Patricio Gutiérrez del Moral, (Navarrillo) nació en Portugalete el 31 de
agosto de 1909, y como toda su familia fueron siempre adeptos a la República, y
en el caso de Patricio, militante del PCE hasta el final de sus días el 26 de
marzo de 1991.
Hijo de María Concepción del Moral Santa Cruz "Navarrilla" y de
León Aureliano Gutiérrez Castillo, fue de los últimos marineros y pescadores de
Portugalete en abandonar el arte de pesca del palangre.
De sus dos matrimonios tuvo 8 hijos, tres con Felipa Aguado Bastida y cinco
con Vicenta Martín de Vidales Millas, mi ama. Otras tres hijas aportaría
Vicenta al matrimonio. En 1958 eramos entonces 11 hermanos.
Su infancia como la de sus hermanos trascurrió como la de la mayoría de los
residentes del Muelle Viejo, ligada al mar y a la pesca, lugar donde recibieron
su licenciatura. Gente del Muelle Viejo, trabajadores, honrados y solidarios,
gente que vivía con la puerta sin cerrojo, gente que sabía dar sin esperar a
recibir, gente que con una mirada evitaban mil palabras, así era mi aita.
Durante su singladura política militó en el Socorro Rojo Internacional,
SRI, y según nos contó en su día, en varios mítines estuvo con
"Pasionaria" viajando entre Bizkaia a Guipúzcoa, realizando labores
de enlace. Verdad que en su día descubrí consultando diversa documentación, en
referencia a un viaje de Dolores Ibarruri al sur de Francia
En su profesión de marinero estuvo afiliado a la célula del Partido
Comunista de Portugalete y esto le llevó a militar en el Sindicato Federación
del Transporte Pesca e Industria Marítima de España- UGT. Esta militancia le
llevó durante la guerra civil española a trabajar junto a su hermano Roque
Antonio en el bou “Arkale” que realizaba funciones de práctico en la Ría. Este
buque fue hundido a mediados del mes de junio del año 1937 en Portugalete,
coincidiendo con la entrada de los fascistas en la margen izquierda. A raíz de
estos hechos Patricio, se sumó a las milicias que huían hacia Cantabria, siendo
detenido posteriormente en Asturias. Hasta su regreso a Portugalete en 1940
permaneció prisionero en el campo de concentración de Rioseco-Valladolid.
Su pronta salida de Valladolid, y con sus antecedentes comunistas parece
sospechar que su vecindad con José María de Areilza portugalujo como él, y a la
sazón en aquel momento alcalde de Bilbao por las fuerzas nacionales, facilitó
su excarcelación y su posterior trabajo como marinero en el Sporting Náutico de
las Arenas desde el año 1942. No todos los rojos que una vez acabada la guerra
y fueron excarcelados con antecedentes republicanos y desafectos al régimen
encontraron trabajo, y mucho menos en el Sporting, lugar que era un símbolo de
la burguesía local.
Posterior a su trabajo en el Náutico, Patricio entró a trabajar como
guardia maquinista en la flota de AHV, en el gánguil de nombre Galindo, desde
el 2 de abril del 1951 hasta el 9 de junio del 1969, cuando fruto de una
reconversión industrial fue jubilado anticipadamente con 59 años, con una
mísera pensión y 9 hijos en casa que mantener. De esos días todavía recuerdo
como un drama los lloros y lamentos de mi ama ante el futuro que se avecinaba.
Su pensión era en aquel entonces de 4.340 pesetas mensuales. Para ayudar al
sustento de la casa pronto encontró trabajo en Algorta como marinero de un
empresario local. Por ello durante años iba diariamente de Portugalete al
puerto de Algorta, conservándose como un roble.
Su trabajo en AHV no le hizo olvidar su afición y sustento como era la
pesca, y así con su bote de remos de nombre” Tres Hermanos”, salía a faenar
casi diariamente, no faltando en temporada los buenos jibiones, y demás pesca,
cuya mayoría servía para ajustar cuentas con las compras diarias en las tiendas
del barrio. La carnicería de Adora, la tienda de Benita, etc. Era gran
aficionado a la lectura, periódicos como El Correo, La Gaceta del Norte y el
Hierro, cuando se pudo algún Mundo Obrero no faltaban en casa, así como tampoco
las novelas de vaqueros de Estefanía que cada poco nos mandaba cambiar en el
kiosco de la parada del Cristo a la vez que comprábamos un cuarterón de picado
para liar cigarros. También era un enamorado de los libros con temática de la
II Guerra Mundial. La otra lectura la clandestina siempre la ocultó, y como él
decía en tiempos de Franco, “la clandestinidad obliga a que ni tu mujer conozca
tus actividades”.
De mi aita, a diferencia de mi ama, por ser persona reservada no guardo
grandes recuerdos, escasas fueron las conversaciones que mantuve con él, y eso
ha dado a lugar al poco conocimiento que tenemos de su vida personal. Parecerá
ahora una memez, pero recuerdo con cierto bienestar el día que aprobé la
primaria y me llevaron mi aita y mi ama al circo de la Casilla y luego a comer
pollo a la cervecera, es de lo poco que puedo recoger del armario de mi
memoria. Eso y alguna partida al futbolín que me regalaron por algún
cumpleaños. Me acuerdo las noches de comienzos de la década de los ochenta cuando
juntos escuchábamos radio Pirenaica, que se emitía desde Francia y así poder
superar la censura franquista.
Hoy le hubiera gustado ver que en esta España rota gobiernan los
suyos, hoy hace 32 años que falleció.
Salud Camarada
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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