Otra mujer nacida en el siglo XV que aparece entre nuestra gente portugaluja de estos 700 años es Inés de la Sierra, regatera.
El linaje de La
Sierra, arraigó aquí según Ciriquiain con Don Pedro Fernandez de La Sierra,
hijo de Fernando de Muñatones y de una hija del clérigo Martíno de la Bodega y
que tras haber ejercido la prebostad acabó cediéndola en el siglo XV a los
Salazar.
Inés, casada con Ortuño de Zaballa, es una de las
primeras regateras que se recuerda, y que figura en el arrendamiento del 3 de
febrero de 1513, comprometiéndose junto con Elvira de Valmaseda a abastecer de pescado, sardinas blancas y
arencadas, arenques, aceite, candelas de sebo, vinagre, legumbres, grasa de ballena
y demás artículos de abacería a la Villa, al precio que tuvieran en Bilbao,
bajo pena de 60 maravedíes por cada vez que faltase alguno de ellos. Las autoridades
prohibían a otras personas vender esos artículos mientras durase el
arrendamiento.
Al año siguiente el 15 de mayo de 1514, le vuelven a
adjudicar el servicio y veintidós años después, en 1536, al hacer la relación
de las rentas de la Villa, sigue Inés figurando como regatera junto con Angela de Santiago, y Pedro Gallego. En
este año su importe ascendía a 9 ducados de oro, o sea, 3 por cada uno de los
arrendadores. En su mano estaba también la venta de pescado al por menor,
especialmente de sardina, siendo las mozas quienes se dedicaban a su reparto y
cuyo arrendamiento se contempla ya en las ordenanzas de 1459.
Otras mujeres trabajarían en el mercado de la plaza, situado
entonces en el centro de la calle del Medio, tanto en el arriendo del azogue,
para garantizar el pan a toda la población, o en las tabernas atendidas por
ellas así como gobernando los mesones, reservándose ellos la carnicería, la
zapatería y la sastrería. Ellas atendían generalmente la administración de la
hacienda en ausencia del esposo.
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