Continuamos el articulo de Manuel Montero, con el apartado relativo a LA RIVALIDAD CON BILBAO.
La fundación de
Portugalete buscaba dar una cobertura jurídica y administrativa a las
actividades comerciales, de índole muy distinta a la del entorno rural. Era la
época en la que comenzaba un tráfico mercantil con Castilla y con puertos del
norte, además de la venta del hierro de las ferrerías. También se percibe en la
carta-puebla la influencia de la inestabilidad social, pues las previsiones
para los casos en los que había que aplicar justicia fueron muy abundantes, más
que las de las cartas puebla de las décadas anteriores.
Al fundarse, la cuestión crucial
para la villa de Portugalete era el tráfico por la ría. Seguramente, quienes
habían solicitado la fundación pensaban basar la prosperidad de la localidad en
ese comercio. La cuestión planteó un problema serio, que se convirtió después
en el origen de un larguísimo litigio histórico, que duró siglos. Bilbao había
recibido en su carta puebla de 1300 el privilegio de que las mercancías que
entrasen en la ría desembarcasen exclusivamente en los muelles de Bilbao. En
realidad, había recibido la jurisdicción sobre todo el tráfico de la ría, lo
que tropezaba con las capacidades mercantiles que su carta-puebla concedía a
Portugalete.
No era una cuestión secundaria.
Bilbao, y en su nombre el Consulado, defendió durante siglos ese privilegio,
entendiendo que de él dependía su prosperidad, e incluso su razón de ser. Desde
finales de la Edad Media los litigios entre Bilbao y Portugalete fueron
continuos.
Bilbao, en esto una población algo
arrogante, echó mano de todo tipo de argumentos. En uno de los juicios sostenía
que «es incierto, que en la Villa de Portugalete se haya hecho la carga y
descarga de mercadurías de comercio», y que antes de la fundación en
Portugalete no había población alguna. Las dos afirmaciones eran falsas.
El Consulado sostenía que
Bilbao tenía la jurisdicción sobre toda la ría y el Abra, por lo que no cabía
que los barcos parasen en muelles que estuviesen aguas abajo. Portugalete
reclamaba el derecho a usar su ribera para abastecerse. Bilbao, algo
quisquilloso, temía perder el monopolio del comercio a través del Nervión si
recalaban allí los barcos. En 1631 se resolvió transitoriamente el pleito.
Portugalete conseguía que, «con la debida justificación, pudiesse tomar de los
navíos que entrasen por la barra aquellas porciones de bastimento que sólo
necesitase para el de su pueblo, practicándolo en el ceñido término de dos
horas, sin causar mayor detención a los navíos», además de que los precios
estuviesen controlados y que no pudiera descargarse nada para comerciar fuera
de Portugalete. Sólo les permitían descargar durante dos horas, y todo indica
que se vigilaba el plazo. Bilbao defendió a capa y espada, por todos los
medios, su preeminencia respecto al entorno inmediato. Por lo que sabemos,
nunca fue complaciente con sus vecinos. Más bien actuó de forma antipática.
En lo que a Portugalete respecta,
la agresividad bilbaína le impidió desarrollar en la Edad Moderna las
potencialidades que la carta-puebla le otorgaba. Sin embargo, su fundación como
villa le otorgó durante el Medievo su personalidad jurídica y una notable
capacidad económica. Después, la ría fue monopolizada por Bilbao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario