jueves, 18 de febrero de 2016

MUESTRAS CLASISTAS DE LA RELIGIOSIDAD EN LA POSGUERRA: LAS CAPILLAS DE LA BASÍLICA


Siguiendo con las muestras clasistas de la religiosidad que se daban todavía después de la guerra en nuestra Villa, Tasio Munárriz analiza hoy la presencia de las familias pudientes en la basílica o en las funciones religiosas.

En la Basílica las capillas laterales las habían pagado desde su construcción las familias ricas, que las utilizaban para enterrar a sus difuntos y asistir a los actos religiosos en su interior. Su propiedad había pasado por herencia o venta a otras familias, que todavía en la posguerra las tenían cerradas con una verja de hierro para su uso particular.
En concreto los Retuerto tenían la llave del candado de la cadena de la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, la primera a mano izquierda. Dejaban la llave a sus conocidos para sacar un reclinatorio con el fin de asistir a misa desde fuera y a la “Santera” Casilda para limpiar la capilla. El término “Santera” no se utilizaba en Portugalete con el significado que se da en Sudamérica a los santeros, que tienen un gran prestigio entre la gente supersticiosa. En nuestra Villa era la que cuidaba un santuario, según el diccionario de la RAE.
Muchas familias tenían su reclinatorio particular con sus iniciales grabadas con chinchetas en su parte superior. Pero los utilizaban todos los que querían. En el museo parroquial hay dos ejemplares de reclinatorios.
Algunas familias tenían una capilla en su propia casa con derecho a un capellán, como los Vicuña y los Salazar. En el museo se conserva el altar y el retablo de Miren Vicuña (foto inferior derecha).

En 1943 se celebró en el Arciprestazgo de Portugalete un Congreso Eucarístico con la participación de miles de fieles de los pueblos vecinos en la Villa. Los dos presidentes del Congreso fueron el arcipreste Angel Chopitea y el marqués de Triano, Víctor Chávarri Anduiza, sobrino de Víctor Chávarri Salazar, el del monumento de la Plaza.



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