Tras publicar hace dos meses una entrada con el título de RECORDANDO A MANOLO "EL SACRISTAN" (1932-2003), y
ante la buena acogida que tuvo, dado el cariño y simpatía que trasmitía su
figura, decidimos también que debía llegar a más portugalujos y lo enviamos a
la redacción del periódico enportugalete.com que lo ha publicado en su
edición de este mes de mayo.
A Manolo se le celebró un homenaje póstumo, junto con a D. Pablo
Bengoechea, en la parroquia de Nazaret, en el que se repartieron unas cuartillas entre los asistentes según nos facilita Tasio Munarriz
que las leyó.
En ellas se explicaban las dificultades encontradas para
celebrar dicho acto en la Basílica por parte de los curas que entonces estaban. Al
principio iba dirigido solo a Don Pablo, pero luego se hizo extensivo a Manolo
porque en vida se le quiso rendir un homenaje y la cosa se retrasó y tras caer
enfermo murió.
Se comenzó con unas imágenes de los dos homenajeados y luego
se hizo una trayectoria vital de ellos. Según ella, copiamos textualmente, MANOLO
con tres años subió por primera vez al campanario acompañando a su hermano
mayor, que era el sacristán. Con 14 años le sustituyó en la función de
encargarse de la sacristía y continuó durante 55 años.
Supo adaptarse a las distintas generaciones de curas que han
pasado por la parroquia de Santa María: Chopitea, D. Pablo, Angel Garamendi,
Txomin, Alfredo López y los actuales. Siempre muy servicial, pero nunca servil.
Además de ayudar en los actos litúrgicos como maestro de ceremonias, cuyo
título poseía, arreglaba todo: electricidad, carpintería, fontanería... Para él
la Basílica era como su casa. Yo estuve 12 años en la parroquia y ni se me
ocurrió subir al trifolio y a las bóvedas. El lo tenía todo controlado. Alguna
vez hizo una merienda con la familia en la torre y otra vez, también en la
torre, puso palomas y las alimentaba. No pedía permiso a nadie. Sólo informaba.
Estaba en su derecho y hacía lo que le gustaba.
Se sentía orgulloso de que en la
fábrica y en el pueblo todos le conociesen como "el sacristán". Era
profundamente religioso, pero no un beato. Muy reservado, de vez en cuando nos
hacía confidencias. En la época en que los sindicatos estaban prohibidos, me
dijo un día que se había afiliado a CCOO.
A nosotros siempre nos defendió. Cuando descubrimos a dos
policías municipales grabando con magnetofón la homilía y dijeron que les había
mandado su jefe, bajaron él y Angel Alday al Ayuntamiento a pedir
explicaciones y el jefe les dijo que se lo había ordenado el alcalde. Cuando
vino un grupo de alborotadores a boicotear una misa, dos jóvenes les sacaron
una foto y escaparon por la puerta de la sacristía. Manolo les escondió en un
armario de forma que, cuando entraron los retratados para quitarles la cámara,
no encontraron a nadie.
Era muy generoso. Teniendo las dos hijas ya crecidas Manolo
y Conchi, su mujer, adoptaron un niño de dos años de raza gitana. Por sus manos
pasaron decenas de monaguillos, a los que él les enseñaba y educaba como un
maestro y un padre. No conocí ningún monaguillo pillo del que se sospechase que
se bebía el mistela de celebrar. Cuando todavía se pasaba el cesto para la
colecta en las misas, Manolo y Conchi se quedaban el domingo a la tarde
contando el dinero mientras los curas salíamos a dar una vuelta o a hacer una
visita. Eran tan honrados que nunca desconfiamos de ellos.
Era muy popular y socio del Club de Futbol Portugalete.
¡Aupa el Portu!
Aquel famoso 2 de junio del 2001.
Celebración con bajada y recorrido por la ría, para después acabar en el ayuntamiento.
Después de 13 temporadas su , nuestro Portugalete retorna a tercera división.
Manolo el sacristán al frente.
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