En el último
tercio de siglo XIX experimentó un gran crecimiento la organización de carreras
de velocípedos a lo largo y ancho de nuestra geografía. En Madrid, dichas
pruebas solían disputarse en el Parque
del Retiro, en Bilbao en el Campo Volantin y en Portugalete fueron en el Muelle
Nuevo.
Aunque en
Bilbao ya se acogió con entusiasmo en 1868 a los adeptos a este deporte, en
1887 y siguientes el Club Velocipedista de Bilbao organizaría “carreras de
velocípedos” durante las fiestas.
En nuestra
Villa la primera competición, según el NOTICIERO BILBAINO, fue el 4 de agosto de 1889. Organizado
por el Ayuntamiento deseoso de
dejar un recuerdo grato a los que vienen a visitar su pintoresca playa y
proporcionar a los vecinos un rato divertido, y rigiéndose por el reglamento del Club bilbaíno, no permitiéndose el uso de velocípedos de carreras, el programa se
componía de cuatro carreras por el muelle de Churruca.
Eran años en que el biciclo con
su gran rueda delantera que proporcionaba altas velocidades y que había
alcanzado gran popularidad, empezaba a dar paso a la bicicleta moderna, que
proporcionaba un desarrollo de velocidad similar así como comodidad a través de los neumáticos y menor peligro de
caídas graves por su menor altura.
Tras un desfile inicial de los velocipedistas, la primera prueba era la “preparatoria”
de 2.000 m., la segunda de “biciclos” de 1.600 m., la tercera de “ciclos y
triciclos” de 2.000 m, para terminar con la prueba “hándicap”, para todos los
que habían tomado parte en las pruebas anteriores y con un recorrido de 2.800 m.
La crónica periodística señalaba: A las once de la mañana, y entre un
inmenso gentío, dieron principio las carreras en el Muelle. En la primera
carrera de bicicletas, ganó el primer premio consistente en una estatua de
bronce que representa una pescadora, D. Cándido Palomo y el segundo,
consistente en una petaca, D. José Zayas.
D. José Mª Urquijo, que es un gran carrerista y que iba el segundo, al llegar a la meta tuvo la desgracia de que se le rompiera la goma de la rueda trasera a pocos metros de la llegada; sino , hubiera ganado el segundo premio.
D. José Mª Urquijo, que es un gran carrerista y que iba el segundo, al llegar a la meta tuvo la desgracia de que se le rompiera la goma de la rueda trasera a pocos metros de la llegada; sino , hubiera ganado el segundo premio.
En la segunda carrera de
biciclos se disputaron un premio D. Mario Losada y D. Armando Legorgeu,
habiendo triunfado por pocos metros el primero, destacado velocipedista bilbaino. Premio, un precioso grupo en
barro que representa una lucha de gladiadores.
Tercera carrera. Toda clase
de máquinas. Tomaron parte cinco carreristas y ganaron D. Cándido Palomo y D.
José Zayas. Los premios consistían, el primero en una ánfora de broce y el
segundo en dos figuras de barro.
Suspendida durante un rato la
4ª carrera para arreglar las ventajas que debían darse los carreristas, comenzó
después de haber regresado mucha gente a Bilbao en el tren.
Cuarta carrera. Handicap.
Recorrido 2.500 m., participando seis velocipedistas. Al dar una vuelta y por
no atropellar a un alguacil que se interpuso en la pista, cayó D. Cándido
Palomo, (fue
presidente del Club velocipedista de Bilbao) que había dado ventaja a todos y que la iba sacando por momentos. Se
adelantó D. José Zayas que ganó el premio consistente en una lindísima jarra de
bronce para cerveza. Aun cuando no había designado segundo premio para esta
carrera, se otorgó uno consistente en un alfiler de corbata, que no se había
concedido en la carrera de biciclos, a D. Mario Losada, el cual llegó a poca
distancia de D. Eduardo Ubao. D. Enrique Careaga cayó en una vuelta y no quiso
seguir la carrera.
El espectáculo agradó
extraordinariamente al numerosísimo público que lo presenció agolpado en ambos
lados del muelle, el cual ofrecía un cuadro animadísimo.
El día se completó con cucaña
y patos a las cuatro de la tarde en el muelle Vallecilla o Viejo, desde el
vapor remolcador El Siglo, que ganó un individuo de Deusto, y a las nueve,
varias ruedas y vistosos fuegos artificiales del prestigioso pirotécnico D.
Juan Auta.
La fiesta fue amenizada por
las bandas de música y tamboril y la afluencia de gente fue tan extraordinaria
que en las fondas y hoteles se agotaron las provisiones y muchas personas
tuvieron que pasar a las fondas de Las Arenas.
Este primer espectáculo de
carreras, nuevo aquí, parece que se repetiría el domingo 1 de setiembre.
Nuestro agradecimiento a
Karla Llanos
Karla Llanos
que nos ha facilitado los dos ejemplares del Irurak-Bat de agosto de 1889 donde se recoge esta noticia.
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