J. ARRIETA en la edición del domingo, 19 junio 2022, de
EL CORREO.
El simposio 'La(s) memoria(s) de la esclavitud. Perspectivas desde el País Vasco y España', celebrado esta pasada semana en la Facultad de Economía y Empresa - Elcano, dedicó sendas ponencias a dos conocidos indianos vascos, el vizcaíno Manuel Calvo (1816-1904) y el alavés Julián de Zulueta y Amondo (1814-1878).
«Hay una serie de mitos que básicamente tienen que ver con la idea de
que los vascos no estaban involucrados en la trata de esclavos. Y sí lo
estuvieron. Y mucho». Así planteó la cuestión el historiador Óscar Álvarez Gila (UPV/EHU) en la
ponencia de apertura de dicho simposio.
En el encuentro se habló del
comercio esclavista en España, prestando una atención especial a la historia de
los negreros vascos y la memoria que se tiene de ellos. O 'no-memoria' porque, en la percepción popular del pasado, este
asunto no existe.
Pero lo cierto es que desde
que se inició el comercio de personas hacia América hubo vascos implicados en
él. La documentación del Archivo General de Indias y de la Casa de Contratación
de Sevilla refleja que algunos de los principales agentes que manejaron el
tráfico de esclavos desde el Golfo de Guinea hasta las posesiones de Castilla
en el Nuevo Mundo en los siglos XVI y XVII eran vascos.
Pero es en el siglo XVIII, a
partir de 1743, cuando la participación vasca en este tipo de comercio se
multiplica. Empezando por las reales compañías, como la Guipuzcoana de Caracas,
y después por iniciativa de empresarios particulares.
El historiador Martín
Rodrigo y Alharilla, de la Universidad Pompeu Fabra, habló de los hombres de
mar y de comercio vascos en el tráfico de esclavos hacia Cuba entre 1789 y 1867.
«Carlos IV promulga una real orden el 28
de febrero de 1789 que liberaliza el comercio de esclavos, de manera que
cualquier súbdito puede dedicarse a importar esclavos en los principales
puertos de la monarquía en América».
Aunque la esclavitud no se aboliría definitivamente hasta
1886 –para entonces ya solo se mantenía en Cuba–, el comercio de esclavos se
proscribió a partir de 1820. Se desarrolló así la trata ilegal, imprescindible
para mantener la industria azucarera en Cuba, en manos vascas en buena parte,
que necesitaba de abundante mano de obra en sus ingenios.
Manuel
Calvo
El lado oscuro de un filántropo
«A un alumno de Portugalete le hablas de Manuel Calvo y no sabe quién
es», comentaba el historiador de la UPV/EHU Jon Ander Ramos Martínez en la charla que dedicó al indiano
portugalujo y cuya huella más visible es la casa hotel de Portugalete que en su
testamento legó a la villa que lo vio nacer. «Faltan estudios específicos sobre su persona», aunque en la
historiografía dedicada a Cuba las menciones a él «son constantes».
En muchas ocasiones «hablamos de Calvo como de una eminencia en
la sombra», señaló Ramos. Su memoria, como la de tantos indianos, se ha
basado en su actividad benéfica y filantrópica, y ha soslayado la base de «su importante fortuna», «el lado oscuro»: su vinculación con el
esclavismo.
Calvo nació en 1816. «El padre era gallego y la madre vasca».
Como tantos otros indianos, dio el paso a Cuba llamado por un familiar. En su
caso, por un tío que le había buscado una colocación en la isla. En sus inicios
allí, «trabajó como dependiente en una
ferretería, con cuya propietaria acabó casándose en 1834». Para «1835 o 1836, ya se supo mover en estos
negocios de traslado de personas desde África».
Aunque apenas hay rastro
documental, «parece que sí participó en
el comercio esclavista desde sus primeros años en La Habana». En todo caso,
«buena parte de sus ingresos provenían de
la producción azucarera, donde sin duda usó mano de obra esclava».
Sobre la vinculación directa
de Calvo con la trata, Ramos presentó un documento, «el apresamiento de un bergantín que transportaba esclavos en 1835. En
él figura a cargo de dicho barco Manuel Calvo. Llevaba 450 esclavos en el
momento de ser apresado». Apenas llevaba dos años en la isla «y ya se movía en este negocio».
Para 1864 disponía de
importantes propiedades, incluida una explotación azucarera, Flor de Sagua. Fue
fundador del Cuerpo de Voluntarios españoles de la isla y del Casino Español.
Además fue socio de Antonio López, el marqués de Comillas, en negocios
navieros. Calvo formará parte «del núcleo
de hombres de negocios que va a controlar la política colonial en los últimos
años de la colonia».
«Aunque es íntimo amigo de Antonio López y de Zulueta, a diferencia de
estos, va a estar en un segundo plano y sobre todo va a ser representante de la
élite vascocubana, cuyos intereses defenderá con numerosos viajes a Madrid a
partir de la década de los 60» para «evitar abolir la esclavitud».
Calvo hizo una
grandísima fortuna, lo que se refleja en su testamento. La casa hotel que donó
a Portugalete, cuyos beneficios debían destinarse a dar de comer a los más
pobres, estaba valorada en 400.000 pesetas. En ese mismo testamento figuran «su criada morena, Casilda Jacinta Calvo, y
su otra criada morena, Salomé Calvo, y Fidel Galtier, su criado, a los que dejó
una pensión vitalicia». Murió
en Cádiz en 1904.
Así eran, así son. El ayuntamiento, por su parte, ha colocado una placa donde se lee "Manuel Calvo kalea". Pero de "Antiguo muelle Viejo", como había anunciado, nada de nada.
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