Si hay un recuerdo común en todas las generaciones portugalujas del siglo XX, este es el de las “bajadas” de San Roque. Así que para la próxima exposición hemos seleccionado esta fotografía del recordado Juantxu Rodríguez que recoge un momento de la bajada de 1988, cuando un grupo de chicos y chicas desde el centro de la calle Nueva, frente al Convento de Santa Clara, pedían “agua” a la vecina del tercer piso que encantada no dudaba en volcar un balde lleno de agua sobre el sudoroso grupo.
Algún día habría que escribir la historia de esta popular diversión. A principios del siglo lo recordaban como “el regreso” a la plaza al atardecer tras finalizar la romería en las campas de San Roque, en grupos familiares o de amigos. O en los años 60 cuando se incorporan grupos de danzas organizados compitiendo entre ellos.
Juan Antonio Zunzunegui, también recordaba a aquellos
jóvenes de su época, que “tras la
romería, en ese estado groggy que deja el vino, a los que no embarcan bien el
vino”, hacían “la bajada, abrazados
con las muchachas, en ese descenso, desde la campa de la fiesta a la plaza del
pueblo, en que es rito popular que la chica que se entremezcle ha de consentir
la tentaruja. Excitaciones que contribuyen a exaltar más, su de por sí, brioso
temperamento”.
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