo de allí, “siendo las consecuencias
disgustos de consideración en la familia, que aun no han calmado”.
Realmente, podemos tildar a este grupo de parentesco
como de empresa familiar dedicada al oficio más viejo del mundo. Se les podría
llamar los Ybargüen y Cía” o los “Ybargüen, S.L.”, ya que incluso se habían
repartido los distintos papeles o roles a desempeñar en el “negocio” familiar.
El segundo caso de meretrices jarrilleras lo
encontramos en una certificación del alcalde del 2 de diciembre de ese año 1857
que cita a Manuela de Martín y Josefa de Eguía, que “se hallaban entregadas
al funesto vicio de la prostitución”, generando muchos problemas,
produciéndose “enfermedades sifilíticas, cuyo germen principal ha residido
y reside en la Villa”, padecimiento que afectaba lo mismo a los jóvenes
que a los padres de familia.
En una discusión entre vecinas se recoge como una vecina
casada interpelaba a Manuela preguntándola cuántas veces “había estado con
su marido, a lo que ésta repuso que más de 20, y que la había dado mucho
dinero, armándose una riña momentos después entre los dos esposos, de
consecuencias enormemente desagradables”.
El 8 de mayo de 1858 el alcalde ordenó que la citada Manuela
de Martín fuese trasladada a la “casa de recogidas” de Nuestra Señora de
Begoña, pasando el expediente original a la Diputación General, para que si lo
tenía a bien se sirviera remitir un par de miqueletes para poder proceder a su
detención.
Meridianamente se observa a raíz de todo lo descrito, que las mujeres,
encubridoras, alcahuetas o proxenetas, o ejercitantes de rameras, para su
desgracia siempre eran las intercesoras, culpables o víctimas, siendo
exonerados del tanto de culpa que les pertenecía a los hombres en la inmensa
mayoría de los casos. Por si esto fuera poco, las fuerzas vivas de la
localidad, integradas en su totalidad por varones, culpabilizaban claramente a
las mujeres de todos estos hechos.
Roberto Hernández Gallejones
El articulo completo, ya que esta
entrada es un pequeño extracto,
se puede leer en la Biblioteca Digital
Portugaluja:
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