lunes, 20 de septiembre de 2021

LAS MORENAS CASILDA Y SALOMÉ QUE MANUEL CALVO TRAJO A SU REGRESO DE CUBA.

  


Hace unos días, sentados en la terraza del Hotel, que empieza a dar síntomas de haber superado la pandemia, hemos coincidido con un turista ingles alojado unos días en el mismo que con cara de satisfacción desayunaba mientras observaba con curiosidad a las aldeanas del mercado.

Estaba rellenando una tarjeta postal que le habían facilitado en la recepción de este HOTEL VASCO CUBANO y pidiendo el desayuno en una carta de EL PALADAR, LA HABANA en la que nos ha saltado a la vista los nombres de los dos tipos de desayunos que se ofrecían y que eran CASILDA y SALOME.

Al margen de la conversación mantenida con él sobre el origen de esta relación de Portugalete y Cuba a través de nuestro famoso indiano, nos ha dado motivo para escribir esta entrada recordando a las dos “morenas” que trajo Manuel Calvo a su regreso

La encontramos en el Cancionero Portugalujo de Pedro Heredia en una canción suya fechada en julio de 1951 que empieza diciendo “Sal al balcón a escuchar una habanera triste que voy a cantar. Canción portugaluja que relata un hecho público ocurrido al bienhechor portugalujo D. Manuel Calvo y Aguirre en su Ingenio Portugalete de La Habana, en el último cuarto del siglo pasado”.

La letra en verso de esta canción continua: 

En un Ingenio que en La Habana fue por don Manuel Calvo refundado, y Portugalete nombrado, en un plantío de café, vieron Casilda y Salomé la luz de un mundo atormentado falto de caridad y fe.
Las dos del brazo de su protector a Portugalete llegaron a hacer el bien y así causaron (secundadas por su señor) la admiración por el favor dado a quienes necesitaron su pan y amor.
Por ser tan buenas sus dos negritas a manos llenas prodigo fue. Palió las penas de sus benditas nobles Casilda y Salomé, por un suceso que les fue causa de cuitas y contaré.

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Salió con su cochero don Manuel de su Ingenio maravilloso en su landó pulcro y vistoso. Triste le fue el paseo aquel tras la emboscada tan cruel, en la que el negro valeroso murió por defenderle a él.
Surgió detrás de un mato engañador un grupo armado y asesino que se interpuso en su camino, mas el cochero luchador, se abrazó a ellos con valor. Con él la lucha sobrevino… y huyó el señor.

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También murió su negrita angelical. Poco duró tras saber su amargo mal.
Ella murió de penita y de dolor; tristes dejó los dos retoños de su amor.
Su buen señor. Conmovido se apenó y en protector de las niñas se erigió.
Por su bondad, Portugalete alcanzó la caridad que Calvo a los pobres dio. 

Para completar información sobre estas dos cubanas a quien Calvo había acogido como hijas propias dándoles su apellido, hay que recurrir al apartado cuarto de sus últimas voluntades en donde describe su “inquietud por el futuro de su sirvienta la morena Jacinta Casilda Calvo, la cual nace y se cría en su domicilio del Ingenio Portugalete, como una hija tanto por su esposa como por el mismo, siendo su asistenta en las enfermedad de su vejez”.

Tanto a ella como a su hermana Salomé las dejó una cantidad mensual mientras vivieran. Al abrir el testamento esta última había muerto, mientras que Casilda que estuvo en su cabecera en el momento de su muerte en Cádiz, se sabe que se le siguieron haciendo pagos al menos hasta 1934.

 

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