A recoger información de la Villa en los años 30 del
siglo pasado, en el Archivo Histórico Municipal, para confeccionar el próximo libro de la colección El Mareómetro,
nos encontramos con el tema de la situación de la playa en aquellos años.
Había quedado atrás aquella imagen de las tarjetas postales
con una playa muy extensa con sus coloristas casetas de baño pues tras la
construcción del relleno hasta el puerto exterior “se había reducido a su
mínima expresión perdiendo toda su animación” en palabras del primer alcalde
republicano Federico Sánchez-Vallejo.
Aprovechando que “el Puerto había rellenado últimamente la
playa de arena, ampliándola notablemente”, se dirigió al Gobernador para pedir
autorización para poner la playa en condiciones y que así los vecinos no se
fueran a otras playas.
Se trataba de hacer casetas de madera, para señoras y
familias, y para hombres solos, con su ducha, lavabo y W.C. y además con “los
servicios de ropero de alquiler, con dos mostradores y otro de refrescos y
meriendas. Las casetas se colocarían sobre un lecho de hormigón, lavable con
mangueras, y estarían formadas por tableros ensamblados. Un murete corrido defenderá
la zona de casetas de porquerizas arrojadas por la pleamar”.
Estamos en el verano de 1932 y ya en el programa de
fiestas del año siguiente el Ayuntamiento muestra en una fotografía, que
recogemos abriendo esta entrada, cómo había quedado la playa.
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