lunes, 9 de octubre de 2017

LA AVENTURA DEL BUQUE MERCANTE IGOTZ-MENDI




Este mes hemos recogido en el periódico enportugalete.com la ficha del capitán portugalujo Quintin Uralde, por lo que vamos a extendernos antes un poco en su aventura con el Igotz-Mendi, durante la I Guerra Mundial.

Tras darse por perdido su rastro el 10 de noviembre de 1917 cuando se dirigía de Madagascar a Colombo, a través del Océano Indico. Su misteriosa desaparición hizo que le llamaron «el buque fantasma» y se estuvo a punto de organizar funerales por su tripulación y hasta se dijo que alguna “viuda” llegó a contraer nuevo matrimonio.

La aventura había empezado al avistar al "Wolf", mercante alemán habilitado de crucero auxiliar, que destacó un hidroplano con orden de parar la máquina. De él subieron al "Igotz" dos oficiales al mando de una dotación de presa, revisaron la documentación, arriaron la bandera española y arbolaron la de la Armada Imperial alemana. Cinco días después fondearon en la isla Garayos y transbordaron parte del carbón al "Wolf", le pintaron el casco de azul oscuro al "Igotz" y quitaron de la chimenea la
contraseña de la naviera bilbaína, pasándole 21 prisioneros ingleses y 5 neutrales, con escasez de provisiones consistiendo el principal alimento frutas de la isla, conservas y patatas.

De allí tras doblar el cabo de Buena Esperanza realizan una penosa travesía del Indico al Atlántico aprovisionando al "Wolf" en la brasileña isla Trinidad, para seguir acompañándole en un asombroso "raid" hasta que fuerza el bloqueo y entra en Kiel con 400 tripulantes de 35 buques enemigos hundidos y riquísimo botín. En Islandia, con bajísimas temperaturas árticas, el "Igotz" capea un recio temporal, que con el hielo le avería seriamente. Arrumbando a la costa noruega, entran en el Báltico y el 24 de febrero de 1918 un error del oficial alemán de guardia le hace embarrancar y al día siguiente saltan a tierra donde son muy bien acogidos. Reflotado el barco el 11 de marzo, sale con carga de carbón para Bilbao.

El 21 de junio, a las ocho de la tarde, entra en el Abra escoltado por infinidad de embarcaciones, en un gran recibimiento en los muelles, con pañuelos, aplausos, vivas, cohetes... mientras hace sonar su sirena.

Cuando los tripulantes desembarcan y abrazan a familiares y amigos, Pilar Aróstegui, hermana del calderero del "Igotz", decía conmovida que su madre, Juana Imaz, había muerto de pena la víspera de saberse, tras 110 días, que su hijo estaba vivo.

El 18 de julio de 1918 se celebró una misa en la basílica de Begoña de acción de gracias presidida por Ramón y Alejandro de la Sota y el capitán del barco, Quintín de Uralde.

Aunque en internet existe abundante información sobre este suceso, de donde proceden varias de las imágenes, en la Biblioteca Digital Portugaluja, hemos recogido el artículo que el 28 de marzo de 1970 publicó en EL CORREO, el conocido periodista Camarón, con el croquis que acompaña esta entrada..


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