A los portugalujos nos es de sobra conocida esa escultura que recogemos
sobre estas líneas de un Salazar arrodillado con un escudero a su espalda, que
se encuentra en la base del retablo mayor de Santa María.
Como estamos revisando lo publicado sobre Portugalete por Goio Bañales en su blog, http://somo.blogcindario.com, que
estuvo en activo desde enero de 2008 hasta abril de 2012 (y que hacemos votos
por que vuelva a estar en activo) nos hemos encontrado con noticias sobre el
tema y lo traemos aquí.
Dice nuestro amigo Goio, que se trata de Lope García de Salazar y Mena (1462-1536 aprox.) que no consiguió dejar
en la Villa la impronta que otros personajes de su mismo tronco familiar;
además, quedó totalmente oscurecido por la sombra de su bisabuelo del mismo
nombre, el famoso cronista de Muñatones.
Era hijo de Ochoa
de Salazar, el legítimo heredero de las casas de Salazar y Muñatones las cuales le
fueron arrebatadas por su tío Juan "el moro" de Salazar.
Su madre fue María
Díaz de Mena, bilbaina.
El preboste por antonomasia no fue él, sino su padre, Ochoa de Salazar, a quien ni
siquiera era necesario citar por su nombre, bastaba decir "el preboste"
para que todo el mundo supiese que, de quien se trataba, era de aquel Ochoa. Sin embargo, también este Lope García de Salazar llevó añadido a su nombre, como una
muletilla, el título de preboste, en su caso para diferenciarlo del cronista
muñatoniego.
Según nos dice la escultura, a pesar de su traza en apariencia algo
ordinaria, se trata de una meritoria obra de arte, en la que el escultor, cuyo
nombre desconocemos, supo captar espléndidamente la expresión de un hombre ya
entrado en años, quien, aún hallándose postrado y en actitud de rezar, y hasta
algo encorvado por la edad, transmite, con un mínimo de elementos, una
manifiesta sensación de autoridad y de poder, que queda claramente reflejada en
el rostro enérgico, en las ropas militares y en la vara de mando que porta su
escudero. Ninguno de los dos personajes, ni el caballero ni su escudero, se humillan
ante la cruz bajando la cabeza o los ojos.
En la escultura ambos personajes son "reales",
es decir, fueron captados y representados tal y como eran, lo que se manifiesta
en detalles como las "entradas" en el pelo del preboste, los
mofletes algo hinchados del paje... El escudero no es un personaje secundario,
pues de ser así, se hubiese labrado en mucho menor tamaño. Esto hace pensar que
posiblemente se tratase de uno de los sobrinos o criados del preboste.
Sin duda, el enorme tamaño del yelmo, evidentemente
desproporcionado, altera el equilibrio escultórico, al atraer hacia él la
mirada del espectador, desviándola del crucifijo.
Nosotros hemos recogido junto a la escena los dibujos que realizó Goio
tomando como modelo la foto, tanto del preboste como del escudero, aunque en el
relieve de este no resulta fácil distinguir si lleva medias o calzones
ajustados.
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