Los hombres que vivían cerca de
las industrias, estructuras viarias o edificios destruidos en la guerra estaban
obligados a trabajar 15 días al año en su reconstrucción. Los que vivían lejos
debían entregar 15 jornales, pero, para no sustraer ese dinero del sueldo
normal, lo conseguían metiendo horas extraordinarias o intensificando su
esfuerzo para producir el equivalente a esos jornales.
El valor del jornal era el mismo
que cada trabajador ganaba al día. En caso de incertidumbre, se calculaba el
valor del jornal medio de cada localidad, no superando las 25 pesetas diarias.
En Portugalete el salario medio oscilaba entre 8,50 y 12 pesetas.
Todos los trabajadores y
empresarios debían inscribirse en el ayuntamiento rellenando un impreso en el
que constara el jornal del trabajador. Los que no se inscribían en su plazo
eran castigados con una multa entre 50 y 1.000 pesetas.
“Los que con fraude, engaño o falsificación de los datos procurasen su
omisión en el censo o no declarasen la verdad de su jornal o ingreso medio
diario sufrirán arresto de un mes y un día y la multa de 100 a 2.000 pesetas, que
impondrá el Comisario-Interventor. Por falta de pago o insolvencia, sufrirán el
arresto subsidiario”
Como ejemplo de los trabajadores
de las empresas ubicadas en la villa, reproduzco su composición. Los que
trabajaban en las fábricas del entorno figuraban en otras poblaciones.
Otra muestra más concreta es la
lista de los 16 trabajadores de la empresa de Víctor Aroma Ercilla, contratista
de obras.
Los portugalujos que tuvieron que
ayudar al Estado obligatoriamente fueron 822 incluyendo los parados, soldados,
presos, prisioneros y hasta un difunto. Este era Eutiquiano Gómez Azpeitia,
para más “INRI” funerario, hermano mayor del funerario que hemos conocido, José
Gómez. Tenía un jornal de 10 pesetas diarias y pagaba la cuota de 30
correspondiente al cuarto trimestre de 1939.
Tasio Munarriz
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